Cada vez más sofisticados, ¿pero sin contenido?
Nubia Red Magic Mars, Razer Phone, Xiaomi Black Shark… Puede que estos nombres no nos sean especialmente familiares, pero cada vez se van sumando más marcas a esta previsible moda de lanzar teléfonos móviles enfocados por completo al consumo de videojuego, bien a nivel de potencia proporcionada por el hardware o por la inclusión de controles físicos que faciliten la jugabilidad, pero lo evidente es que cada vez el dispositivo es más sofisticado, mientras que el software no necesariamente avanza. Desde el lanzamiento del iPhone en el año 2007, la tendencia que comenzó durante ese año premiaba los juegos sencillos, para partidas cortas y sin buscar nada más allá que entretener durante un viaje en metro, pero al tiempo comenzó a flaquear, con cada vez más títulos de corte “clásico” llegando a la Apple Store o Google Play con mejor funcionamiento y mayor aceptación por parte de los usuarios, aunque no por ello llegan a ser mayoritarios en ningún aspecto.
En cualquier plataforma, y especialmente en el nicho de las portátiles (en las que podríamos incluir a los teléfonos), siempre hay títulos y conceptos que se adaptan mejor al formato que proponen, con detalles como la potencia o la calidad gráfica siendo totalmente secundarios, pero uno de los aspectos que no podemos olvidar, siendo tal vez el más importante, es el público al que van dirigidos estos productos. Pasar de proyectos como Temple Run o la franquicia Angry Birds (que fueron los exponentes más representativos de esa “primera época” del juego móvil) a títulos que poco tienen que envidiar a las versiones de consola o PC del mismo juego, como es el caso de Playerunknown’s Battlegrounds o Fortnite es una muestra de este cambio de tónica, pero que no por ello justifica, a mi modo de ver, la incursión de las compañías con un modelo tan específico y “de nicho”. Sí, estamos hablando de compañías que pueden permitirse tomar este tipo de riesgos, pero el público al que realmente apuntan, que tienden a buscar modelos más baratos (que puedan ejecutar sin problemas todo tipo de aplicaciones y juegos, pero sin entrar en gamas altas).
Sin embargo, y como medida promocional, algunas companías están aprovechando nuevos lanzamientos en Android o iOS para promocionar sus novedades, como ha sido el caso de Samsung con su Galaxy Note 9 y Fortnite (exclusivo para dicho teléfono de forma temporal), incluyendo promociones especiales y siendo, en definitiva, un gancho para uno de los múltiples perfiles del título de Epic Games. Sin embargo, volvemos a la cuestión que da nombre al artículo, sí, tenemos teléfonos cada vez más potentes y con capacidad para llevar a cabo infinitud de funciones que no necesitamos en el día a día, y con el lanzamiento de modelos dedicados al juego, ¿dónde quedan estos?
El hecho de que una mayor cantidad de títulos que podríamos denominar “clásicos” lleguen a estas plataformas siempre es beneficioso, cuanta más variedad, mejor para el consumidor, pero lo cierto es que son pocos los desarrollos propios que lo hacen, optando siempre las compañías por trasladar versiones de juegos ya lanzados en otras plataformas, como los Battle Royale antes mencionados o todas las conversiones de la saga Final Fantasy, por ejemplo, que Square Enix ha llevado a nuestros terminales. Sin embargo, creo que el mejor ejemplo en este caso es Nintendo, que a pesar de todas las licencias y franquicias que posee, solo ha hecho llegar a la plataforma un Endless Runner (con apariencia de Super Mario) y una versión recortada de Animal Crossing, a la espera del lanzamiento de Mario Kart World Tour, planeado para el año que viene. Y no por esto hay que desmerecer los juegos que copan todas las listas en Google Play, como Clash Royale o Pokémon GO, pero es evidente que el público al que van encaminados estos títulos poco o nada tiene que ver con el que puede estar interesado en este tipo de teléfonos.
Y la referencia más sencilla que se me ocurre vuelve a estar basada en Nintendo, en este caso con la transición de Wii a Wii U, en la que poseía una base enorme de usuarios que buscaba hacer migrar a una nueva plataforma (aquí es donde hay que establecer la metáfora con los nuevos teléfonos que plantean Xiaomi, Nubia o Razer) ofreciendo títulos completamete distintos, pasando de toda la gama Wii (Wii Sports, Wii Play, Wii Fit, etc…) a tratar de atraer al jugador más tradicional con Bayonetta 2 o The Wonderful 101, buscando adaptar a su público a la plataforma, en vez de adaptar la plataforma a la base de usuarios ya existente. Y en este sentido, hay que poner la vista en lo más básico de toda la industria, el propio desarrollo de los juegos. De cara a teléfonos móviles, incluso aquellos que gozan de un mayor presupuesto, implican tiempos de desarrollo mucho más cortos que para cualquier consola, y pese a que la posibilidad de éxito masivo es menor (por como funciona el posicionamiento en las tiendas digitales, además de por el perfil del usuario, que busca experiencias nuevas de forma continua), resulta mucho más rentable para estudios pequeños de cara a su propia supervivencia, por lo que un cambio de tercio en este sentido, a corto plazo, se antoja complicado. Una de las pocas soluciones que se me ocurre para paliar esto, es que las propias compañías que lanzan estos terminales apadrinen juegos que puedan explotar las capacidades de su producto… pero me temo que volvemos a la pescadilla que se muerde la cola.