Se hace camino al andar
Recuerdo ese maravilloso verano de 2016 en el que un sueño que muchos guardábamos en nuestro corazón se hizo realidad. Las criaturas de Game Freak, de mano de Niantic, inundaron nuestros dispositivos móviles, creando un fenómeno que se volvió viral de la noche a la mañana. Recuerdo quedar con mis amigos a dar una vuelta y a tirar gimnasios, la alegría que nos envolvió a mi padre y a mí al capturar nuestro primer Pikachu y la emoción que me entró en el cuerpo al capturar a la primera criatura. Porque al final del día, Pokémon va de eso, de la aventura, de ir por ahí capturándolos a todos mirando con cuidado de no ser aquel que aparezca en las noticias que le atropellaron por un Diglett. Ahora en serio, Pokémon Go nos pilló a todos desprevenidos, y no porque se hubiera anunciado hacía meses y tuviéramos muchas ganas de este, sino porque no vimos venir la marabunta de gente que se unió al fenómeno. Tanto propios como extraños salimos a la calle a buscar esos muñecos japoneses, y aunque han pasado 3 años la comunidad sigue sorprendentemente activa. Es cierto que el público menos entregado ha desaparecido y ahora solo quedamos los fans, los que hacen ejercicio y mi padre.
Creo que es buena hora para repasar cómo han sido estos años, y aunque todo estalló en un abrir y cerrar de ojos, la verdad es que el juego se sentía vacío: las cosas que la gente más esperaba eran los intercambios y los combates, y ninguno de ellos llegó hasta más adelante. Muchos tildaron al juego como “álbum de cromos”, y aunque me duela he de decir que tenían razón, aparte de los gimnasios había poco que hacer. También fue la temporada con más cambios, ya que se quitó el sistema de huellas al dar fallos y se tiraron las páginas web donde se podían ver las localizaciones de los más raros, y aunque entiendo que rompe en parte el sentimiento de aventura, se hacía muy pesado que solo hubiera Rattatas, Pidgeys y Zubats; aún tras ese golpe, el juego siguió adelante con los eventos en vivo (herencia de Ingress) y promociones especiales.
2017 empezó fuerte con la inclusión de la segunda generación, allá por febrero; esto añadió mucha variedad a la pokédex, sobre todo porque en esos meses la generación de los nidos estaba algo más clara. Algo que hay que destacar es lo implicada que se volvió la comunidad desenmarañando cómo funcionaban los spawns de bichos, una recopilación de todos los ataques posibles de cada uno e incluso herramientas para definir si nuestro Pokémon está bien dotado o no (algo que el juego no dejaba muy claro en ningún momento). Sin embargo, también hubo una caída muy fuerte por parte del público menos paciente (como fue mi caso), ya que los incesantes bugs, caídas de servidores y demás problemas solo obstaculizaran el progreso en el juego. Aún así, las noticias por caídas tontas, atropellos y atracos a altas horas de la noche en poképaradas con módulos cebo activados fueron menguando. También se arregló el sistema de avisos de Pokémon, ahora mostrando la poképarada en cuyos alrededores se encuentra, y ésta marcada en el mapa.
Los legendarios tardaron en llegar, sí, pero vinieron tras la reforma de los gimnasios, que cambiaron tanto el cómo afrontarlos poniendo medidores a los Pokémon que se van gastando tanto con el tiempo como con los combates perdidos, como el sistema de distribución de monedas; a su vez, se convirtieron en poképaradas, arreglaron que cualquiera pueda hacerse con un gimnasio tras derrotarlo y, en el primer aniversario del juego, en lugares de incursión. Las incursiones, para aquel que lo abandonara demasiado rápido, consisten en un Pokémon muy grande con un PC exagerado y que normalmente hay que derrotar entre varias personas. Este es el punto en el que los flyers (los que cambian su posición gracias a aplicaciones externas) salieron de nuevo en auge, y los que provocaron en su día que Niantic se pusiera como loca a banear cuentas sin parar, y a más de un pequeño inocente sin querer. A su vez, para celebrar el lanzamiento de Pokémon Sol y Luna, las formas de Alola de varios Pokémon se incluyeron en el juego, quedándose hasta el día de hoy.
