La joya oculta de un clásico
Mega Man es una de las sagas plataformeras más queridas dentro de los videojuegos y especialmente entre los más veteranos. Una franquicia clásica y con un estilo singular que Capcom no supo gestionar del todo bien a lo largo de su historia. Incluso Keiji Inafune, uno de los diseñadores originales, intentó competir de manera independiente con un más que cuestionable Mighty No. 9. Por otro lado, cualquier intento de replicar el estilo de nuestro héroe azul siempre hace evidente su fuerte influencia, como ocurre con el indie 20XX. Más de 30 años después de su nacimiento, Mega Man sigue siendo único en la industria de manera clara: su jugabilidad, sus carismáticos villanos y las magistrales bandas sonoras siguen ocupando un lugar en la mente y el corazón de muchísimos apasionados del mundillo.
Sería relativamente fácil hacer un top de los mejores títulos de la saga: su primer lanzamiento, aunque discreto, sentó las bases y es digno de jugar. Mega Man 2 es directamente un clásico de culto en los videojuegos que simplificó, mejoró y extendió la fórmula del primero. Su tercera entrega le sigue los pasos, y la cuarta definitivamente asentó la jugabilidad. Después de eso, los siguientes lanzamientos empezaron a tambalearse haciéndose repetitivos, teniendo unos villanos con menos personalidad y unas tramas con giros cada vez más absurdos, lastrando por completo la sencillez de la que hacía gala. Las excepciones a esa “maldición” fueron Mega Man X (otro clásico de culto que fue planteado como un spin off), Mega Man 7 (que aunque incomprendido en su momento, para mí y para muchos es de los mejores) y el raro Mega Man & Bass.
Cuando los experimentos salen bien
Corría el año 1996 y la franquicia había debutado en la nueva generación de consolas 32 bits (PlayStation y Sega Saturn) con su octava entrega. Ésta ponía de manifiesto una vez más que, aunque seguía teniendo estilo y buenas ideas, Capcom no era capaz de encontrar la fórmula adecuada para adaptarse al mercado a la vez que seguir manteniendo a los fans. A Mega Man 8 le llovieron las críticas negativas y era un claro ejemplo que cómo un buen punto de partida se convertía en un desastre a base de detalles que se veían fuera de lugar. Pero en 1998, en un más que extraño y sorprendente movimiento, Capcom lanzó una alternativa llamada Mega Man & Bass… ¡para la Super Nintendo! Se convertiría así en uno de los últimos cartuchos para esta máquina de 16 bits, uno dirigido a un mercado concreto de jugadores y siendo altamente coleccionable.
Lo mejor es que fue considerado por muchos como el verdadero Mega Man 8, o incluso el hipotético Mega Man 9. Era un ejercicio casi perfecto de lo que los fans querían ver y jugar: por un lado conservaba el estilo clásico, y por otro lado incorporaba ciertas mejoras como un nuevo personaje jugable (Bass, que había debutado en Mega Man 7), posibilidad de guardar la partida y una peculiar selección de niveles en forma de árbol. A esto habría que añadirle el reciclaje de gráficos, sprites y algunos enemigos de las consolas de 32 bits, por lo que lucía genial en una ya “desfasada” SNES. La banda sonora, aunque mantenía un estilo más ligero al igual que Mega Man 8, volvía de nuevo a presumir de melodías magistrales llevando el estilo musical a un aire funk que sostenía el ambiente de todo el juego.
Mega Man & Bass consiguió aunar sencillez, novedad y madurez a partes iguales, y así lo conserva hasta el día de hoy. Es un título que ha envejecido realmente bien y desde luego merece estar entre los mejores de esta franquicia de Capcom, aunque sea muy poco conocido debido a su limitado lanzamiento original. Quizás por eso casi no se le tiene en cuenta y es poco más que una anécdota dentro de la saga. Tanto que en los últimos años hubo varios recopilatorios para las consolas de nueva generación y ninguno lo incluye, cosa que me parece un error inmenso porque negaron a más jugadores descubrir una pieza de gran calidad. Únicamente salió una conversión para Game Boy Advance allá por 2003 y otra para Wii U en 2015, con acogida limitada y desde luego sin conseguir desbancar a la versión original de SNES. Un título menor con cierto aire experimental que, aunque parezca increíble, sigue siendo mejor y más novedoso que la mayoría de su familia. Un camino medio, una alternativa a Mega Man 8 dirigida a los más puristas pero lo suficientemente diferente para darle de comer aparte. Es un gran recomendado que personalmente lo comparo con Mega Man X: una exploración de nuevos caminos que salió realmente bien. Jugadlo porque no tiene despercidio.