"Venid conmigo, porque yo soy la Parca"
Los años 90 fueron la época dorada de las aventuras gráficas. Todos sabemos eso. LucasArts se alzó como una de las grandes empresas que dieron fuerza al género, títulos como The Secret of Monkey Island o Day of the Tentacle lo corroboran. Pero los 90 no solo fueron el auge de las aventuras gráficas, sino también (tristemente), la década en las que estas cayeron brutalmente en el olvido.
La llegada de los gráficos en 3D, el asentamiento de las consolas de sobremesa… Muchos fueron los factores que se unieron para que prácticamente de la noche a la mañana estos títulos empezasen a escasear en el mercado. Y allá por 1998, cerca de terminar el siglo, llegó Grim Fandango, un juego que se sentía como la culminación de una etapa. Un juego a medio camino entre dos mundos. Muerte y vida se estrecharon las manos en esta aventura llena de carisma y pasión. Título que por méritos propios se consagró como uno de los mejores de la historia. Amado irremediablemente por quien tenga el gusto de catarlo.
Y veréis, yo nunca tuve la suerte de jugar estas aventuras gráficas en su tiempo. Es algo que se me escapó de las manos. Cierto es que la industria ha cambiado mucho en los últimos veinte años, pero los jugadores no olvidan, y a veces, las compañías y los desarrolladores tampoco. Por eso existen tantas remasterizaciones (algunas más acertadas que otras). Grim Fandango tuvo la suya propia en el año 2015, y ha sido gracias a eso que recientemente por fin he podido disfrutarlo en todo su esplendor.
Al Noveno Infierno
Liderados por el imaginativo Tim Schafer, LucasArts creó durante varios años de duro esfuerzo Grim Fandango. Para quien nunca lo haya visto, es obvio que este juego posee una personalidad única y genial que entra por los ojos al primer vistazo. No solo su título es llamativo. Todo su diseño es un maravilloso trabajo de ingenio y arte que se desborda en cada secuencia, en cada escenario y personaje. Su argumento, por supuesto, no se queda a la zaga.
Somos Manny Calavera, un agente de viajes, pero no uno cualquiera porque… estamos muertos. Estamos en la Tierra de los Muertos, y nuestro cometido es venderles viajes a las pobres almas en pena que pasan por nuestra oficina. Estos clientes, dependiendo de cómo hayan sido en vida, recibirán mejores o peores lujos para poder llegar al Noveno Infierno, el último lugar en el que se dice que las almas descansan por toda la eternidad. Así que Manny tiene que compaginar esta labor con la de segador de almas, y trabajar duro para algún día poder él también viajar al descanso eterno.
La trama arranca desde esta sugerente premisa, y poco a poco va mostrándonos a lo largo de cuatro años y un montón de escenarios de lo más variopintos, un extraordinario reparto de personajes con los que tendremos que lidiar. Lo que comienza como un trabajo rutinario, se va abriendo paso hacia una historia con pinceladas de misterio, confabulaciones, engaños, amoríos, revoluciones, y mucho más. Grim Fandango es un digno sucesor espiritual de todas las historias de cine negro o noir clásico, desde Casablanca a El halcón maltés, el videojuego respira por todos sus costados esta clarísima influencia. Y no la esconde, al contrario, se deja llevar por ella, recreando escenas a modo de homenajes, soltando diálogos míticos, o construyendo personajes que son arquetipos del género.
Rezuma originalidad enseguida.
Aunque no es esta su única influencia. La otra más destacable es, por supuesto, la de la mitología mexicana entorno al Día de Muertos. Los personajes recuerdan a los diseños calaca de esta cultura (basados en el trabajo del dibujante José Guadalupe Posada), incluidos algunos de sus coloridos escenarios. Otros muchos, reciben parte de herencia del Mictlán, el inframundo azteca. Todo esto, combinado con un estilo que parece sacado de los años treinta, proporciona a Grim Fandango un aspecto pintoresco y para nada habitual, que rezuma originalidad enseguida.
