Cuidado con lo que desentierras del pasado

El hecho de que la nostalgia mueve mucho en cuanto a dinero como en fans es un hecho que se ha asentado en los fundamentos de la cultura popular desde hace un buen tiempo ya. Y, en realidad, siempre ha estado ahí de una forma u otra. En los 90s se homenajeaban los 70s, en la primera década de los 2000s se homenajeaban las 80s y así, sucesivamente. Y esto en todo orden de cosas: la música pop de hoy en día suele resonar con sintetizador propios de la era new wave de los 80s, el cine de terror está reviviendo sagas nacidas desde los 70s hasta mediados de los 90s y los videojuegos están viendo un resurgir de los juegos low poly, después de haber pasado por casi una década de homenajes a juegos en pixel art y, aunque esta tendencia sigue más que presente, cada vez se ve más recordada la época de los primeros juegos en tres dimensiones tanto por y para aquellos quienes crecieron con los juegos de tal época.

Y cuando se trata de juegos que tratan de emular los juegos más clásicos de terror a través de cámaras estáticas, puzles y una tendencia más a lo atmosférico que a la acción en sí, pueden asegurarse de que yo estaré allí en primera fila de los interesados. Es por eso que cuando vi que White Night de Osome Studios recibía un port -con edición normal y Deluxe- a Nintendo Switch de mano de PIDGames de forma digital y Tesura Games de forma física no pude evitar si no querer analizarlo ya que no solo había volado bajo mi radar pues en 2015, su fecha de lanzamiento original, estaba demasiado ocupado con FIFA como para percatarme de su existencia sino además por ser un gran fan de los survival horror, sobre todo de corte más tradicional.

La nostalgia como arma de doble filo

Como mencioné en un comienzo, la nostalgia mueve mucho; es un arma poderosa, pero que corta por ambos lados si no se maneja adecuadamente. Muchos son los juegos que, al querer adherirse a los juegos que homenajean, no solo replican las cosas buenas que hicieron memorables o incluso icónicos a aquellos a quienes honran, sino que también llevan consigo lo malo. Y este lado negativo puede ir desde controles algo más que incómodos para estándares actuales -lo cual puede ser más manejable, sobre todo si se apunta a un público que tenga experiencia previa en juegos del estilo- hasta pobres decisiones de diseño que pueden resultar en mecánicas obtusas, momentos frustrantes, progreso perdido y, en el peor de los casos, todo lo anterior.

En mi experiencia con White Night, el juego es culpable de todo esto, resultando en una experiencia más que frustrante, aunque no menos interesante como resultado. La estética noir junto al juego de luces y sombras más la ambientación en una vieja mansión están muy bien llevadas y, en un género en el cual la ambientación es clave, esto termina siendo determinante para que el juego termine siendo rescatable a pesar de sus dolosos fallos. Pero para detallar más a fondo el cómo y el por qué de este resultado tan mixto, retrocedamos un poco.

Survival Horror adyacente

White Night se asemeja a los juegos survival horror de la época dorada (en pleno apogeo de Resident Evil y Silent Hill), aunque con dos diferencias clave: no existe ninguna forma de combate -aunque no por ello no hay enemigos a los que debemos evitar a toda costa para no sufrir una muerte instantánea- y no hay gestión de recursos en casi ninguna capacidad, exceptuando las cerillas que nos encontraremos esparcidas por la mansión y que será muy importante tener una encendida siempre cuando crucemos la oscuridad tanto para evitar peligros como para poder analizar e interactuar con los objetos que se encuentren a nuestros alrededores.

Todo lo demás si parece sacado derechamente de finales de los 90s: cámaras estáticas, puzles, ambientación, la historia y la influencia de los juegos de aventura point & click más que de la acción per se. Aunque si echo de menos los controles tanque, y puede que en eso esté solo, pero cuando se juega con cámaras estáticas y hay un cambio de plano, más de alguna vez perdí mi sentido de orientación al no tener un posicionamiento absoluto en los controles como así lo permiten los controles tanque.

White Night

Los enemigos serán espectros esparcidos a través de la oscuridad en la cual se encuentra inmersa la mansión y bastará con que pongan sus manos encima de nosotros para tener una pantalla de game over, forzándonos a cargar la última partida guardada. La única forma de enfrentarnos a estas apariciones será o evitándolas -lo cual es difícil pues éstas son más rápidas que nosotros- o bien derrotándolas activando una fuente de luz que caiga directamente sobre ellas. Aunque esto último depende más de cuando el juego pretenda disponer de tales fuentes de luz más que de nuestro ingenio o de nuestro uso de los elementos activos en el juego.

Lo frustrante de todo esto es que muchas veces nos veremos morir repetidamente al no saber a dónde ir a continuación, siendo nuestro camino más obvio interrumpido por uno de estos espectros, sin saber si podremos esquivarlos o si, en realidad, el juego quiere que sigamos por otro camino y la larga pausa que significa cargar la partida, al menos en el port de Nintendo Switch, ya que desconozco su funcionamiento en versiones previas del juego.

Espectros del pasado

Lo que podría ser una experiencia amena y terrorífica termina siendo frustrante y cansina por las pocas opciones mecánicas que tendremos a nuestra disposición para defendernos, lo fácil que resultará que nos maten y el severo castigo que significa cargar partida. Incluso cambiar entre habitaciones muchas veces significará esperar varios segundos a que el siguiente cuarto cargue y podamos seguir avanzando y es una verdadera lástima, porque White Night tenía el potencial para ser mucho más y eso se deja notar desde el minuto uno, cuando nos introducen a su mundo con su particular estética y la somera narración del protagonista.

kofi


Esta crítica ha sido realizada con una copia digital del juego para Nintendo Switch cedida por Tesura Games