Codicia a través del tiempo

Una posada en la noche. La partida de cartas sigue en marcha a altas horas de la madrugada y el vino sigue llenando copas. La música suena, ajena a los acontecimientos del piso superior. Allí arriba, un hombre se encuentra tumbado a los pies de su catre. Yace muerto, mientras en la mesa encontramos unas crípticas notas sin enviar. Además, parece que falta algo. ¿Un robo? ¿Venganza, como insinúa la marca de la pared? ¿Qué tiene que ver esto con el ídolo dorado? Tocará investigar para descubrirlo.

The Case of the Golden Idol es un título que se esfuerza enormemente en dosificar la información para sorprendernos. Nosotros, que a menudo pecamos de ir de frente con titulares bien directos (muy en detrimento de nuestro SEO, pero qué molón queda), lo diremos sin rodeos: es un genial videojuego. Muchos recordaréis esa sensación de leer una novela de Sherlock Holmes o, tal vez, de disfrutar de sus numerosas adaptaciones, y llegar a ese momento de “Aaaah, no me jodas” cuando de repente algo hace click en nuestra cabeza y nosotros mismos alcanzamos las conclusiones con las que resolver un caso.

Pues bien, en cada nuevo capítulo, The Case of the Golden Idol, una aventura detectivesca hecha por el pequeño estudio Color Gray Games, va provocando esta sensación. Todo ello hasta llegar a una traca final de escenas, donde todo se retuerce y nuestra cabeza elucubra como si tuviéramos un sótano con hilos colgando de los retratos dispuestos sobre un mapa. Creo que no hay mejor descripción de esta obra, pero esta crítica merece algo más de dos párrafos, así que intentaré expresar con palabras por qué echar unas cuantas horas en esta enrevesada trama puede ser interesante para todo aquel fan de cualquier cosa que se parezca a una aventura gráfica.

Como podéis imaginar, es bastante complicado hablar de algo que no sea puramente mecánico en referencia a este juego. Cualquier detalle sobre la trama, teniendo en cuenta que es precisamente su gancho para construir toda la jugabilidad, podría ser considerado spoiler. Por tanto, solo mencionaré que se trata de una aventura rebuscada y donde hay que tener en cuenta apellidos, familia, relaciones, traiciones personales, traiciones profesionales y traiciones por pura codicia. Un caso que abarca décadas y que, constantemente, nos deja pistas sobre el futuro sin siquiera saberlo (como podremos comprobar si repasamos escenarios una vez completado el juego). Sociedades secretas, decisiones políticas y misterios dignos de aventuras como las de Tintín o Indiana Jones están muy presentes (ambas series, de paso sea dicho, con nuevos videojuegos en marcha); todo hilado con el principal elemento al que el título del juego hace mención: el ídolo dorado.

La narración de The Case of the Golden Idol puede parecer desconectada en los dos o tres primeros escenarios, pero atraviesa cada capítulo de principio a final. Cada uno de ellos, en líneas generales, contiene 3 escenas, pero también tenemos un epílogo que termina de hilar todo lo que podría haberse quedado en el aire para hacer el cierre perfecto y dejarnos con un estupendísimo sabor de boca. Cada escena nos presenta un entorno nuevo y un momento congelado en el tiempo, estático, pero con gran potencial de movimiento. Esto es así porque, normalmente, están pasando cosas: siempre hay algún cadáver, alguien cayendo, alguien corriendo, algo explotando, etcétera. El instante es lo que analizamos, investigando los detalles de la situación, a veces en más de una localización a la vez utilizando puertas o un mapa. Explorando, ya sea con pistas visuales en forma de destellos o sin ellas, iremos recopilando palabras. Sí, palabras, que luego usaremos para rellenar el apartado de pensamientos.

Por si nos quedáramos muy atascados, el juego nos permite solicitar pistas. Sin embargo, nos anima a no hacerlo hasta que no estemos completamente desesperados, buscando así el resultado más gratificante posible.

Una vez encontrados todos los conceptos tocará pasar al menú para pensar, aunque podemos ir saltando cuando queramos. Sin embargo, es conveniente, quizás, jugar con un poco de orden. Así, pasaremos al citado menú sin ideas preconcebidas de lo que tenemos que averiguar y podemos ir elucubrando mentalmente lo que pasa en la escena. Todas las palabras se muestran en un panel inferior, pero no están ordenadas de ninguna forma específica y somos nosotros los que podemos agruparlas como nos venga en gana. Por ejemplo, si un tal David Gorran tenía una navaja en el bolsillo, es buena idea poner las palabras “David”, “Gorran” y “navaja” como grupo aparte, para así tener esquematizado cada detalle. Para pasar de escena y completar los capítulos tenemos que rellenar una descripción de los acontecimientos que encontramos en este menú de pensamientos, pero tampoco es conveniente tirarse a este submenú nada más empezar. Primero, lo más acertado sería rellenar el contenido secundario: un panel para identidades y un panel particular, que suele ser diferente en cada escenario.

 

Averiguar quién es quién debería ser nuestra primera tarea, como haría todo detective que se precie. Esto puede parecer sencillo, pero en algunos escenarios tendremos que rapiñar información aquí y allá que nos permita hacernos una idea de los diferentes agentes que tienen presencia. Algunos se repiten, claro, pero irán surgiendo nuevos constantemente, lo suficiente como para hacernos un lío de identidades bastante curioso. Por suerte, el estilo artístico está mimado para generar personajes reconocibles a la par que “horrendos”, bien caricaturizados y detallados para que siempre nos acordemos de ellos. Cuando un panel se completa, las palabras desaparecen de nuestro tablón inferior, pero podemos seguir cogiéndolas para lo que necesitemos en el menú. La idea es, en líneas generales, utilizar los paneles de identidad y secundario para rellenar el principal, que viene a ser nuestro objetivo final. Así, comprendiendo las identidades, las ideas secundarias más temáticas y habiendo repasado el escenario, estaremos más que listos para rellenar la descripción de acontecimientos principal, aunque no siempre tengamos las ideas del todo claras.

“What an honour to experience such an historical event!”

The Case of the Golden Idol no ocupará mucho de nuestro tiempo, siempre y cuando se nos dé bien la deducción. Pero sí permanecerá bastante en nuestros pensamientos, sobre todo cada vez que tengamos que investigar en un futuro videojuego. Será imposible no pensar en lo bien que el título de Color Gray Games nos presentaba un misterio y nos dejaba a nosotros resolver absolutamente todo sin llevarnos de la mano en ningún momento, más allá de las imágenes que debemos interpretar para descubrir lo que sucede. La única ayuda que nos presta, en términos jugables, es indicarnos cuándo nos equivocamos en dos palabras o menos, aunque en ningún momento nos dice cuáles. Esto permite jugar al descarte en alguna situación, pero no va a resolver la escena por nosotros. El mayor problema del título es, quizás, el uso de un inglés de buen nivel que, aunque no haya que leer cientos de líneas de texto, sí es conveniente comprender para tener en mente lo que dicen los personajes y lo que pone en los documentos. Eso sí, es un juego al que pueden jugar perfectamente dos personas, comiéndose la cabeza en compañía y llegando a conclusiones en conjunto para una experiencia tremendamente divertida y satisfactoria.