La otra cara de la moneda
La noche del pasado miércoles nos dejó muchos anuncios interesantes. Nintendo, en un esperado intento por salvar un 2019 que, hasta ahora, se antojaba vacuo, hizo los deberes anunciando justo aquello que su comunidad buscaba: un ilusionante Super Mario Maker 2, una impresionante obra exclusiva de PlatinumGames bautizada como Astral Chain, una pequeña pero ansiada dosis de The Legend of Zelda y una ingente cantidad de ports de auténticas superproducciones, tales como Assassin’s Creed III, Dragon Quest XI o Hellblade: Senua’s Sacrifice, entre otras muchas sorpresas. No obstante, a medio camino entre la genialidad y el oportunismo, todo asombro se quedó en nimiez cuando le llegó el turno a Tetris 99, un battle royale basado en las clásicas mecánicas de Alexey Pajitnov que, como antónimo de Tetris Effect, nos proponía dejar a un lado las experiencias oníricas de Resonair para meternos de lleno en una selva tan feroz como frenética. Una selva fea de cojones, pero adictiva como la que más.
Aunque no sea la finalidad de este artículo, creo que nos viene bien hacer un pequeño parón para destacar que el título en sí, a decir verdad, está bastante bien. Puede que visualmente no sea gran cosa, que jugablemente sea aquello que llevamos mascando durante más décadas de las que nos gustaría admitir y que le acaben faltando esos puntos de maestría y diferenciación que sí hemos podido ver en otras ediciones, y que nos ayudaban a volver a la entrega de manera reiterada y constante. Pero, tomándolo como lo que es, he de admitir que es un concepto tan simple como interesante, que ha cogido de la mano a muchos excépticos de las nuevas modas y los ha acabado sumergiendo en un campo maldito que prometían no tocar, dado su enfoque rápido y accesible, perfecto para partidas cortas.
No obstante, siento que en estos días se ha hablado mucho de Tetris 99, pero no del bien que este le hace al medio ni de su verdadero impacto en la infraestructura online de Nintendo. Son los árboles que no dejan ver el bosque, tan recurrentes en una industria como la nuestra, los que nos han impedido, en esta ocasión, realizar paralelismos entre la naturaleza free-to-play de la entrega y los servicios premium del resto de plataformas, como Xbox Live Gold o PlayStation Plus. Tetris 99 ha sido, efectivamente, el primer título que se ha regalado a los miembros de Nintendo Switch Online que no pertenece a ninguna consola anterior (encontrándose, por tanto, fuera de la aplicación Nintendo Entertainment System). Es un juego completo, original y exclusivo, que ha abierto una veda a la que la Gran N prometió no acercarse en esta generación. ¿Desembocará esto en un suministro mensual de títulos sin coste adicional, mimetizando el sistema del resto de plataformas?
Ante la atenta pensativa que envuelve a esta pregunta – que solo el tiempo será capaz de responder – surje otra cuestión igualmente intrínseca a la naturaleza de la propuesta, pero mucho más compleja y polémica que la anterior. Nintendo ha jugado, esta vez, la carta de la exclusividad, impidiendo al resto de su comunidad disfrutar de la aventura y creando una diferenciación aún mayor entre jugadores premium y no premium. Por el planteamiento del título (meramente online), no se trata, de momento, de algo de lo que tengamos que alarmarnos, pues alguien que no pertenezca al servicio, por más que tuviera la entrega en su poder, no podría disfrutarlo al carecer de conexión al servidor. Sin embargo, el hecho de que Nintendo haya empezado a ‘regalar‘ juegos de manera exclusiva, impidiendo al resto pagar por ellos de manera independiente, me aterra muchísimo, por el mero hecho de que, en el peor de los futuros posibles, se podría privar a los no afiliados de auténticos juegazos. Espero que nunca tengamos que llegar hasta dichos extremos, porque entonces yo mismo, de la misma manera que hoy alabo a la compañía nipona por tratar de ponerse al nivel de la competencia, seré el primero en poner el grito en el cielo.