Por un puñado de bytes

He de admitir que estoy ligeramente obsesionado con lo que a la preservación de videojuegos se refiere. Hay copias de ciertos juegos antiguos que, si no fuera porque alguien se ha tomado la molestia de extraerlo de su cartucho, estarían completamente perdidos. Tuvimos un susto hace un mes, cuando Sony anunció que iba a cerrar las tiendas de PSP, PS Vita y PS3, y la respuesta de la comunidad fue tan fuerte que tuvieron que echar marcha atrás (a excepción del caso de PSP, que también importa). Esto reavivó el debate y puso en jaque a aquellos que piensan que el formato digital es indudablemente mejor y que los discos ocupan espacio, se acaban rayando y no son fácilmente transportables de una mudanza a otra, y es cierto. Sin embargo, al poco tuvimos la maravillosa noticia de que todas las PS3, PS4 y probablemente PS5 tienen una bomba de relojería interna llamada pila CMOS, que cuando se acabe no dejará jugar a juegos digitales y, en el caso de la PS4, tampoco a los físicos. Aún no ha habido anuncios oficiales al respecto, y para cuando empiecen los lloros será demasiado tarde. Para variar, esta semana tenemos más, pero por otro lado.

Ciertas copias de Pokémon Rubí Omega y Zafiro Alfa han dejado de funcionar de golpe, no siendo reconocidas por la consola o sin poder arrancar. Según lo que se ha comentado por ResetEra y Reddit, es un problema que afecta a los juegos físicos de la región PAL, sobre todo en Alemania, y nadie sabe exactamente por qué. También parece que está afectando a otros juegos como Super Smash Bros. o Persona Q, aunque tampoco se sabe mucho al respecto. Hay ciertas sospechas, y un usuario ha podido arreglarlo (al menos temporalmente) recalentando las conexiones del chip del cartucho para que vuelvan a adherirse a la placa. La tensión de meter y sacar el juego todo el rato puede soltar las soldaduras, y quizá sea este el problema. Teniendo una solución tan “sencilla” no debería ser un problema muy serio, ¿verdad?

La realidad es que no todo el mundo tiene un soldador en casa. Más bien, no tienen por qué saber cómo es un cartucho por dentro. Si compras un juego, es para meterlo y ponerte al lio sin preocupaciones, y no estoy echando la culpa a Nintendo porque ciertos chips estén mal conectados, simplemente es para que nos demos cuenta de que ningún medio se salva al poder del tiempo. Las baterías de los cartuchos hay que reemplazarlas, hay que limpiar los botones de los mandos y quitar las pelusas del ventilador de detrás de la Wii, y de nuevo, no todo el mundo sabe hacerlo, o no se han informado lo suficiente, o simplemente no se plantean qué puede pasar. Imaginemos que alguien quiere jugar a los títulos originales, los de Game Boy, pero es ilegal extraer los juegos de los cartuchos o emularlos. De repente, una mala chispa salta en los servidores con todas las copias de seguridad y códigos fuente de los juegos y se pierden por completo. Quizá penséis que es una exageración, pero hace unos meses en Rust se perdieron cientos de partidas porque un almacén de servidores se prendió fuego. “Pero es Nintendo, tiene mucho más dinero.” Sí, y una infraestructura online que operaba con comandos de Windows 98, y no me lo estoy inventando.

La preservación del videojuego es esencial en todos los sentidos. Las empresas también tienen que formar parte de ello, y especialmente no poner trabas e incluso facilitar al usuario que sus juegos, copias por las que ha pagado, estén a salvo. Las famosas páginas de ROMs las tienen porque alguien se ha molestado de sacar el juego de su formato físico, al menos hasta la llegada del mercado digital. Estoy completamente de acuerdo en que los juegos físicos salen como salen y se quedarán así para siempre sin poder actualizarse, pero eso solo sirve si hablamos del futuro inmediato para un caso concreto.

 

Hace poco me he comprado una Game Boy Advance con el Super Mario World, y estoy bastante seguro de que cuando llegue tendré que reemplazar la batería. ¿Podría jugar en un móvil? Sí, y no tendría que quedarme ciego por jugar en una pantalla sin retroiluminación, pero lo que quiero es vivir esa experiencia en concreto (la de principios del 2000, no la ceguera), así que solo me queda cuidar el cartucho hasta que acabe cascando por otro sitio. Por supuesto, la piratería muchas veces se escuda en una falsa preservación, pero no podemos olvidar que es una consecuencia y no el fin, al igual que hackear una consola para que lance juegos hechos por ti. Quiero que pasen los años y siga teniendo mi partida guardada de Animal Crossing o ese Celebi que conseguí en un evento, y aunque tenga las herramientas para volver a ese punto como un editor de partidas, a la hora de la verdad, no se siente igual.

Hay bastantes formas de extraer esas copias o esas partidas guardadas, pero, como no, tenemos que modificar la consola con aplicaciones caseras o utilizando aparatos bastante caros y complicados de encontrar. Lo más fácil siempre es lo primero, y gracias a que alguien ya se ha jugado una denuncia por modificar software propietario estamos cubiertos legalmente, ya que extraer el software de un medio por el que has pagado sí que está permitido. Cuando el disco o el cartucho se rompa, podremos usar esa copia en un emulador o en la propia consola si está modificada, y para entonces la garantía ya será cosa de otro tiempo. Quizá me haya alargado un poco, pero simplemente quiero transmitirte que el tiempo pasa por todo y que las grandes empresas en pocas ocasiones van a ayudarte. Queda ver la respuesta de Nintendo, si se puede solucionar con un simple parche, si te arreglan el cartucho (cosa que dudo al haber parado de arreglar consolas) o si te lo cambian por otro, pero también pueden no hacer nada, que el problema no tenga una solución tan sencilla y te quedes con un trozo de plástico. Así que no lo olvidéis: siempre nos quedarán las copias de seguridad.