Sammie Darko
Dontnod es uno de esos pocos estudios que en cuestión de tan solo un par de años han logrado labrarse, a base de trabajo duro y buenas ideas, una más que respetable posición en la atosigada industria del videojuego. Un ejemplo a seguir para el panorama independiente, y toda una envidia para el resto de compañías de segunda fila. No es para menos, pues Remember Me, su ópera prima, ya apuntaba considerablemente lejos llevando a nuestras PS3, Xbox 360 y PC mecánicas relativamente innovadoras y exprimiendo al máximo un reducido presupuesto que, afortunadamente, no restaba peso al apartado visual. Un muy buen punto de partida del que la compañía, seguro, aprendió mucho, pudiendo realizar a posteriori proyectos mucho más redondos como Life is Strange o el más reciente Vampyr, los cuales, si bien están a años luz de la perfección, se han hecho querer entre la comunidad de jugadores por méritos propios.
Tras experimentar con otros géneros como la acción y el sigilo, el estudio presentó en el pasado E3 2018 Twin Mirror, una aventura gráfica en tercera persona muy centrada en la narrativa, desarrollada de manera paralela a Life is Strange 2, que bebe de propuestas como Farenheit y de series como Twin Peaks. Con un formato episódico, el título tratará de explorar la psicología humana desde una perspectiva rígida, formal, acercándose sin miedo alguno a temas como la amnesia, la demencia o la bipolaridad. Esta obvia madurez queda patente, incluso, en el apartado gráfico del que hace gala esta experiencia, pues el conjunto visual se encuentra mucho más cercano al realismo que los anteriores títulos de la empresa. No solo hablo de números, de texturas en alta resolución o de tecnicidades varias, sino también del arte presente en este Twin Mirror, algo más oscuro y profundo – pero no por ello necesariamente mejor – que el de la otra entrega que actualmente tienen entre manos.
Pero para transmitir todo lo que se pretende – que no es poco – primero precisamos de un protagonista a la altura. Conoceremos, así, a Sam, un hombre de 33 años que justamente no está pasando por su mejor momento, teniendo que volver a su ciudad natal, Basswood, para el funeral de su mejor amigo. Todo ello mientras se recupera de una dolorosa ruptura, que le incita a la depresión y a la desidia.
Tras el funeral, Sam despertará en su habitación de hotel con una camisa completamente llena de sangre, y sin recordar absolutamente nada de lo que pasó la última noche. Dará comienzo, por tanto, a una investigación personal en la que tratará de descubrir la verdad, pero a través de la cual solo hallará quebraderos de cabeza dados los extraños sucesos que están teniendo lugar en la citada localidad de Carolina del Norte y a sus propias condiciones emocionales. Para resolver lo primero, tan solo deberemos de interactuar con diferentes personajes y entornos de una forma muy similar a lo visto en propuestas como Until Dawn o Heavy Rain, aunque para zanjar lo segundo tendremos que construir nuevas relaciones sentimentales con otras personas, así como realizar visiones introspectivas de nosotros mismos de manera ocasional. Dichas visiones nos trasladarán directamente a la mente de Sam, de una forma física y literal, y ayudarán a nuestro protagonista a recuperar gran parte de su memoria y, por ende, resolver el misterio en el que se ha visto inmiscuido.
El único miedo que me surge en este sentido, tras haberle dedicado unos 30 minutos a una versión muy temprana de la aventura, es aquel relativo al desarrollo de la trama. Durante este tiempo, en el que apenas he podido apreciar las secuencias iniciales del juego, me he llevado la impresión de encontrarme ante un título interesante, pulido y, en gran parte, adictivo, pero también ante un título que no se toma el tiempo necesario en narrar correctamente la acción. Un juego que tiene prisa por sorprendernos, y por mostrarnos esa vida adulta a la que Sam tendrá que plantar cara. Y esta presura, en buenas manos, puede estar muy bien, manteniéndonos pegados a la pantalla con tal de descubrir constantemente lo que ocurrirá después, pero, como todo en esta vida, debe de ser bien medida.
Sin mucho más que comentar al respecto, esperamos que este apremio, que todavía pueden calibrar y ajustar a placer, se extienda al desarrollo per sé, con tal de que podamos echarle el guante cuanto antes a una aventura que, de momento, está fechada para 2019. Aunque, tal y como me ocurre con el guion, el ritmo me es indiferente mientras el final merezca la pena. Pese a mis ansias de catarlo, reconozco que, en según qué ocasiones, es mejor ir despacito, pero con buena letra.