Entre la Torre y Shannara
No soy un fan declarado de los RPG de corte táctico, ni un jugador asiduo de los mismos, y es por eso mismo por lo que valoro tanto la impresión que me he llevado con The DioField Chronicle. Este título RTS desarrollado por SquareEnix encierra mucho más de lo que pueda aparentar a primera vista, a pesar de la aparente simpleza con la que se desarrolla. Se trata de una aventura que sabe como combinar un gameplay sencillo, limpio y efectivo con una idea narrativa profunda y reflexiva. Si bien comete errores en la forma de narrar esa idea en ciertas ocasiones, la propuesta de fondo es destacable, y el conjunto de The DioField Chronicle logra un resultado muy positivo.
¿A qué jugamos?
A la política, a la política y la guerra. A eso jugamos en The DioField Chronicle. A través de un sistema RTS en tiempo real controlamos a un grupo de mercenarios y caballeros andantes en su particular campaña a través de un reino en guerra. Pero, antes de entrar en detalles sobre la historia, el mundo y la narrativa de este título, vamos a hablar un poco de cómo se juega. Su sistema de gameplay es bastante sencillo en su base, y se sostiene sobre misiones cortas (de no más de 10 minutos cada una) en las que controlamos a una escuadra de cuatro luchadores. En tiempo real, sin sistema de turnos, avanzaremos por los escenarios para cumplir objetivos sencillos, como eliminar enemigos, capturar bases o proteger fortificaciones.
Los personajes (13 en total) se dividen en cuatro clases distintas: caballero, soldado, arquero y mago. Como es habitual, cada una cumple una función dentro del combate, y es más que recomendable llevar una formación compuesta por las cuatro clases, al menos normalmente. Cada clase se especializa en habilidades de distinto tipo que le dan utilidades concretas en combate. Por ejemplo, los caballeros cumplen la función de hostigar al enemigo con técnicas basadas en al movilidad propia y en desplazar a las unidades rivales, mientras que los magos se especializan en habilidades de área, tanto dañinas como curativas. Por su parte, los soldados son máquinas de soportar daño y atraer la atención enemiga, y los arqueros pueden causar los daños más elevados al rival.
Desde la mesa de mando
Cada personaje aprenderá habilidades en función de su clase, las armas equipadas y el desarrollo del árbol de habilidades. Y por si esto fuera poco, aunque el grupo sea de cuatro personajes, cada uno de ellos podrá llevar a un camarada de “refuerzo”, dándonos no solo la posibilidad de alternar entre ellos, sino de “heredar” dos de sus habilidades. Esto quiere decir que cada personaje podrá utilizar su set de habilidades combinadas con dos más de su personaje de refuerzo. Esto es especialmente interesante ya que uno de los puntos clave en el combate de The DioField Chronicle es la combinación de habilidades, y la simbiosis que se crea entre ellas. Así que, a mayor cantidad de habilidades disponibles, mayor cantidad de posibles combinaciones. Por ejemplo, podemos crear una descarga de flechas sostenida en el tiempo en un carril con un arquero, mientras que con el caballero desplazamos a todos los enemigos dentro de ese carril de flechas. O podemos atraer la atención de todos los enemigos cercanos con el soldado para que las habilidades de área del mago los alcancen a todos. Experimentar con estas combinaciones puede hacer que la jugabilidad simple de The DioField Chronicle se vuelva mucho más disfrutable y satisfactoria.
Cabe destacar el atractivo y acertado estilo visual del juego. Si bien no es, ni mucho menos, un portento gráfico o técnico, si que es una delicia a nivel artístico. Todo está dispuesto para simular que vivimos la situación desde una mesa de mando estratégica. Cuando dejamos atrás la base y nos lanzamos a la guerra, el estilo gráfico de los escenarios emula las texturas y efectos de una maqueta. Los escenarios parecen estar fabricados en madera, plástico o materiales similares, y el cambio gráfico es evidente entre estos mapas y la sede del equipo. Incluso, si desplazamos la cámara hacia los límites del mapa, veremos las esquinas de una mesa y el suelo de una habitación debajo. Así mismo, si activamos la visión pausada para echar un ojo a todo el mapa, los personajes se convertirán en fichas inanimadas, completando esa sensación visual de tablero. Esta apuesta suple con elegancia un estilo gráfico algo desfasado, y logra una sensación visual original y artísticamente reseñable.
Guerra, monarquía y democracia
Me encanta que The DioField Chronicle haya ido un poco más allá de la épica y fantasía normalmente asociada a los videojuegos de rol, y que no se quede en mostrar personajes visualmente llamativos cargados de clichés. La historia, que empieza de manera bastante estereotípica y simple (con unos héroes salvadores de pasado tormentoso), se retuerce y se recrudece para mostrarnos conflictos ideológicos y políticos. El juego hace que varios de sus personajes enfrenten sus posturas y generen conflictos entre ellos. Nos muestra ideas de extremos, tanto de idealismos como de cinismos, y también posturas más templadas o moderadas, más “realistas”.
