Si vis pacem, para bellum
La guerra para muchos es la miseria, la muerte de miles de personas y desestabilización socio-política. Para otros una guerra significa beneficios, los cuales pueden ser territoriales, económicos o de cualquier otro carácter. Pero existe también un puñado de ‘locos’ para los cuales, la guerra es simplemente una forma más de continuar la relación política entre dos o más países. Pero, sea como sea, la guerra es una parte oscura y dura de la civilización que no solo tiene impacto sobre lo real, sino también está más que presente en la industria de los videojuegos. Pero en esta ocasión no vamos a hablar de Call of Duty, Brothers in Arms o Company of Heroes… Esta vez vamos a hablar sobre legionarios, testudos, ríos de sangre y vino y tiempos de intensa diplomacia… Y si te has quedado hasta ahora, quédate un poco más, por favor, que Roma te necesita…
“Total War: ROME II – Emperor Edition” y su expansión “Rise of the Republic“, es una experiencia de guerra total perfecta. Y antes de proceder con el análisis de dicha expansión, permitidme que os hable un poco sobre las mejoras y ventajas que nos trae la “Emperor Edition” de este gran juego de estrategia en tiempo real. Esta edición presenta muchas mejoras visuales, tanto en el campo de batalla como en el propio mapa diplomático. Lo cierto es que ese cambio es algo que te llama la atención a primera vista, ya que hay elementos que ahora tienen sus propias sombras o efectos de movimiento, entre otros y esos detalles son algo que realmente se agradece ya que se percibe todo el entorno como algo mucho más vivo.
Las batallas reequilibradas, es otra gran mejora que han implementado los desarrolladores de Creative Assembly. Ahora cuando estamos luchando con nuestras unidades en el campo de batalla, se pueden incluso ‘sentir’ ciertas características como la huida de nuestros soldados de la batalla o la presión ejercitada sobre la primera línea del frente. Con eso quiero decir que el juego ha mejorado en ese aspecto ya que algunos enfrentamientos anteriormente (no todos), eran dos puñados de guerreros pegándose y el que tenía más unidades pesadas ganaba. Repito que eso no pasaba en todas la batallas, pero en algunas sí y esa incoherencia se ha corregido ya que es totalmente realista que dos unidades ligeras puedan ganar una pesada si las gestionamos de forma adecuada. Pero tampoco podemos pasar por alto, el hecho de que todo el contenido que salió hasta la fecha desde el día del lanzamiento de Total War: ROME II, está disponible para los poseedores de ROME II de forma totalmente gratuita, tanto la campaña del Emperador Augusto, como todas las mejores que incluye la “Emperor Edition”.
Ahora bien, ya podemos pasar a desgranar el pack de expansión Rise of the Republic o El auge de la República en cristiano. Todo el fondo histórico está enfocado al siglo VI a.C., donde el gran imperio romano estaba en constante expansión y a varias tribus de los alrededores no les agradaba la idea del poder militar y territorial que tenía Roma en la mente y los planes. Pero el trasfondo no lo es todo. El mapa que nos ofrece esta expansión es una maravillosa recreación geográfica de la bota itálica y sus alrededores, para que nos pongamos al máximo en la piel del emperador con unos cumpleaños demás. También podremos disfrutar de la visita de nueve facciones jugables, las cuales son: Samnitas, Siracusa, Senones, Taras, Venetos, Tarquinia, Insubres, Ilienses y como no, nuestra tan preciada como pequeña, Roma. Cada una de esas nueve facciones jugables, tiene sus propias características como el poder militar o territorial, o la abundancia de materias de comercio o eficiencia de las respectivas unidades.
Para los amantes de la diplomacia y la política, los chicos de Creative Assembly, también han preparado algunas que otra cosa que resulta ser útil y decisiva, si se emplea bien, claro. Obviamente no voy a mencionar todos y cada uno de los detalles, pero lo que si que quiero remarcar es la vivencia política de las diferentes facciones gracias a esas implementaciones. Por ejemplo, existen pueblos que pueden convocar cumbres en las cuales se efectúan votaciones que tienen influencia sobre dicha nación. También podemos utilizar a los filósofos para mejorar el rendimiento de nuestras investigaciones e indagaciones científicas. En todo caso, se nota bastante que la política está enfocada a lo que vendría siendo ‘un pueblo tribal’ o en otras palabras, naciones que todavía están en su fase ‘beta’, sin avances socio-tecnológicos y/o políticos notables.
Facciones nuevas, política mejorada y como no, ejércitos más variados. Las nuevas unidades que trae consigo esta expansión son bastante curiosas, ya que como se trata de una precuela, estas son algo más atrasadas tecnológicamente, como es de esperar en comparación con los siglos posteriores al del escenario de la expansión. Todas las facciones tienen unas unidades únicas con diferentes fortalezas y debilidades. Y una de las más curiosas a destacar, es la unidad de caballería de los Venetos con caballos criados específicamente para la guerra. Para la carga y carreras largas, esas bestias son las primeras en participar. Los nuevos edificios y tecnologías abundan en el juego, lo cual hace que podamos rejugar el juego una y otra vez. La posibilidad de distribuir las unidades o manipular la política de nuestra nación, hacen que cada partida se sienta como algo totalmente nuevo.
