Eximium Exemplum
Cuando contacté con Juan Tejerina, padre del proyecto Games Tribune Magazine, con tal de echarle un vistazo a la última publicación publicada bajo su sello GTM Ediciones (también responsable de The Art of Moonlighter y The Art of Summer in Mara), entre comentarios cordiales y algunas camaraderías brotó una expresión que llamó mi atención. Un apunte entre la observación y el reto; una declaración de intenciones con la que Juan quiso desafiarme a “encontrar mejores acabados en cualquier otro artbook que hubiese visto”. No necesité esperar el día de rigor que Correos utiliza para entregar su mercancía urgente para comprender lo que me estaba queriendo decir, porque si de algo trata The Art of Blasphemous, como readaptación tangible de las idas y venidas artísticas de The Game Kitchen, es de materiales. De estucados mate, de estampados metálicos, de golpes en seco. De asombrar con sus texturas y de relucir con sus dobles páginas, de enganchar a los neófitos y de recompensar a aquellos que siempre estuvieron ahí, pero, sobre todo, de hacer justicia y rendir tributo al trabajo del estudio sevillano que dio vida a las estampas que rezuman de sus hojas.
Ya en su tercera edición, el esfuerzo que la sociedad madrileña realizó originalmente con este libro de arte, año y medio después, sigue coronándolo como uno de los objetos más premium que a día de hoy componen la colección Blasphemous, y, por tanto, una de las mejores pruebas de fe que un devoto a la obra puede atesorar en su colección. Estas palabras cobran especial peso y sentido cuando uno recuerda cómo en estos últimos meses hemos vivido diversos relanzamientos en físico de la entrega como el realizado a nivel nacional por Team17 y SelectaPlay en abril de este mismo año, el cual trajo consigo una Edición Coleccionista dotada de banda sonora, cómic propio y hasta de su propio artbook, entre otros productos. Tal y como cabría esperar, The Art of Blasphemous es, en cuanto a contenidos, poco menos que un calco exacto respecto a lo visto bajo esa comedida tapa blanda, pero incluso los sutiles cambios realizados en la maquetación y en la distribución de sus imágenes hacen de él un trabajo más impactante, y uno que respira mejor; la mejor forma de degustar los bocetos, ilustraciones y sprites que meticulosamente manufacturó durante parte de la última década el equipo de Enrique Cabeza y Mauricio García.
No obstante, sería un error entender esta obra como el compendio de bellas y muy didácticas estampas conexas que en parte es, y es que desde su primera página el libro hace todo lo que está en su mano para evidenciarse como algo más. Ya sabéis lo que me gustan las descripciones y las entradillas en esta clase de productos, especialmente cuando estas arrojan información sobre el desarrollo o explicaciones del lore. Afortunadamente, The Art of Blasphemous tiene mucho de eso, y a lo largo de sus 192 páginas impresas a cinco tintas demuestra su pericia y buen hacer para diseccionar y dosificar, entre iconografías cristianas y retazos del folclore sevillano, oportunos comentarios firmados por las diferentes divisiones del equipo de desarrollo. Si bien las creaciones en técnica digital de determinados artistas como Jesús ‘Nerkin’ Campos gozan de un innegable protagonismo, el artbook consigue reflejar los ejercicios mentales realizados desde ciertas áreas de la producción, el diseño de niveles o la narrativa ambiental, reconociendo su respectiva labor, otorgándole un empaque único y muy personal y acercándonos a su equipo humano como no recordábamos desde Aterrizando Blasphemous, el más que imprescindible documental de Rodri Vazcano y Nacho Requena.
Conforme se ponen sobre la mesa los puntos comentados y se van descubriendo las no escasas bondades de la pieza, la intención de GTM por apelar más al fan hambriento de curiosidades que al dibujante hambriento de inspiración se hace un tanto obvia. Y es que ni sus imponentes dimensiones (35cm x 25cm) ni su importante peso (1,4kg) son casualidad, al igual que no lo es el hecho de que no se haya recortado en gastos, con ese papel de alto gramaje, ese golpe en seco de la portada, esos remates en color plata, ese barniz UVI que baña parte de la cubierta, esa epatante lámina firmada por Isa Fernández y ese lacado interior que han inflado su precio recomendado hasta los 39,99€. The Art of Blasphemous no es un libro con el que trabajar o cuyos diseños busquen ser calcados y estudiados en lugares diversos, sino que está diseñado para ser saboreado en la quietud del hogar. Saboreado y expuesto, a poder ser, en la vitrina principal del salón, y en el estante más alto. Como una posesión de la que presumir con orgullo; como una apreciación al trabajo bien hecho por todas las partes implicadas.
Contrito Corazón Sea
No es ningún secreto que la industria patria pasa por su propia edad de oro, especialmente a nivel independiente. Si la obra parida por The Game Kitchen se encargó de constatarlo dos años atrás, aportando una visión muy autóctona y muy auténtica a un paradigma que realmente precisaba de sus buenas ideas, The Art of Blasphemous es la pieza que se encarga de corroborarlo; de certificar su éxito, pero también de recordar, con todo lujo de detalles y con el debido respeto hacia los autores originales, el porqué de su triunfo. Por su mera construcción, no es la herramienta de dibujo que muchos acólitos del calco podrían buscar, pero desde luego es el mayor bien con el que un fanático de la propuesta podría contar, no solo a nivel divulgativo, sino también desde un punto de vista completamente materialista.
Puede que, para aquellos más dados al minimalismo o ya sumidos en el más profundo Diógenes, el materialismo sea una tentación a evitar, o una trabajadera que no volver a cargar. Pero creo que, si la cosa va de Blasphemous, no caer en él también sería un pecado.
Este análisis se ha realizado con una copia física para prensa proporcionada por GamesTribune.