Para poner un poco de contexto, The DioField Chronicle se desarrolla en un mundo ficticio en el que un continente se encuentra sumido en una gran guerra entre dos bandos: el imperio y una coalición de reinos libres. Más allá de las costas de dicho contienente se encuentra el reino isleño de DioField, lugar donde se desarrolla la aventura, y que pasará a ser parte clave de la guerra continental por sus recursos naturales y por los intereses políticos de sus clases gobernantes. El grupo de protagonistas constituye una unidad de mercenarios independientes, que se ponen en nómina de un señor de la nobleza con la intención de responder tanto a las peticiones del pueblo como de las altas esferas, y de operar como fuerza militar independiente y mediadora. Sin embargo, el curso de la guerra atrapa sin remedio las actividades de los mercenarios bautizados como Blue Foxes, y los arrastra cada vez más al juego político entre reyes y duques.
Lo interesante de todo esto es que el juego nos presenta una sociedad convulsa y necesitada de cambio, en un país que durante largas generaciones ha vivido bajo el mando de una monarquía. Mientras que parte de la población adora a dicha monarquía, otros sectores claman por un cambio, y ante la inactividad de las clases gobernantes se alzan en armas. Esto, inicialmente, se presenta como una trama secundaria en comparación con la gran guerra, pero pronto tendrá más implicación. Algunos de los personajes del grupo son simpatizantes de la tradición y, por tanto, de la monarquía. Creen que el pueblo necesita una “mano firme” que los guie y desprecian las revueltas violentas de la sociedad que clama democracia, revueltas que deben sofocar en misiones jugables. Por otro lado, algunos personajes tratan de escapar de esa tradición, y se preguntan si realmente el pueblo tiene razón para hacer lo que hace. Esto genera interesantes conversaciones y conflictos entre personajes protagonistas, y se combina con otros arcos argumentales de personajes que encarnan actitudes e ideas aún más radicales, tiránicas y despóticas.
Este aspecto enriquece enormemente la propuesta del juego, aunque la forma de narrarla a veces puede caer en la monotonía y el exceso. En otras palabras: mucho texto. Tendremos que comernos muchos diálogos de texto escrito que, en ocasiones, serán tediosos y ralentizarán el ritmo del juego. Entre cada misión, y mientras recorremos el cuartel general de los Blue Foxes, tendremos que estar atentos a mucho diálogos para seguir el hilo de la trama. Además, los textos están en inglés, sin posibilidad de localización al español.
La versatilidad del mercenario
La clave del éxito y del camino más llevadero en The DioField Chronicle es la buena combinación y preparación del equipo. Nuestro grupo y su efectividad en combate se definirá por distintas variables: armas, habilidades y mejoras pasivas. Todas ellas variadas y dependientes de las decisiones a la hora de invertir recursos como dinero, puntos de habilidad o materiales. Así como de las combinaciones de personajes.
En cuanto a las armas, estas irán asociadas y dependen de las clases. Cada clase puede utilizar distintos tipos de arma, pero esto también depende del personaje. Por ejemplo, de los cuatro soldados disponibles, dos de ellos utilizarán espada y escudo, uno hachas y otro dagas. Sabiendo esto, podemos hablar del árbol de desarrollo de armas, que podremos desbloquear empleando materiales para que luego estén disponibles en la tienda. Las armas se dividen por clases y se ramifican en una suerte de árbol de habilidades según cada personaje y en orden ascendente de rareza por colores. Además, de cada tipo de arma podremos elegir entre distintas variantes que nos aportarán distintas habilidades y distintas bonificaciones de atributos.
Por otro lado, podremos mejorar las habilidades de clase, que no se mejoran de manera individual para cada personaje, sino para todos los que compartan clase. Utilizando puntos que ganaremos cumpliendo los objetivos extra de cada misión podremos potenciar y mejorar las habilidades inherentes de cada clase, añadiendo potencia de daño, área de efecto o mejorando el tiempo de enfriamiento, entre otras variables. Además, cada personaje tendrá acceso de manera individual a un menú de mejoras pasivas de variables como daño, vida máxima, probabilidad de crítico, etc., y que se mejorarán con los clásicos puntos de habilidad que obtenemos al subir de nivel.
Por último, a lo largo del juego desbloquearemos distintas invocaciones, que podrá utilizar cualquier personaje, y que mejoraremos en su propio árbol de habilidades a cambio de dinero y piedras preciosas. Este arsenal de posibilidades, en conjunto, logra que el combate del juego sea versátil y lleno de posibilidades, tanto para bien como para mal, y nos permite equilibrar un grupo de acción a nuestra medida.
En la guerra no hay medias tintas
Con The DioField Chronicle nos encontramos ante un notable juego de rol táctico que combina con gran acierto una jugabilidad satisfactoria, fluida y eficaz con una historia profunda y un estilo gráfico precioso. Su gran defecto es el ritmo narrativo, que se puede atragantar por la densidad y cantidad de textos en ciertos momentos de la aventura. Sin embargo, el veredicto final es que nos encontramos ante un recomendable y fantástico juego de rol estratégico.
Este análisis ha sido realizado mediante una copia digital para PlayStation 5 cedida por PLAION.