Somos humanos, y debemos de recordarlo
El fin de este caótico año por fin se siente palpable. A apenas unas semanas de asestar el golpe definitivo, comienzan los preparativos para intentar recordar y rescatar las pocas o muchas cosas buenas que nos ha dejado este año, en un ya de por sí ardua tarea de recopilación. Al final debemos de entender que dentro de la subjetividad que vive en cada uno de nosotros, todos nuestros pensamientos, tops, y demás forma de categorizar, estos sentimientos y pensamientos serán sobre los que cimentemos nuestra elección. Sin embargo, siempre solemos encontrar más de lo que me gustaría el término objetividad, ¿de verdad existe algo así? ¿Podemos señalar y decir cuáles son los mejores juegos del año sin duda alguna? Parece que estas preguntas volverán al ruedo, pues la famosa gala de la industria de los videojuegos, The Game Awards, se acerca con pasos agigantados, y el público ya está votando por su juego del año.
Los inicios de esta gala se remontan a años atrás, concretamente a 2014, cuando se realizó la primera transmisión. Durante este evento, eminencias de la industria, fans y demás interesados se encuentran ante un festival donde los juegos son el centro de atención de principio a fin, pues la gala acoge desde los premios, divididos en categorías y la razón de su existencia, hasta anuncios que se lanzan durante la transmisión. Estos anuncios han convertido a los The Game Awards en un E3, pero en otra época del año, sentando a la gente frente a las pantallas para ver en primicia esos anuncios que a más de uno habrán sorprendido. Quedan todavía un par de días antes de que llegue la fecha elegida, donde, dependiendo de nuestra residencia, veremos durante la madrugada del jueves al viernes o en otro punto del día. Durante la fase previa al acontecimiento, se realiza una votación pública, donde la gente, durante diversas fases, puede votar a sus juegos favoritos del año. Una vez se hayan finalizado todas, las puntuaciones más votadas y pasarán a formar parte de la votación final del juego del año, donde también participa un jurado. El porcentaje de esta participación del público es de un 10% del total, mas cercano a un detalle con la comunidad que algo verdaderamente representativo.
Sin embargo, y como he señalado antes, ¿debemos de esperar algo de esta gala? ¿Es, de alguna manera, representativa, pero, sobre todo, necesaria para la industria?
Dicho esto, los seleccionados y los que han salido más votados no ha sorprendido a nadie, pues contamos con los triples A del año, como The Last of Us: Parte II, Doom Eternal o Animal Crossing: New Horizons, hasta la propuesta más humilde y que ha destacado como una estrella entre tanto gran lanzamiento, que esta vez ha sido el endiosado (y de manera merecida) Hades. Poco a poco va quedando menos para que se finalice la tercera ronda de votaciones para el público, a la cual podéis acceder desde aquí. La cabeza la lideran Ghost of Tsushima con un 44%, The Last of Us Parte II con 34% y Hades con un 11%, dejando detrás a Doom Eternal y Marvel’s Spider-Man: Miles Morales. Donde antes lideraba el título de Naughty Dog, ahora toma la iniciativa el juego de Sucker Punch Productions, un proceso que ha dejado alguna polémica, como un supuesto hackeo para que se produzca este resultado, aunque actualmente el post ha desaparecido de Resetera.
Nos gusta clasificar, nos gusta hablar de mejores y peores, hacer nuestros tops, confrontarnos con otros que difieren con los nuestros y glorificar aquellos que se asemejan de alguna manera. Al final es más cercano a una pelea de bandas, donde defender a capa y espada la legitimidad de nuestras elecciones frente a las débiles decisiones rivales. Claro que nos gusta. También me gusta a mí. Y no es algo intrínsecamente malo, para nada, el problema procede cuando, en defensa de nuestros argumentos, blandimos la dichosa palabra de “objetividad”. No, nada que proceda de un ser subjetivo como somos las personas puede, de manera tajante, ensalzarnos en lo objetivo. No somos máquinas, no somos datos directamente extraídos de la fuente, no somos números ni sí ni no, somos sensaciones, sentimientos, somos decimales y dudas, no vivimos en la verdad absoluta ni debemos de pretenderlo, pues no lo lograremos, y cuanto más nos esforcemos en ello, más difícil lo vamos a tener. Que los The Game Awards sean una fiesta para celebrar los grandes títulos y no una lucha, una donde intentar señalar lo bueno y lo malo que esta industria tiene. Un sitio del que podamos debatir y hablar, y no un lugar más donde comenzar una reyerta sin sentido empuñando números y tops.