Salvar a la humanidad es secundario, hemos venido a perdernos explorando

Cuando entras a un juego que te recibe con la promesa (o amenaza) de querer retenerte durante decenas de horas, o incluso cientos de ellas, es habitual sentir cierta sensación de agobio o rechazo. El título en cuestión tiene que hacer un esfuerzo extra para conquistarte. O mejor dicho, poseer un encanto especial para hacer que tú te quieras quedar tanto tiempo.

Y Xenoblade Chronicles X Definitive Edition no sólo aspira a conseguir dicho efecto, sino que juega sus cartas para querer convertirse en tu casa durante ese tiempo. Para convertirse en uno de esos juegos para quedarse a vivir, y de los que da pena despedirse. De esos que no son uno más que tachar de una lista, que te dejan pensando en ellos tras haberlos completado, y que generan comparaciones a posteriori porque marcan ciertos estándares de encanto o buen hacer.

En mi caso, además, contaba con un hándicap importante: un rechazo inicial hacia la estética de sus personajes, por no ser especialmente fan del estilo propio del anime que lucen, así como hacia ciertos tropos que también provienen de dicho género. Y también cabe mencionar que no jugaba con la ventaja del factor nostalgia o el gancho de una franquicia, pues la saga era terreno inexplorado para mi. No había probado nunca ningún título de la saga Xeno. Y creo que voy a tomar eso como un valor añadido, para abordar este análisis como si se tratara de un juego totalmente nuevo y no de un remaster.

Exploradores y pioneros

Xenoblade Chronicles X Definitive Edition es, sobre todas las cosas, un juego de exploración y descubrimiento. O al menos para mí, recién llegado a la franquicia, es así. Lo transmite a través de su planteamiento argumental, de la amplitud y variedad de su mundo y ecosistemas, de sus decisiones de diseño, de sus mecánicas e incluso de su ritmo y estructura narrativos. Sabe que esa es su principal carta, su as en la manga, y se asegura de trasladarlo al jugador nada más empezar.

En apenas una hora es capaz de introducir esas ganas de explorar, de hacer sentir natural la necesidad de descubrimiento, y logra que la llamada a la aventura se sienta orgánica. Desde el principio trata de dejar claro que es una oda constante al descubrimiento y la exploración. Ya durante la primera toma de contacto se produce una experiencia que denota esta intención y que, a mi, que lo descubro en 2025 por primera vez, me recuerda a lo que vivimos en Breath of the Wild en 2015.

Asciendes una loma a través de la garganta de un barranco y emerges en un mirador rocoso, abierto hacia una zona de amplitud total. Una vista elevada sobre amplias llanuras y costas plagadas de vida. Un paisaje repleto de todo tipo de criaturas que mezclan reminiscencias a la realidad con la ciencia ficción más desbocada. Todo te grita “bienvenido a este mundo, es tuyo para que lo explores”. Y lo mejor de Xenoblade Chronicles X Definitive Edition es que no se queda en lo visual o conceptual, sino que apoya esta sensación sobre un planteamiento argumental adecuado para ello.

Una trama al servicio de una intención clara

La historia nos sitúa entre los retazos de una humanidad casi extinta que huye de la Tierra para acabar refugiada en el planeta Mira, un mundo rebosante de vida en el que el descubrimiento, el asentamiento de una colonia y la búsqueda de una relación simbiótica con el entorno son los objetivos más importantes de toda la raza humana. Y como no podía ser de otra forma, nosotros formaremos parte clave de dicho proceso. No obstante, la llegada al planeta es bastante accidentada, y la humanidad ha perdido algo clave en el proceso: El Arca de la Vida, un elemento que debemos recuperar a toda costa.

En este contexto, tarea principal y misiones secundarias se entremezclan con una naturalidad total y creíble. Ambas con una motivación final. Salvo en los compases finales de la aventura no sentimos en ningún momento que estamos ignorando un apocalipsis global o la segunda venida de Cristo mientras nos dedicamos a cumplir encargos menores. O simplemente explorar por el placer de hacerlo. Porque se trata de un mundo desconocido para la humanidad en el que es necesario descubrir y explorar, así que nuestros paseos y las sondas exploratorias que colocamos sirven para algo.

