Primera cena con los suegros

La semana pasada tuvimos la puesta de largo de la nueva máquina de Nintendo, Switch 2, y, siendo suaves, ha dado que hablar. No nos ha quedado otra desde HyperHype que convocar a todo el consejo de sabios (si es que se les puede llamar así) para compartir variadas opiniones sobre el dispositivo, sus juegos, sus precios y, en definitiva, la polémica estrategia de la Gran N..


Hay mucha tela que cortar, así que voy a intentar ir al turrón… Nintendo, siendo Nintendo, nos ha dado una de cal y una de arena con la presentación de la semana pasada. Se confirma la deriva a una consola más pro, que como ya se anticipaba con su estética, quiere dejar atrás el juguete para saltar a la arena de la potencia y posicionarse como plataforma para los third party; disputa que puede verse lastrada por su coste (y, sobre todo, el de sus juegos), especialmente contra la Steam Deck y el mercado de PC, mucho más competitivo.

La contraparte positiva es la de siempre, una taza de savoir faire y dos de ilusión en sus producciones propias.

En mi caso, me despierta mucho más interés el nuevo Donkey Kong que un (esperado por muchos) nuevo Mario en 3D, que viene además con lo que veo como un intento de darle más identidad al personaje, consistente en solucionarlo todo a mamporros, en un escenario totalmente destructible. Air Riders me parece un poco redundante, más con el bombo y platillo con el que se presenta Mario Kart, pero al final es Sakurai, y volviendo a su Kirby, así que se celebra. Creo que es un acierto aportarle empaque a la secuela de Hyrule Warriors, dándole un interés extra al expandir la historia de forma canónica en esta época de bananza de los musõ. Acabando por el principio, el concepto de Mario Kart World tiene un potencial terrible, tanto para darle una vuelta a la fórmula que tan bien les ha funcionado, como para aplicar lo malo de los juegos como servicio, con una miríada de fruslerías del palo de skins, pases de batalla, etc. que me dan entre miedo y pereza extrema.

Y me queda por hablar del elefante en la habitación. La industria entera estaba conteniendo la respiración a la espera de ver quién se atrevería a dar el paso de subir el precio de los juegos. Se habían producido escaramuzas (la generalización del infame acceso avanzado, sin ir más lejos), pero al final ha sido la otrora juguetera la que ha abierto la veda. Preparaos para que todos los demás vayan detrás, y las grandes producciones empiecen a salir a 100+€.


Sinceramente, no se muy bien qué esperaba la gente con la consola, y en especial, con su presentación, pero el que se haya sorprendido, creo que no sabía donde se metía. Puesta en sociedad centrada en juegos, con un repaso a las funciones sociales de Nintendo Switch 2 (algo en lo que su predecesora sangraba) y, como suele ser habitual en Nintendo, sin prestar atención a los números y la potencia. Yo salí de la presentación igual que entré, con ganas de saber más, y en lo que sí se puede criticar a Nintendo es por la poca claridad (que no transparencia) a la hora de comunicar los precios. Con el precio de la consola —más caro de lo previsto por un servidor, pero sinceramente, ni contaba con una pantalla de 120 Hz en la ecuación—, o con cambios en el sistema —que no cantidad de memoria integrada—. Teniendo en cuenta que Nintendo es la Apple de los videojuegos, Switch 2 tiene un precio caro, pero no descabellado.

Sin embargo, hablando de precios y como enésima muestra de la sociedad de la inmediatez, todo el mundo ha puesto el grito en el cielo por el precio de los juegos porque Mario Kart World tiene un precio de 90€ en Nintendo Store para la versión física, sin pararse a pensar en nada más o buscar alternativas en forma de cualquier cadena de tiendas. Literalmente, cualquiera. Porque una semana después ya se han visto innumerables cadenas de tiendas ofreciendo el juego a un precio que podemos considerar habitual (en torno a los 60/70€). Mucho drama por algo que, a poco que se tenga un poco de interés e ingenio, no va a afectar al gran público. Lo mismo sucede con el sistema de reservas. Grito en el cielo porque se tiene en cuenta las horas de juego. De lo contrario, hubiera habido quejas por dejar la posibilidad de conseguir unidades ilimitadas por persona y dar manga ancha a la especulación. Lo mismo el que no sabe qué esperaba era yo, pero con el público general, que parece que sabe meterse en redes sociales, pero no en el mundo real.

Y en caso de que finalmente esa amenaza de precio se materialice finalmente de cara al conjunto de consumidores, hay una solución muy fácil: votar con la cartera, y si no se pueden calmar las ansias, amaestrar un loro, surcar los siete mares y buscar nuestros tesoros en los más recónditos mares de la red. Atentamente, alguien que se dedica profesionalmente al desarrollo de videojuegos para consolas.