El siguiente punto que me gustaría desarrollar un poco más es la partida que jugué yo. La verdad es que cuando comencé a jugar estaba algo perdido con tanta opción y tanta ventana emergente. Pero con el tiempo te acostumbras, tanto a las ventanas y las opciones, como a las tribus que te hacen papilla a dos frentes. Pero bueno, como soy una persona muy original, para la primera partida elegí Roma. Lo sé, lo sé, pero mis genes romanos finalmente pudieron conmigo. Hasta este punto todo bien. Elegimos la cultura, después la facción y comenzamos la carrera de los emporios en constante crecimiento. Al principio de la campaña, nos ponen en situación y nos asignan ciertos objetivos los cuales debemos cumplir (y no es que sean precisamente fáciles). La saga Total War, al ser por turnos en el mapa, nos restringe la libertad de cierta manera. Por ejemplo, vamos a mejorar una construcción y a crear cuatro unidades, pero al finalizar el turno, puede que otra facción ‘aproveche’ nuestras decisiones y nos haga papilla dentro de dos o tres turnos siguientes. Básicamente, porque en lugar de mejorar un campamento para poder reclutar tropas mejores, comenzamos a mejorar un edificio con características sociales para tener contenta a la gente y en ese momento… ¡En toda la frente! Tenemos a un general enemigo con 1100 tropas y unas 900 de refuerzo tocando las puertas de Ostia, que en este caso es mi ciudad portuaria.
Por lo tanto, en este caso hay que tener en cuenta de todo un poco y sobre todo nuestra forma de jugar que puede ser: agresiva, pacífica (no sirve, aviso), se puede llevar una guerra a través de asesinatos de políticos rivales, etc. Las posibilidades son infinitas y más cuando mezclas de todo un poco. Yo en este caso opté por intentar fortalecer mi posición militar en la península y después ocupar la facción de Veyes que disponía solamente de dos ciudades. A lo largo de unos cinco o seis turnos, las cosas iban bastante bien. Expandía mi arquitectura que a la vez me daba diferentes ventajas y seguía creando ejercito. Los Veyes estaban intentando tomar Ostia una vez por turno, pero gracias a los dioses pude resistir todos sus ataques sin demasiadas complicaciones. Pero llegando al décimo turno, más o menos, una facción bastante poderosa por la cantidad de carne de cañón de la que disponía, me declaró la guerra. Esa maldita facción eran los Volscos. En ese punto me atacaban en dos frentes diferentes y no podía crear guarniciones para atacar puntos que yo quería. Pasaron unos cuantos turnos y finalmente pude capturar la ciudad portuaria de los Veyes, pero al estar tan debilitado por la guerra, sabía que no podía mantenerla por muchos turnos más. Incluso me alié con los Hérnicos, pero los pobres estaban en guerra con los Volscos también y no podían enviarme ni tropas ni ayuda económica.
En esta partida se puede notar claramente la superioridad tecnológica de los romanos ante las amenazas por parte de los Veyes y los Volscos. Dependiendo de la facción que elijamos, que irá condicionada por la cultura seleccionada, tendremos diferentes objetivos por cumplir y como no, desventajas y ventajas que se irán dando a conocer conforme vaya transcurriendo el tiempo del juego. Por lo que he podido contaros de mi experiencia, podéis haceros una idea básica de que la inteligencia artificial, tanto en las batallas como en el mapa político, ha mejorado en menor o mayor grado. También he podido ver cierta mejora de cooperación por parte de las diferentes alianzas controladas por el ordenador.
“Una experiencia Total War completa, mejorada y didáctica”
Rise of the Republic o El auge de la República, es una expansión maravillosa que nos trae muchísimas horas de juego y una experiencia única con cada partida. Los hechos históricos recreados fielmente y las diferentes opciones, tanto socio-políticas como militares, nos ofrecen un abanico enorme de posibilidades que irán condicionando nuestra partida. Se puede aprender muchísimo jugando a esta maravillosa mezcla de RTS y TBS que no solo trata de machacar masas, sino también saber moverse por los diferentes partidos políticos y saciar las necesidades de un pueblo entero. Creo que ROME II es un experiencia Total War completa y casi perfecta, y digo casi, porque la perfección no existe. Si realmente te interesa la historia y los títulos de estrategia, este es un must-have que debe ser tuyo y más cuando se trata de una expansión donde podemos saber y sentir en tu propia piel, como fueron los principios de un imperio único, como es el gran Imperio Romano y los territorios vecinos.
Este análisis ha sido realizado con una copia para PC cedida por SEGA.