Mientras buscamos el Arca de la Vida sigue sintiéndose coherente que nos desviemos para colocar sondas de extracción de recursos para que la humanidad pueda acometer actividades de producción. Sigue teniendo sentido que exploremos barrancos y cuevas buscando conocer nuevas formas de vida o estableciendo contacto con pueblos autóctonos. 

Así que, a grandes rasgos, somos “uno más” del grueso de esa humanidad refugiada en planeta ajeno, y es natural que nos impliquemos en tareas “mundanas”. Así que no, el meme de ignorar la trama no aplica en Xenoblade Chronicles X.

Trabajando por la humanidad, pero haciendo turnos intensivos

Sin embargo, si de algo peca Xenoblade Chronicles X es de exceso. Casi desde el mismo inicio de la aventura la cantidad de misiones secundarias se dispara. El mapa de la ciudad queda absolutamente plagado de símbolos de colores que, literalmente, no dejan ver lo que hay debajo. Y es que con centenares de misiones secundarias es imposible que todas mantengan el nivel de calidad y/o interés.

Las misiones secundarias se dividen en tres tipos: las misiones simples, los encargos y las misiones de afinidad. Las primeras son el tipo de tarea más común en los juegos de mundo abierto, misiones relacionadas con ciertos npcs que nos piden algo. Los encargos, obtenidos a través de una lista en un panel de recompensas, se pueden realizar mientras hacemos otras cosas. Consisten en recolectar, cazar, etc. Y, por último, las misiones de afinidad están orientadas a forjar lazos con distintos personajes.

Estas son las más numerosas, y las que más generan esa sensación de sobrecarga. Muchas de ellas son interesantes, y otras no tanto. ¿Por qué? Pues porque creo que los personajes de Xenoblade Chronicles X no son para nada su punto fuerte, y no generan el magnetismo necesario para que quiera preocuparme por forjar relaciones con ellos. Salvo algunas excepciones.

A la sombra de un mundo que desborda protagonismo

No sé si estaré solo en esto, pero los personajes de Xenoblade Chronicles X pecan de ser bastante planos y predecibles, en líneas generales. Lo interesante no son los dramas personales de cada uno, que obedecen a los tropos más comunes de los personajes arquetipo propios del género anime. Lo importante de Xenoblade Chronicles X es, sobre todo, el planeta Mira. También la humanidad en su conjunto y su lucha contra otras especies alienígenas. Y es por eso que no siento que explorar la amistad entre dos personajes del grupo sea especialmente relevante si la comparamos con perdernos entre dinosaurios de ciencia ficción, explorar a bordo de robots voladores o recorrer el planeta de polo a polo.

Y si este contenido fuera 100% opcional no habría ningún problema, pero en muchas ocasiones debemos cumplir algunas de estas misiones para poder acceder a los capítulos de la trama principal. Y a su vez, estas misiones suelen sugerirnos o exigirnos tener un determinado nivel de personaje para poder realizarlas, lo que nos empuja en ciertos momentos a un grindeo forzado para ponernos a la altura del reto en cuestión. Así que si tuviera que achacarle un problema sería ese, demasiada cantidad y densidad de contenido que nos aleja de los aspectos más interesantes de la aventura.

Como contrapunto positivo, el diseño del juego invita a que nos sumerjamos en la exploración y, por consiguiente, en el leveo de forma natural. Los paseos de descubrimiento a menudo se traducen en fortalecer a los personajes casi sin darnos cuenta, mientras disfrutamos de la experiencia de encontrarnos nuevas especies y entornos. Esto ocurre especialmente en los niveles de personaje bajos, entre el 1 y el 25, aproximadamente, Por el contrario, en los más altos, entre el 26 y el 50 (y en adelante), la velocidad de leveo se ralentiza profundamente, y se nota claramente como el juego se orienta en este sentido hacia los jugadores más interesados en la profundización completa.

