"Haciendo el carrito"
A día de hoy, sigo sin comprender la causa por la que, durante su lanzamiento inicial en 2014, Chariot no logró contar con un gran recibimiento entre el público jugón. Sin lugar a duda, se trataba de una experiencia diferente. De esas con un enfoque tan cerrado que únicamente apelan a un sector concreto del campo receptor, y de esas que, pese a su tremenda accesibilidad, resultan soporíferas para una gran parte de la comunidad. No obstante, la aventura de Microids y Frima Studio llegó a nuestras PS3, Wii U y PC cargada de magia; rebosante de un carisma que, por desgracia, llegó a ser catado por mucha menos gente de la que a un servidor le habría gustado.
En su afán por darse a conocer, reivindicando el derecho a las segundas oportunidades, la aventura llegó meses después a nuestras PS4 y Xbox One, expandiendo un mercado que se vió ensanchado por tercera y última vez ayer, 16 de marzo. Así, hace escasas horas llegaba a nuestras tiendas Super Chariot, la edición definitiva para Nintendo Switch de uno de los juegos de plataformas en scroll lateral 2D más entretenidos a los que tuve la oportunidad de jugar en PS3. Y, aún lejos de la excelencia, sigue teniendo tantísimo valor como entonces.
Os pongo en situación. Nos encontramos ante una aventura en dos dimensiones de corte clásico, repleta de rompecabezas varios, pero con un claro énfasis en la exploración. En ella, como herederos al trono, deberemos de enterrar a nuestro padre, el último rey, en un lugar tranquilo, con tal de que éste descanse en paz durante toda la eternidad. Ya os podéis imaginar nuestra sorpresa al descubrir que, una vez depositado el féretro, el espíritu del mismísimo soberano se mostrase ante nosotros con tal de solicitar un camposanto más cómodo y rico, materialmente hablando. Esta premisa, simple en su concepción pero funcional al fin y al cabo, acaba jugando un papel anecdótico dentro del conjunto, tal y como cabía esperar, pero no por ello deja de ser un mal punto de partida, tratándose de una justificación apta y suficiente para comenzar nuestro peregrinaje.
Nuestro cometido, a lo largo de los 25 niveles que deberemos de superar antes de llegar a la pantalla de créditos, será así el de transportar un carromato fúnebre desde un punto A hasta un punto B, interactuando con el mismo a través de un sistema de cuerdas que funciona a las mil maravillas, e ingeniándonoslas para transportar la carga móvil a través de las diversas plataformas. Para ello, contaremos con un esquema de control bastante simple, perfectamente adaptado a los mandos de la consola, que nos permitirá defender el citado transporte de todo tipo de enemigos gracias a un pequeño tirachinas, e incluso volver al último punto de control de forma casi instantánea.
No obstante, la aparente simpleza del control esconde algunas capas de profundidad interesantes, que, lejos de aportar una complejidad excesiva al título, le aportan cierta diversión, impidiendo que este acabe cayendo en el tedio a la primera de cambio.
Para empezar, podemos encontrarnos, desde un primer momento, con un sistema de ventajas o perks que podremos utilizar a nuestro antojo durante el viaje, pudiéndose estas intercambiar entre nivel y nivel. Estas aptitudes especiales nos permitirán, por ejemplo, distraer a nuestros rivales, alcanzar posiciones inimaginables e incluso teletransportar nuestro vagón, siendo tremendamente útiles, especialmente, a la hora de recoger los diferentes coleccionables que se encuentran dispersos por el mapeado. Cabe destacar que esta versión para la consola híbrida de Nintendo trae consigo cinco artilugios exclusivos, junto a un nuevo personaje jugable, redondeando este aspecto.
Otro matiz importante, ajeno a la elevada dificultad de la que carece completamente la entrega, es el perfecto ejercicio de equilibrio entre habilidad e ingenio que se puede palpar en todos y cada uno de los niveles disponibles. No se trata de una propuesta especialmente compleja en ninguno de los dos sentidos, pero su perfecta armonía consigue hacer que el juego funcione por su propia inercia, alzándose como un conjunto muy bien medido, sencillo, pero que no deja de requerir cierta pericia a los mandos. Esta sensación la podremos experimentar a lo largo de unas ocho o nueve horas; diez si somos completistas, y un rato más si decidimos tomarnos nuestro camino de una forma más sosegada. Cada nivel posee, además, un modo Carrera contrarreloj, que se desbloqueará una vez lleguemos a su línea de meta, reforzando la rejugabilidad junto a un modo cooperativo que se alzan como uno de los mayores aciertos del amasijo de mecánicas que hoy tenemos entre manos. En nuestra travesía, hallaremos puzles exclusivos para dos jugadores; un incentivo más para volver acompañado a determinadas fases que inicialmente habíamos dado por completadas.
En lo que al apartado visual respecta, tal y como podéis visualizar en la galería que os he dejado unas líneas más arriba, lo cierto es que la propuesta, pese a su naturaleza, logra mantener el tipo, siendo un auténtico espectáculo a nivel artístico, y contando con unos modelos de personajes muy simpáticos y unos escenarios considerablemente bien diseñados. La fluidez, a lo largo y ancho de los cinco mundos disponibles, es pasmosa, indistintamente de que nos encontremos en modo televisor o compartiendo un Joy-Con en la casa de nuestros primos. Mientras tanto, el motor de físicas, eje absoluto de la jugabilidad, peca de simplista, aunque no deja de rendir muy bien, mostrándonos movimientos naturales, lógicos y calculables.
No encontramos peores noticias en un apartado sonoro repleto de buenas melodías y saber hacer, aunque estas, en determinadas circunstancias, jueguen un rol muy secundario dada su escasa capacidad para emocionar y para quedarse grabadas en nuestra memoria.
En busca de terceras oportunidades
Super Chariot no es un juego sobresaliente. De hecho, dista mucho de serlo; no por encontrarse repleto de grandes fallos, sino por estar exento de grandes aciertos. No obstante, se trata, desde mi punto de vista, de un lanzamiento necesario. Necesario por lo exageradamente bien que la obra de Frima Studio ha conseguido adaptarse al último hardware de Nintendo, plataforma que parece estar hecha para disfrutar de esta clase de propuestas en compañía. Necesario por los contenidos que esta revisión trae consigo, así como por la relajada filosofía que trae por primera vez al catálogo del sistema, tratándose de una propuesta perfecta para esos ratos de cama en los que no te apetece más que tumbarte y desconectar. Y, por último, necesario por todo lo que implica para la franquicia; una tercera y merecidísima oportunidad para una entrega que, si en su día os pasó inadvertida, debéis de conocer. Creedme, se merece vuestra atención.