Un millón de paseos espaciales
No soy, ni mucho menos, un gran conocedor o fan del roguelite, de hecho, son más bien pocos los títulos pertenecientes a este género que he completado, y algunos pocos más que he probado y que me han resultado demasiado ariscos para completarlos. Sin ir más lejos, sufrí (y disfruté) horrores para completar Returnal. Sin embargo, cuando las mecánicas de aleatoriedad inherentes a este formato se combinan con una temática que me gusta o un estilo visual atractivo, surgen algunos juegos que captan mi atención. Me ocurrió con Darkest Dungeon en su momento, tenía fresco el final de Dark Souls III cuando lo vi en una tienda y tenia más ganas de ese aire medieval y oscuro que transmitía el título de Red Hook. Sus mecánicas y propuestas me atraparon a posteriori, pero inicialmente fue su estilo artístico y su ambientación los que llamaron mi atención. Y sí, exactamente lo mismo me ocurrió con Void Bastards, un título que me animé a probar por su llamativo apartado visual y por su propuesta argumental, que me pareció original y divertida. Sin embargo, apenas le costó una hora de juego engancharme a sus mecánicas. Y lo que es más importante, en hacerme ver que era un roguelite bastante más amable con el jugador de lo que había probado hasta entonces.
Void Bastards nos sitúa en una nave prisión que se encuentra a la deriva en una zona profunda, incomunicada y peligrosa del universo: la Nebulosa de los Sargazos. La historia comienza con una introducción en la que nos cuentan que la nave transporta a un millón de reclusos, que están siendo transportados por la autoridad competente, y que han sido “conservados” en forma líquida. Sí, en pequeñas bolsas a las que se les aplica un “aditivo especial” para volver a convertir el fluido que contienen en un cuerpo humano. Tras seleccionar al azar a uno de estos prisioneros, la inteligencia que controla la nave nos encomienda la misión de reparar las averías para volver a poner el transporte en marcha y escapar de la nebulosa. Con esta simple idea, ilustrada al estilo de un cómic, nos introducen la base argumental que sustentará las mecánicas roguelite, ya que cada vez que muramos seremos reemplazados por otro de los reos almacenados en el transporte. Así, tendremos que ir cumpliendo una serie de misiones que consistirán, principalmente, en recoger los materiales necesarios para reparar la nave. Para ello utilizaremos un transporte individual que nos permitirá desplazarnos por la nebulosa, abordando las infinitas y aleatorias naves varadas que llenan la nebulosa.
Después de completar Returnal, este título se siente mucho más amable y permisivo con el jugador, ya que, aunque las naves estén repletas de peligros cada vez más difíciles de superar, la muerte no tendrá unas condiciones tan severas o penalizadoras. Conservaremos los objetos creados y conseguidos por el anterior prisionero, y gran parte del avance. Y esto hace que sea más atractiva y satisfactoria la exploración libre y la recolección de recursos. Por supuesto que podemos lanzarnos directos hacia los objetivos principales, ignorando aquellas naves que no incluyan los objetos requeridos, y deteniéndonos solo para conseguir combustible o comida. Pero, sabiendo que las mejoras y logros son permanentes, resulta atractivo y lógico emplear tiempo en fabricar armas nuevas, mejoras para estas o dispositivos que nos faciliten la exploración y el combate. Desde respiradores que nos permitan aprovechar mejor el oxígeno de nuestros trajes hasta detectores que nos señalarán la posición de la comida y otros objetos en el minimapa. Todos estos recursos harán que la siguiente vuelta sea más efectiva y llevadera.
Void Bastards encaja estas dinámicas en una mecánica de FPS que puede recordar ligeramente a títulos como XIII o Bioshock, entre otros. La acción y el combate tienen un peso determinante en el desarrollo del juego, pero también lo tienen el saber cuándo evitar un combate, o cuándo usar el entorno a nuestro favor, o, incluso, retirarnos a tiempo. Las naves que inspeccionemos nos ofrecerán información previa de lo que nos espera dentro, desde los tipos y cantidades de enemigos, hasta otras variantes aleatorias, como pueden ser incendios generalizados en la nave, sistemas de seguridad desconectados, fallos en el suministro de energía, escasez de oxígeno, etc. Antes de introducirnos en cada nave tendremos que evaluar estos riesgos, y valorar si nuestros recursos y condiciones son aptas para afrontar las dificultades. Aunque llegará un momento en el que tendremos que arriesgarnos obligatoriamente, ya que dependemos de las raciones de comida y el combustible para seguir adelante. Si nos quedamos sin comida, cada día que pase nos restará salud, y sin combustible, como es evidente, no podremos movernos. Lo bueno es que todas las naves contienen algo de combustible, y la comida será muy común también.
Existen distintos tipos de naves, asociadas a distintas corporaciones, y cada una de ella contendrá ciertos recursos y objetos en mayor cantidad y frecuencia que el resto. Por ejemplo, los cruceros Lux llevan mucha comida a bordo, mientras que otras naves tendrán unidades médicas a bordo para poder curarnos. Sin embargo, hay estancias comunes a prácticamente a todas las naves, y que son esenciales para la exploración. La sala de mando o timón, donde podremos descargar la ubicación de objetos y enemigos en el mapa, la sala d oxígeno, donde podremos rellenar nuestras reservas, o el control de seguridad, donde podremos desactivar las defensas automatizadas, como cámaras, torreras o robots.
En cuanto a dificultad, Void Bastards ofrece una regulación bastante flexible, con cinco niveles de dificultad base, además de añadidos adicionales que ofrecen distintas restricciones, como el uso único de armas de disparo o armas indirectas, entre muchas otras. También dispone de una serie de desafíos desbloqueables, que añaden variables más complejas, como reducir el tamaño de la nebulosa, o incluir más recursos en las naves a cambio de enemigos más peligrosos, etc. El resultado es una experiencia adaptativa que nos permite calibrar entre el reto y el disfrute para adaptarse a cada jugador, o incrementar el nivel de reto con cada vuelta que juguemos.
El resultado final de esta mezcla es un FPS rápido y directo, con las mecánicas y dificultades añadidas del género roguelite. Aunque puede resultar algo repetitivo si alargamos demasiado las partidas, está bien condensado y pensado para que cada vuelta no se alargue demasiado, y la decisión de mantener las mejoras y recursos de cada personaje tras la muerte hace que no nos veamos obligados a repetir decenas de niveles si morimos para rehacer el progreso. Void Bastards es un título ameno, perfecto para introducirse en el género, al mismo tiempo que es suficientemente moldeable para satisfacer también a jugadores veteranos que busquen un mayor reto.