En término jugables, la verdad es que es bastante directo. Podemos manejar a Manny con los controles originales en “modo tanque”, usar los de la remasterización que nos permite rotar mucho más cómodamente, o en la versión de ordenador ir haciendo clic en los objetos que queramos inspeccionar. La interfaz del juego es todo lo limpia que puede ser, sin nada que nos estorbe en pantalla. Tenemos un botón que nos da acceso al inventario (que no es otro que los bolsillos de Manny), otra para correr, uno para oír sus pensamientos y uno más para interactuar, y poco más.
Como toda aventura gráfica, nos toparemos con montones de personajes con los que dialogar (especial mención al perspicaz doblaje, tanto en original como en castellano, plagado de acentos), objetos que recoger, y misterios que resolver. El juego en ese sentido no se anda con tonterías y a veces pone las cosas bastante difíciles. Yo mismo reconozco que acudí a guías para no quedarme encallado sin saber qué más hacer (aunque es recomendable resolver por uno mismo los ingeniosos puzles). Sí diré que en unas pocas ocasiones el juego es un tanto injusto o confuso, especialmente si no es en la versión de ordenador, ya que jugando con mando no queda del todo claro qué objetos son interactuables y cuáles no, y en otras deliberadamente complejo, pero es algo que se le perdona sin problema.
Especial como pocos
El juego en su día fue totalmente sorprendente, y un trabajo titánico para todos los implicados en su creación. Así nos lo hacen saber los propios creadores a través de los comentarios del director, una de las mejores incursiones que contiene la versión remasterizada. Si queremos, podemos activar esta opción en el menú de pausa, lo que nos permite ir descubriendo pequeñas grabaciones alrededor de objetos y personajes. Es genial oír hablar de primera mano a los desarrolladores y que estos cuenten curiosidades de la obra y de cómo fue gestada en su día.
Otra mejora a mencionar de la remasterización, esta vez respecto a su apartado gráfico, es el modelado de personajes. Todos han sufrido un merecido lavado de cara para lucir mejor, más definidos y en alta resolución. También el sistema de iluminación ha sido ciertamente mejorado para algunos momentos. Sin embargo, el resto de elementos de los escenarios, que son imágenes pre-renderizadas, se mantienen idénticos a como eran en su día, y he de decir que esto me ha sorprendido para bien. Aguantan el tipo de sobra a pesar de los años, y la dirección de arte consigue realzar muchísimo el conjunto general. Por cierto, se puede jugar en una relación de aspecto de 4:3, o ampliar a panorámico (con su consiguiente achatamiento visual, claro).
Además, la banda sonora es el otro apartado que recibió atención para esta edición, pues algunas pistas fueron regrabadas con orquesta. A cargo de Peter McConnell, la música del juego es un auténtico alucine, una mezcla de instrumentos y referencias colosal que hace las maravillas continuamente. Es una música que, como el resto del juego, tiene una personalidad abrumadora, con melodías pegadizas y que aciertan para cada instante.
Nadie sabe lo que va a pasar al final del camino…
Tremendamente divertido, eso es lo que se me viene a la cabeza después de haber podido jugarlo. Grim Fandango es una experiencia genuina. Tiene un montón de virtudes, y su trama está cargada de momentos especiales, chistes muy graciosos y hasta un gran mensaje tras su fachada. Es normal que en su día recibiera tantos elogios. Yo hasta lo recomendaría como algo que tienes que jugar al menos una vez en la vida. Representa el espíritu de las aventuras gráficas a la perfección.
Hay obras que son irrepetibles, frutos del momento y las circunstancias. Tal vez Grim Fandango lo sea. Seguramente lo sea.
Yo me quedo con algo que dice el propio Tim Schafer durante un comentario del director en el juego, y que es una gran lección: