Bajo el peso de la ambición
El estudio checo Gold Knights se estrena con este ambicioso RPG que busca aunar dos esquemas de juego bastante diferenciados y amplios por si solos. The Last Oricru llega para ofrecernos el sistema de roleo y toma de decisiones al estilo de Mass Effect con la acción de un soulslike, en una aventura en la que la espada y la palabra se reparten el poder a partes iguales. Todo esto ambientado en un mundo ficticio que combina la más pura fantasía medieval con tecnología sci-fi.
Un maravilloso mundo de contrastes y decisiones
The Last Oricru se nos presenta a través de un críptico y abrupto inicio que siembra las dudas que tendremos que resolver más adelante. Nuestro protagonista, un personaje prediseñado sin posibilidades de personalización, despierta en un planeta extraño, rodeado de seres de una raza muy distinta a la humana. Poco después, Silver (ese es su nombre) descubre que ha perdido sus recuerdos por completo y que ha sido marcado con el don de la inmortalidad, o más bien una condición que le condena a volver al mundo de los vivos cada vez que muere. Tampoco tardamos en descubrir que el planeta en el que estamos (Wardenia) se encuentra sumido en una guerra entre dos razas: los naboru y los rátidos.
Desde el principio, el juego deja claro cuál será su ritmo y su tono, ya que todo esto lo descubriremos a través de extensas y ricas conversaciones con distintos personajes. En ellas tendremos la capacidad de elegir nuestras respuestas, y por tanto definir una identidad para Silver sobre el lienzo en blanco que nos brinda su amnesia. No obstante, Silver tiene una marcada predisposición al sarcasmo y la incredulidad que no podemos controlar, y que deja una faceta de su desarrollo fuera del alcance del jugador. Además, las constantes bromas y chascarrillos pueden sentirse bastante fuera de lugar en muchas ocasiones, y acaban resultando cargantes.
No, obstante, al César lo que es del César, y el desarrollo argumental de The Last Oricru está muy bien alimentado por su sistema de toma de decisiones. En función de nuestras decisiones y actuaciones para con muchos personajes, iremos estableciendo una alianza con una de las dos facciones beligerantes, lo que cambiara sustancialmente las misiones que afrontemos y los personajes que conozcamos. Por el camino, descubriremos que una tercera raza entra en liza en el conflicto de Wardenia, aunque de forma más sutil y misteriosa. Se trata de una raza de mutantes de la que sabe muy poco, y que nos tocará a nosotros mismos descubrir. Por si fuera poco, el sistema de decisiones de The Last Oricru entrelaza de alguna manera la faceta argumental y la jugable, ya que cada raza tiene acceso a una escuela de magia diferente, y la afinindad con cada una determinará el acceso a poderes distintos. De esta forma, las decisiones conversacionales tendrán que decidirse teniendo en cuenta la moralidad, el desarrollo de la historia y/o los beneficios que nos aporten en cuanto a poderes, dependiendo del enfoque de cada jugador.
La pata coja de la mesa
Comentaba al principio que estamos ante un título ambicioso, que combina dos subgéneros del rol, y quizás sea demasiado ambicioso. Por desgracia, la acción y el combate en The Last Oricru no están, ni por asomo, a la altura de su apartado conversacional y argumental. Pesa demasiado la intención de acercarse a las fórmulas soulslike, tratando de emular la totalidad de la fórmula, pero sin llegar a funcionar satisfactoriamente. El combate transmite una sensación torpe y accidentada por diversos motivos: el funcionamiento de la cámara, la escasa sensación de impacto de los golpes y unas animaciones de movimiento bastante desfasadas. Trata de seguir, una a una, las líneas marcadas por el subgénero de los soulslike: pérdida de “almas” al morir, movimientos que consumen estamina, recursos curativos recargables…
Sin embargo, no funcionan, y el combate acaba restando calidad a la experiencia. No obstante, algunas características también apuntan hacia el rol más clásico, como la posibilidad de equiparnos con piezas de armadura y accesorios individuales para cada parte del cuerpo. La cantidad de objetos de equipo, desde armaduras hasta armas y anillos, así como sus características y diseño, si que apuntan más al rol clásico que al modelo soulslike. Así pues combinando el amplio abanico de equipo con los distintos tipos de magia, accedemos a una construcción del personaje que combina el desarrollo puro de atributos con la personalización y el estilo de cada jugador. La toma de decisiones no se limita a ser un elemento argumental, sino que también se debe tener en cuenta para la construcción del personaje a nivel jugable.
Un punto a favor dentro de lo que podríamos considerar el apartado jugable, y la propia acción del juego, es la posibilidad de jugar toda la aventura de forma cooperativa entre dos jugadores. Ya sea a través de conexión online o en pantalla dividida, podremos compartir toda nuestra aventura en Wardenia con un segundo jugador. Me parece un aspecto más que digno de mención, y no solo por lo que aporta en sí mismo, sino también por ser uno de los pocos títulos que siguen apostando por esto. En un mercado con muy pocas campañas cooperativas, y menos aún en juego local, resulta muy positivo que un título rescate esta posibilidad. Recuerda a grandes nombres del género que casi se definían por dicha característica, como Diablo III, Champions of Norrath o Divinity.
Por otro lado, el apartado visual de The Last Oricru refuerza esa sensación de desfase que nos transmite el combate. La calidad gráfica y de animaciones luce anticuada, con texturas y movimientos más propios de generaciones anteriores. El impresionante trabajo artístico y de diseño, que combina fantasía medieval con maquinaria y tecnología sci-fi, sufre por no tener una calidad visual a la altura. Cabe mencionar, que esta sensación se acentúa en los espacios abiertos y exteriores, pero disminuye en las mazmorras y otros espacios cerrados. En estos últimos, los escenarios y la iluminación lucen un aspecto más sólido.
Un mundo imaginativo manchado por los dolores de la guerra
En definitiva, The Last Oricru es un título que se define por lo agridulce de sus sensaciones. Cuenta con un mundo imaginativo y lleno de pasión por el género, y un sistema de roleo conversacional y de toma de decisiones muy positivo. Sin embargo, esto choca con apartado técnico que flaquea en lo visual y, en lo que es más importante, en el combate y las sensaciones que transmite. Es probable que la ambición haya sido excesiva y haya jugado en contra del resultado final. Sin embargo, se trata de un primer paso valiente para el estudio, y que invita a tener en cuenta sus futuros trabajos.
Este análisis ha sido realizado con una copia para PlayStation 5 cedida por PLAION.