Llegamos al invierno, con sus respectivos eventos y Pikachus con sombreros, y por supuesto con la generación 3 a nuestro alcance. Los Pokémon de Rubí, Zafiro y Esmeralda llegaron para celebrar Halloween, y fueron lanzados en pequeñas tandas. Poco a poco las oleadas de pidgeys se volvieron Sentrets y Furrets, como ya pasó con los Snubbull. Sin embargo, ya se empezó a notar un problema que va a perseguir al juego por el resto de su vida, y es que a estas alturas es, por ejemplo, muy difícil capturar Zubats, cuando hace un par de años salían a patadas. Hay tantas criaturas en estos momentos que se vuelve complicado encontrar muchos Pokémon como Hoothoot, que un día fueron los amos de la calle. Sé que son olas que van y vienen, pero aún así es frustrante. Cerramos ese año con la actualización climatológica, en la cual diversos Pokémon aparecen con más frecuencia según el tiempo que haga en esa zona, algo que bastante gente anhelaba desde un principio (aunque ya ocurría con muy pocos Pokémon, por ejemplo, Hitmonchan y Hitmonlee aparecían cerca de estadios y edificios deportivos). Ya bien metidos en 2018 llegamos a dos de las actualizaciones, a mi juicio, más importantes: las misiones y los amigos.
Las misiones se reciben en cada poképarada, y completando una al día te ponen un sello en tu hoja de ruta.
Estas misiones dan la oportunidad de tener enfrentamientos con Pokémon más fuertes y que no pueden huir, así como obtener polvo estelar y bayas. Al completar 7 sellos tendremos un encuentro especial, por lo general un Pokémon legendario. Las amistades, por otro lado, permiten que los distintos entrenadores se envíen regalos con recursos para obtener bonus en las incursiones, y permite a su vez el intercambio de Pokémon. Esta actualización llegó tan tarde debido al problema de generar un mercado negro a raíz de los Pokémon más difíciles de encontrar y los más poderosos, por lo que tienes que cumplir una serie de requisitos (gastar polvo estelar y tener un nivel de amistad muy grande, así como la limitación de Pokémon intercambiables) para poder realizar el mismo. Para finalizar el año, la generación 4 llegó a nuestras manos aún más a cuentagotas. Las últimas grandes actualizaciones han sido los combates entre distintos entrenadores, los cuales se tienen que realizar presencialmente y con un sistema de batallas distinto al de gimnasios, y la inclusión del Team Rocket Go, los cuales se encuentran en poképaradas y usan el mismo sistema de combate que con los amigos.
Pokémon Go es un juego que ha pasado por mucho cambio y ha sabido mantenerse gracias a Niantic. Aunque al principio todo fue un desastre, supieron dar un giro e ir dando pequeños pasos hasta llegar al juego que hoy es. Los distintos eventos según el tipo de Pokémon, la posibilidad de encontrarte a un shiny o un Ditto, los días comunitarios y las incursiones han sabido reavivar ese espíritu de colaboración que había en los primeros meses de su nacimiento. Seguramente no vuelva a ser igual de grande que por aquel entonces, fue una bomba que nos llegó a todos y, de nuevo, no vimos venir; pero algo está claro, y es que ha dado muchos momentos de alegría. En un tono más personal, empecé a hacer ejercicio gracias a este juego, y tanto las misiones diarias como la eclosión de huevos y las incursiones me animan a seguir adelante. He tenido mis momentos de dejarlo completamente apartado y seguramente nunca llegue a ser el mejor que habrá jamás, pero este juego, como muchos otros, tiene la oportunidad de cambiar vidas. En nada termina el evento con Rayquaza Shiny, en unos pocos días empieza el evento Aquático y Niantic ha insinuado la llegada de Jirachi, así que es un buen momento para volver a las andadas. Ya seas un jugador más casual como yo o uno más estratégico y meticuloso que mide hasta el último porcentaje de todos sus Sligma, aquí te verás abrazado por una comunidad que tiene sus más y sus menos, pero con la que te vas a reír un buen rato.