El estudio, que ya cuenta con demasiados proyectos en mente, se hace ahora con Carmageddon
La historia de los videojuegos nos ha dejado muchos momentos memorables con los que a día de hoy nos es sencillo emocionarnos, ya sea por el protagonismo que tomó en su día una determinada desarrolladora de la que nos declarábamos fans (SEGA, quién te ha visto y quién te ve…) o por el interés que presenta la carrera personal y profesionales de algunos desarrolladores, con los que hemos aprendido y madurado a lo largo del tiempo. Como mínimos entendidos de esta historia, podemos decir, por supuesto, que no todo lo que rodea a los videojuegos es de color rosa; detrás de los videojuegos hay empresas, y ya se sabe que cuando en algún sitio entra el dinero, los problemas no tardan en aparecer. Justo de esto venía a hablaros hoy: de la competencia entre las empresas y lo que esta desencadena, partiendo de una reciente noticia protagonizada por THQ Nordic.
La conocida empresa ha llevado a cabo una de las cosas que mejor se le ha dado desde su creación, y que no parece que vaya a frenar durante los años venideros. El estudio ha conseguido comprar una nueva licencia: la de Carmageddon, un clásico título de conducción visceral que reúne tres de las cosas que más nos gustan: las carreras, la destrucción del mobiliario urbano y el atropello desmedido de civiles inocentes. Este hecho ha sido anunciado en un comunicado de la propia THQ, por lo que en este momento, y de manera completamente oficial, la licencia del juego de Stainless Games le pertenece.
Desde el nacimiento de esta franquicia en 1997, la licencia ha tenido diferentes dueños. Todos la supieron aprovechar lanzando nuevas entregas de la franquicia, e incluso remasterizaciones del original, manteniendo así la presencia mediática de la saga. No obstante, lo interesante en este caso es que los actuales poseedores de la saga Darksiders (que todavía tienen mucho que aprender sobre marketing) han acumulado ya muchas licencias; casi demasiadas, pues, llegados a este punto, es muy difícil saber qué planes tienen en mente para la IP. Puede ser que saquen nuevas entregas del juego, o que simplemente se dediquen a remasterizar alguna de las entregas pasadas para plataformas actuales… pero también cabe la posibilidad de que no volvamos a saber de Carmageddon en mucho tiempo.
Actualmente podemos contar, según sus inversores, un total de 35 proyectos de THQ Nordic, de los cuales, salvo contadas excepciones, apenas se ha publicado información. Entre las recientes adquisiciones de este estudio nos encontramos con las compras de estudios como Bugbear Entertainment, responsable de Wreckfest; Coffee Stain Studios, responsable de Goat Simulator; así como la licencia de Alone in the Dark y Kingdoms of Amalur, ex-propiedad de Studio 38 que entró en bancarrota. Por si fuese poco, esta nueva THQ se hizo hace relativamente poco con auténticos titanes de la distribución como Koch Media, tomando parte así en sagas como Metro, Final Fantasy o Kingdom Hearts, entre otros. Y eso solamente en los últimos meses. Si nos fijamos, se repite un patrón en estas compras, y es que la amplia mayoría de las empresas/licencias citadas o bien habían perdido mucha presencia durante los últimos años, o bien estaban pasando por graves problemas económicos. Y esto no deja de ser el día a día del mundo empresarial: los peces gordos se comen a los más pequeños, y, como la mayoría de cosas, eso tienen un lado bueno y un lado malo.
Si me permitís opinar, me gustaría dejar constancia de que, en mi punto de vista, las compras de unas empresas a otras o a licencias de otras empresas favorecen generalmente al consumidor – sobre todo, si este tiene suficiente dinero para hacerse con los lanzamientos, claro está -, ya que es una muy buena forma de mantener vivas franquicias muy queridas por los jugadores, distribuyendo nuevas entregas cada cierto tiempo y permitiendo a ese nicho de gamers disfrutar de esos juegos que tanto les gustaban, pero que tan poco vendían. Además, las compras no solo favorecen a los usuarios, sino que también a los diseñadores y programadores, que de esta forma, siempre que el traspaso se haga correctamente, pueden pasar de trabajar en pequeñas empresas a ser miembros de un gran estudio.
Cómo no, esta historia tenía que tener un lado malo, y es que todas las empresas que compran estudios pequeños suelen ser tan grandes que, a la larga, se acaban generando monopolios, lo que le hace un flaco favor a la industria – pues provoca que se acabe con la variedad de productos,, homogeneizando géneros, y reduciendo la competencia -. Por otra parte, el problema más grave que veo yo es que se acaba con los proyectos indie y de pequeña escala (también conocidos como ‘doble A’), que muchas veces se atreven a tocar temas tabú o a probar ideas que grandes empresas no se atreven a experimentar. Esta compra de cualquier idea buena que se pone a tiro acaba por matar cualquier proyecto de una empresa con pocos medios pero buenas ideas.
En fin, os voy dejando ya, pese a que podría estarme horas escribiendo sobre esto. Espero que este artículo os haya hecho pensar un poco alrededor de estos conceptos, y sobre todo, que os haya mostrado que no todo lo que hacen las grandes empresas está bien – ni aunque se trate de THQ Nordic, a la que siempre le estaré eternamente agradecido por rescatar algunas de mis sagas favoritas -. ¡Nos leemos!