Hacernos más fuerte a medida que exploramos Mira

Y con esto entramos en uno de los elementos claves de Xenoblade Chronicles X Definitive Edition, y es que respecto a la versión original de 2015, este remaster amplía el contenido, y pone aún más peso en el postgame. El nivel máximo de nuestros personajes pasa del 60 al 99, por lo tanto, los retos y enemigos disponibles en su mundo también se adaptan a este cambio para seguir presentando un reto desafiante durante aún más tiempo.

Al igual que en la versión original, el postgame de Xenoblade Chronicles X Definitive Edition es igual de importante, o puede que incluso más, que la historia principal. Especialmente para los jugadores completistas que busquen exprimir el mundo de Mira al 100%. Hay muchísimas especies de enemigos, así como zonas del mapa, que presentan un nivel de amenaza muy superior al que podremos afrontar si únicamente queremos completar la historia principal. Así que Xenoblade Chronicles X ofrece una cantidad de contenido apabullante después de su final, para aquellos jugadores que quieran quedarse a vivir en Mira hasta conocerlo hasta el último rincón.

El combate, a medio camino entre la táctica y la acción

Y para abrirnos paso a través de todos estos retos y entornos, a menudo hostiles, nos valdremos de un sistema de combate que va a caballo entre la acción y el RPG, y que se despliega en un amplio arco de dificultad. El combate de Xenoblade Chronicles X Definitive Edition funciona por comandos que ordenamos a nuestro personaje principal, y estos comandos toman la forma de habilidades que iremos desbloqueando según subamos de nivel. Las quince clases disponibles, contando especializaciones, dispondrán de armas de combate cuerpo a cuerpo y a distancia, y las habilidades se basaran en ambos tipos de arma.

Desde rifles de asalto y espadones hasta fusiles de pulso y sables láser podremos hacer uso de una amplísima gama de armamento. Los ataques básicos de estas armas no serán especialmente dañinos, pero sí que rellenaran los puntos de tensión (PT), que servirán para activar las habilidades más poderosas, activar el “modo turbo”, o incluso revivir aliados caídos. De hecho, el juego premia mucho que cambiemos constantemente entre armas cuerpo a cuerpo y de fuego, acelerando así el ritmo al que se suceden los ataques, y, por tanto, la acumulación de PT.

Sin embargo, aunque el combate funcione por comandos, no es estático, sino que tendremos el control total de nuestro personaje, pudiendo medir las distancias con el enemigo para poder lanzar ataques cuerpo a cuerpo, o para evitar ciertos ataques enemigos. Sobre todo con los enemigos de mayor tamaño conviene revisar estas distancias constantemente, ya que si estamos muy cerca estaremos expuestos a ataques más devastadores, y si nos alejamos demasiado no podremos atacar por falta de alcance, pero seguiremos expuestos al enemigo.

Posibilidades para crear nuestro estilo de combate

La cantidad de habilidades activas y pasivas es bastante amplia y, en consecuencia, las posibles builds resultantes comprenden una variedad bastante variopinta. Los enfoques que podremos adoptar para el combate son altamente personalizables para todas las clases disponibles, y podremos construir personajes ofensivos, defensivos, centrados en el apoyo, más inclinados al combate a distancia o el cuerpo a cuerpo, etc. Y si bien esta variedad no es abrumadora en absoluto por lo intuitivo de su proceso de aprendizaje, sí que existe un elemento en el combate de Xenoblade Chronicles X Definitive Edition que puede resultar engorroso hasta cierto punto, y es su interfaz visual.

No obstante, hay que decir que permite ser modificada en muchos aspectos, pero los elementos clave que normalmente queremos tener disponibles como jugadores en un JRPG están planteados de forma un tanto invasiva a nivel visual. Entre la barra de habilidades activas, los indicadores de daño y las barras de salud, la HUD final ocupa una superficie mayor de lo que sería cómodo en la pantalla.

Por otro lado, al resto del grupo de personajes podremos controlarlos a través de una tabla de comandos que determinarán el enfoque general del combate. Entre las opciones podremos ordenarles que ataquen a distancia o cuerpo a cuerpo, que conserven sus PT, que focalicen un objetivo, etc. Así mismo, este mismo menú puede utilizarse para usar objetos en combate, como recuperaciones de salud o PT.

Los skells, una nueva capa de profundidad

Y cuando creías que lo habías visto todo (a nivel de mecánicas), Xenoblade Chronicles X te sorprende con una nueva adición que influye de manera clave tanto en el combate como en la exploración: los skells. Los skells están presentes a nivel narrativo desde el inicio de la historia, y aunque se hace evidente que en algún momento formarán parte práctica de nuestras posibilidades, no es hasta que los controlas por primera vez que sientes el impacto real que tienen en la jugabilidad.

Estos mechas personalizables funcionan casi como un (o varios) personajes más en el grupo, con sus propias estadísticas, armas, armaduras y habilidades, y podremos asignar uno a cada miembro del escuadrón. Como es evidente, la potencia de combate en términos generales se dispara a bordo de los skells, permitiéndonos incluso hacer frente a enemigos de un nivel considerablemente mayor al nuestro. Disponen, de hecho, del “modo yugo”, que sirve para inmovilizar a enemigos de gran tamaño, mientras el resto del grupo le causa más daño.

Pero, sin lugar a dudas, su mayor impacto se hace notar en la exploración exhaustiva del mapa. El mapa de Mira es, de lejos, el elemento más interesante de Xenoblade Chronicles X, y está plagado de jefazos y tesoros ocultos, que tientan al jugador a explorar cada rincón. El planeta se divide en diferentes continentes, cada uno con su bioma, y lejos de una exploración lineal, el juego propone un modelo mucho más centrado en el backtracking y la exploración por capas.

Por ejemplo, mucho antes de poder completar al 100% el primer continente, podremos acceder al segundo, y así sucesivamente. De esta forma los iremos explorando todos capa a capa, primero de forma superficial, para más tarde volver y acceder a zonas inaccesibles previamente.

Es aquí donde entran las prestaciones de los skells, que nos permiten volar casi sin restricciones, más allá del consumo de combustible. Gracias a esta mecánica podremos alcanzar cimas de acantilados colosales, cuevas ocultas en riscos verticales o zonas ocultas de un espeso bosque. Es por eso que cuando accedemos a los skells, más o menos a mitad del recorrido de la línea de misiones principal, sentimos un segundo inicio de la aventura. Y esta sensación se extiende, o se repite de nuevo, cuando entramos en la fase postgame. 

En este punto vuelve a hacerse evidente el acierto de cohesión entre trama y planteamiento jugable de Xenoblade Chronicles X. Se siente natural seguir explorando Mira tras acabar con la línea de misiones principal, porque el objeto de esa exploración no era “derrotar” a esa amenaza principal. O al menos no únicamente. El objeto de esa exploración es la exploración misma porque representamos a una humanidad pionera y exploradora.

Oda a la exploración

Galardón-Plata-HyperHypeEn líneas generales, Xenoblade Chronicles X Definitive Edition es un mundo para quedarse durante mucho tiempo. Al igual que los protagonistas de su historia, como jugador recién llegado a la franquicia, me he sentido como pionero y descubridor, y siento que eso es lo que busca transmitir el juego. Es una oda a la exploración y a la fascinación con el entorno. Recordaré mucho más las sensaciones al asomarme a una pradera plagada de dinosaurios y otras criaturas que los entresijos de su línea argumental. Lo mejor que puedo decir de este título es que sin ser precisamente un entusiasta ni del género ni de los tropos que utiliza, Xenoblade Chronicles X me ha encantado.


Este análisis ha sido realizado con una clave de descarga digital para Nintendo Switch cedida por Nintendo.