Yo con Nintendo tengo una relación de amor/odio que acaba de desequilibrarse del todo. Les amo porque ellos aman los videojuegos, porque crean auténticas obras maestras que sacan hasta el último jugo de cualquier idea, hasta de la más absurda. Son un torrente constante de creatividad a pesar de su obsesión por trabajar casi siempre en las mismas IPs. Pero como consumidor, y sobre todo como consumidor europeo, su trato es nefasto desde la muerte de GameCube. Precios que aunque fueran más bajos en estrenos que la competencia, nunca rebajan. La propia Switch ha sido la primera consola que no ha cambiado apenas su precio de salida tras más de ocho años en el mercado. Cobran por el online menos trabajado, han cerrado tiendas digitales como si nada, han roto a menudo la paridad euro-dólar cobrando aún más a los del viejo continente, y su distribución en ciertos juegos ha sido vergonzosa.

(Es aquí donde rememoro Twilight Princess de GameCube con cuatro copias mal contadas para todo el continente).

Game Chat, la nueva funcionalidad de Switch 2, permitirá a los usuarios realizar retransmisiones de vídeo como parte de sus partidas.

Hay dos Nintendos, y creo que por ahora va ganando el doppelganger, el gemelo malvado, ya que han decidido cobrar incluso por un tutorial interactivo con minijuegos. Aparte de que novedades como juegos completos, solo hay dos de salida. Se están filtrando especificaciones y parece que los 300 euros de Japón están justificados: vuelve a nacer con una tecnología muy ajustada, anticuada si se me permite la ligera hipérbole. Si no se cumple con los temores de Marty McFly y no nos hemos vuelto g*!@&!~$ el lanzamiento debería ser como el de 3DS.


Por muchas ganas que se le puedan tener a Mario Kart World o al nuevo Donkey Kong, da la sensación de que a Nintendo le cuesta darnos buenas noticias. Lo de pagar por actualizar juegos antiguos ya es muy cuestionable, pero lo de pretender cobrar noventa euros por algunos títulos directamente roza el cinismo. Y lo de que ciertos cartuchos pasen a ser simples llaves para desbloquear compras digitales… otro clavo en el ataúd del formato físico. Son muchas las cosas de las que preocuparse.

Y lo saben.

Por eso todo esto quedó fuera de la presentación inicial, querían dejarnos con un buen sabor de boca para luego repartir las malas noticias por otros canales. Lo que vimos fue una presentación que, en el fondo, confirma lo que ya intuíamos. Switch 2 es poco más que una versión potenciada de Switch. Esperable, sí, pero decepcionante en un contexto saturado de juegos que ya conocemos, de esos que venimos jugando, casi sin parar, desde hace ocho años. Hay novedades interesantes, claro, pero hace falta mucho optimismo para no ver los problemas que todo esto arrastra.


A día de hoy, tras haberle dedicado a lo largo de toda una semana un espacio mental bastante desproporcionado que casi me averguenza reconocer, hay algo que me duele hondo al pensar en Nintendo. Y no es el hecho de que Switch 2 venga únicamente con dos exclusivos reseñables bajo el precio, ni la ausencia de un gimmick —que yo, iluso, he de reconocer que esperaba—, ni siquiera el delirante y a todas luces injustificado precio de juegos como Mario Kart World. Creo que, recogiendo el testigo de mi compañero Quim y su doppelganger, lo que más me duele es que mi imagen de Nintendo se ha fracturado. Porque Nintendo nunca ha dejado de ser una empresa, faltaría más, pero siempre he pensado en ella como una entidad inteligente, largoplacista, capaz de sacrificarlo todo por su imagen y el bien de sus trabajadores y usuarios.

No puedo decir, a día de hoy, que la vea con los mismos ojos.

Más allá de todas las casi insultantes muestras de desprecio que la compañía ha perpretado contra su propia comunidad estos días, muchas de ellas ya señaladas y debatidas sobre estas líneas, viven rent free en mi mente estrategias totalmente maquiavélicas como el no anunciar el precio de la consola ni de los juegos en el Direct, el regalarnos un año de GameChat para que tardemos más en descubrir lo terrorífico que es tener un “botón de pago”, y más recientemente, el backlash que se está realizando acerca de los precios de sus juegos, cuyo PVP en el momento de escribir estas líneas se desconoce si bajará hasta los 75€. Una respuesta sospechosamente rápida y drástica ante una problemática que, estoy seguro, sabían de antemano que se generaría. ¿Acaso no prevían este fuego abierto a nivel mediático? Con fracasos en la historia reciente de la empresa como Nintendo 3DS o la misma Wii U, me niego a creer que esta hipotética bajada no sea un movimiento más de un plan mucho mayor. Poniéndonos el casco de metal, ¿quién sabe si no han inflado los precios a posta para que colocarlos ahora a 75€ duela menos? ¿No podrían haberse guardado posibles bombazos como Super Mario Odyssey 2 para calmar las aguas dentro de uno o dos meses y así correr un tupido velo? Sea como fuere, todo se siente más shady de lo que uno podría desear cuando toca hablar de Nintendo, y eso es algo que, para un fan y consumidor acérrimo de la marca, duele como un puñal.