La eterna lucha
Ayer, navegando por el sitio infernal que es Twitter punto com, me encontré con el anuncio de una futura campaña por Kickstarter para un juego en desarrollo para Game Boy Advance. Al principio pensé que se trataba de un juego inspirado en los títulos lanzados en dicha consola, pero no. Goodboy Galaxy, el nombre de la obra en cuestión, se lanzará para GBA, una consola que vio su último lanzamiento oficial el 5 de noviembre de 2007 con The Bee Game.
Ya había visto cosas similares en proyectos como Magic Castle, obra que se comenzó a desarrollar hace veintitrés años para PlayStation y que salió recién el año pasado. O el demake de Bloodborne que pretende trasladar el mundo de Yharnam a cómo hubiese sido si el juego de From Software hubiese salido 20 años atrás.
Mucho más que nostalgia
En una junta con amigos, de esas que parecen haber transcurrido hace milenios pues fue antes de la pandemia, los invité a que jugáramos Enter the Gungeon porque así de genial soy y, aparte de no tener mucho éxito entre ellos, un comentario lanzado así de pasada me quedó grabado en la mente. Uno de mis amigos preguntó si el juego era viejo y otro respondió “no, pero quiere serlo”.
No culparía a nadie por pensar que cualquier juego con estilo pixel art (menos uno tipo Enter the Gungeon que va por un estilo más simplista) se limite a emular el estilo de juegos más antiguos, probablemente de la época en las que sus creadores eran niños o adolescentes. Pero la realidad es que el pixel art no es retro; es un estilo artístico y es tan válido como cualquier otro para representar un videojuego. Así como Paratopic, que más que tratar de parecerse a sus fuentes de inspiración con su estilo low poly y con texturas que parecen haber salido de 1998, más bien usa el estilo de aquella época para crear una desconexión con la realidad con una representación humana que apunta mucho más lejos que el uncanny valley, todo en servicio de una historia cubierta en misterio y difícil de descifrar.
Claro, hay juegos que solo se quieren aprovechar de la nostalgia. Pero hay muchos otros, la mayoría y los que terminan resaltando por sobre el resto sobre todo, usan lo que sus creadores amaban del pasado para construir algo nuevo, fresco y, por qué no, muchas veces superior.
Necesitamos hablar de Sony
Hace unos días Sony anunció que las tiendas digitales de PlayStation 3, PlayStation Portable y PlayStation Vita cerrarían permanentemente. Una decisión que, más o menos entendible, no sentó para nada bien entre los fans. Aunque no poseo ninguna de las tres consolas, no puedo evitar pensar en esto como un movimiento que va en directa oposición a la conservación del juego. Si cierran las tiendas digitales ya no se podrán comprar más juegos, claro. Pero es que además hay rumores de que más adelante no se podrán siquiera descargar los juegos que ya se poseen de forma digital.
Muchos en internet aprovecharon este movimiento de Sony para respaldar el formato físico, diciendo que es la única forma de realmente poseer un juego y que, ni con movimientos como este, te lo puedan quitar. Yo estoy de acuerdo hasta cierto punto pues, por ejemplo en PlayStation 2 hacia atrás, cuando se adquiría un juego físico no necesitabas nada más que meterlo en la consola y jugar. Hoy por hoy los parches post-lanzamiento son muy comunes, incluso los de día uno. Por lo que, cuando PlayStation 4 (por poner un ejemplo) cierre sus puertas definitivamente, solo tendremos los juegos físicos incompletos, sin pulir y sin soporte. Basta pensar en las pobres almas que compraron Cyberpunk 2077 para la generación pasada, que aun con todos los parches que acumula a la fecha resulta casi imposible de jugar, como para encima, preocuparse de cómo será más adelante jugarlo sin ninguna actualización en absoluto.
¿Pero a qué viene todo esto? Se preguntarán. Pues a que Jim Ryan, actual CEO de Sony Interactive Entertainment, mencionó en una entrevista a la revista Time, que durante un evento dedicado a Gran Turismo donde se habían disponibilizado estaciones para jugar a todas sus versiones, que no sabía por qué alguien querría jugar a las entregas más antiguas, pues lucían antiquísimas. Dejando en claro lo que piensa la cabeza de Sony acerca de los juegos antiguos y, de paso, dejando más en claro por qué la PlayStation 5 no posee retrocompatibilidad más allá de PlayStation 4.
Conservación contra obsolescencia
En medio de esta pugna entre un nicho de mercado y creativos que quieren apuntar a revivir experiencias pasadas o bien usar al pasado como referente para construir algo nuevo y una industria que se esfuerza por borrar todo lo antiguo y/o que ya no les genere ganancia, descartándolo como algo obsoleto e indeseable, los que perdemos somos nosotros, los consumidores. Y quizás en aquella misma palabra radique el problema. Pues consumidor es el que consume, que engulle, que traga el contenido que esté a su alcance, el contenido que le arrojan los cabecillas de compañías tales como Jim Ryan, sin mirar más allá, sin evaluar al videojuego como una obra de arte que merezca ser conservada no solo para jugarse después, sino también porque es un extracto del tiempo en el que se realizó, una pieza histórica y política que servirá como base para futuros juegos y como artefacto para entender el pasado. Debemos ser menos consumidores, debemos acabar la guerra de consolas y, por una vez, votar con nuestra billetera (el único voto que cuenta, lamentablemente) y decidir nosotros mismos qué tan importante es conservar aquellos juegos a los que nos estarán negando el acceso mañana.