Del modo fácil y otros demonios
Como es costumbre ya, y lo ha sido por tanto tiempo que ha perdido todo rastro de la gracia que hacía antes, volvemos a tener uno de los eternos debates ultramanidos en los videojuegos. Aunque esta vez es por una causa algo diferente de la usual y es la que se ha establecido desde que Dayo planteó la cuestión de que los juegos deberían contar desde el principio con un selector de capítulos, así como lo hacen las películas y los libros, rápidamente se ha cambiado la discusión de respetar la visión del autor, contar con un modo fácil en juegos desafiantes y el eterno “¿son los videojuegos arte?”, todos temas que abarca un artículo que usa argumentos tan cliché a este punto que se me ha hecho dificilísimo terminar de leer para escribir este texto. Y no es que esté de acuerdo con Dayo, no creo que poder elegir un capítulo en un videojuego antes de jugarlo completo por primera vez sea beneficioso en ningún sentido más que para acceder a cierto contenido en específico para crear contenido, grabar footage para un video, etcétera y aún así no me opondría a que los desarrolladores incluyan la opción; yo personalmente no la usaría pero si alguien quiere aprovecharla, allá ellos.
Manchilds y gatekeeping
Y eso es lo que nos falta en este tipo de debates, cada uno puede acercarse a un videojuego como se le dé la gana, así como hay gente que ve películas mirando el celular. Lo segundo no nos importa tanto en primer lugar porque los gamers son unos manchilds de mierda que aprovechan cualquier instancia para hacer gatekeep a otros sobre sus juegos favoritos y en segundo lugar porque el cine se discute generalmente de una forma mucho más madura. Es cierto que mucha gente que ve cine regularmente tiene opiniones de mierda y que se arde frente a obras que no son de su gusto o que no se alinean con su pensamiento político, pero también es cierto que muchos otros se bastan con su experiencia propia con un film y, si alguien se ha “visto” la película mirando el celular o la dejó de fondo mientras hacía aseo en casa pues se limitan a no valorar su opinión y ya. En cambio con el videojuego tenemos esa obsesión de que todos tengan la misma experiencia que nosotros porque o si no es que no han jugado realmente al juego y debemos mantenerlos exiliados de la comunidad. La clásica maniobra de ponerse a repartir carnets de jugador.
Una de las peores comunidades en este respecto, si es que no la peor, es la de los souls. “Que no puede existir modo fácil porque o sino no se está respetando la visión del autor”, “que si juegas con magia o usas invocaciones estás básicamente haciendo trampa” y un eterno y desgraciado etcétera. Sin duda lo que más me chirría de toda la discusión sobre el modo fácil es que se asume que todos los jugadores tendrán la misma experiencia si solamente existe una dificultad, ignorando por completo que todos los jugadores tienen diferentes niveles de presteza y coordinación que, aun con una sola dificultad hace que cada experiencia sea completamente diferente entre diferentes tipos de jugadores. Aparte que, centrando todo el debate sobre la experiencia en este tipo de juegos en la dificultad, da por entendido que lo único que ven estos jugadores que aman los souls es una serie de retos de escalada complejidad y nada más. No les importa la exploración de un mundo complejo que oculta miles de secretos, no les importa el trasfondo de la historia, el logrado diseño de los personajes, el espectáculo que puede significar enfrentarse a un ser milenario de diez veces nuestro tamaño y tantos otros atributos que se le puedan adjudicar a estas obras. Así como en una película podemos interesarnos más en la cinematografía que en la trama, en la prosa de un libro por sobre los temas que trate, el videojuego tiene diversas cualidades que van más allá de qué tan exigente sea su gameplay.
El videojuego como arte
Y todas las discusiones terminan en la pregunta más cansina de todas: “¿es el videojuego arte?”. Sí, lo es, pero no importa. No importa porque la sobrecogedora mayoría de la audiencia para este hermoso medio no tiene ni la madurez suficiente ni el alfabetismo suficiente para tratar al videojuego como arte, ni siquiera muchos de sus más famosos críticos. Se alaba al “videojuego prestige” de turno por romper esquemas que se han llevado rompiendo por años; se lapida a obras que pongan en tela de juicio opiniones que sostenemos como verdades absolutas y se desprestigian obras que carezcan de gameplay tradicional.
Seguirán existiendo las mismas discusiones siempre, saldrá el souls de turno y volveremos a discutir los niveles de dificultad y la visión del autor, saldrá alguien con una opinión diferente y se volverá a llenar Twitter de gente antipática vociferando acerca de lo en contra que están a dicha opinión y porque sí regresará la discusión de si los videojuegos son arte, posición defendida por aquellos mismos que luego se quejan cuando una mujer existe o cuando alguien usa magias o trucos o mods o la cortina de humo de turno. Lo que sea menos tratar al medio con madurez y apreciando las obras por lo que son para nosotros y no como las aprecie el resto.