Back to the 90s
Durante nuestra preparación para la Gamescom, entre correo y correo a diferentes compañías, los chicos de Ubisoft nos hicieron hueco para ver a puerta cerrada un título aún por anunciar, que más tarde resultaría ser The Settlers, anunciado durante la ceremonia de inauguración de la feria. Un par de días más tarde pudimos verlo en acción por primera vez, y advierto desde ya que me ha dejado muy buenas sensaciones, aunque no logro a comprender el motivo concreto. Para hablar de esta nueva entrega de labla se, hace falta remontarse a 1993, cuando el estudio Blue Byte publicó un juego homónimo al protagonista de este artículo para Amiga. Detalles del lanzaliento original. Hoy, 25 años más tarde (26 si contamos que el título está previsto para su lanzamiento el año que viene, 2019), y 8 desde el último título, y con el estudio en propiedad de Ubisoft (aunque el creador original sigue presente , estamos ante un reboot en toda regla de la saga que se muestra cauto y ambicioso al mismo tiempo.
Bajo el popular Snowdrop, motor gráfico utilizado habitualmente por la compañía, y en una fase extremadamente temprana (Prealpha, según nos comentó la productora del juego) pudimos ver además del tráiler que se mostró en el anuncio el juego moviéndose en tiempo real, con varios puntos guardados para poder apreciar algunas de las posibilidades que ofrecerá The Settlers.
Cómo en todo simulador de gestión de ciudades, necesitaremos un punto de partida. En este caso, será la llegada de nuestros aliados a un nuevo territorio, el cual colonizarán bajo nuestro mando, desde la construcción de casas en las que vivir, puntos de recolección de frutos silvestres o de pescado hasta puestos de tala de árboles. Evidentemente, esta nueva entrega mantiene el ritmo lento y pausado que caracterizó a sus antecesores, y esto hizo necesario el uso de varios puntos de guardados preparados de antemano para enseñar algunas de las novedades. Una vez instalados, podremos comenzar a expandirnos, utilizando los tres tipos de unidades existentes (Crafters, que crearán objetos nuevos, o recogerán los recursos del mapa, Carriers, que los trasladarán de un punto al otro, y las unidades militares, que se dedicarán a combatir y extender nuestras fronteras), y estableciendo órdenes directas para cada uno, potenciando el micromanaging y el control que podremos ejercer sobre nuestros aliados.
Como novedades, se ha establecido un nuevo sistema de energía para los aldeanos, así como libertad para ejercer cualquier tipo de tarea sin importar sexo o color de piel, algo que entregas anteriores sí estaba restringido.
Acto seguido, avanzamos en el juego hasta tener ya una pequeña ciudad, sostenible respecto al nivel de recursos y con varios edificios construidos, como restaurantes o panaderías, que ayudan a elevar el nivel de felicidad de los habitantes, en torno a lo que giró parte del final de la demo, como veremos más tarde. Sin embargo, en este punto nos mostraron la posibilidad de entrenar nuevas unidades (así como cambiar de oficio a algunas, si fuese necesario), enfocadas al aspecto militar, con el que podremos extender nuestras fronteras. Este componente de exploración será tremendamente importante, pues como cualquier civilización en crecimiento, llegará el momento en el que los recursos comiencen a escasear y sea necesario encontrar nuevas fuentes de ellos.
Mediante esta ampliación de territorio no solo podemos llegar a este primer objetivo, pero también otras poblaciones controladas por la inteligencia artificial, las cuales podremos conquistar para sumarlas a nuestro territorio. Las batallas medirán la capacidad de los ejercitos de ambos bandos, además de las estructuras defensivas existentes, siendo la eliminación total la vía para ganar. De igual manera, podremos también perder nuestros territorios, en combate o por rebelión de los propios habitantes, que podrán sublevarse si no son felices bajo nuestro mandato y sumarse a otra facción. Evidentemente, podemos hacerlo a la inversa, zanjándose la situación con un combate en un coliseo al más puro estilo romano.
Estas fueron básicamente las opciones que pudimos ver de The Settlers, aunque de aquí a su lanzamiento (fijado para finales del año 2019) es posible que se añadan o varíen algunas de ellas. Lo que es prácticamente fijo es el estilo artístico, mostrando una vez más la versatilidad del motor Snowdrop y dejando ver un estilo lowpoly que encaja muy bien con el ritmo de juego que pretenden implantar desde Blue Byte, pausado y tranquilo, sin presiones, alejándose de propuestas del género recientes como puede ser Frostpunk (mucho más oscuro), y preparado además para todo tipo de públicos, facilitando así su popularización por parte del público después de tanto tiempo sin novedades de la saga. Personalmente, The Settlers me dejó buenas sensaciones, abriéndome las puertas a un mundo en el que dejarme horas y horas con toda la tranquilidad y paz del mundo, con las suficientes posibilidades como para que la monotonía llegue a afectar a nuestra experiencia de juego.