Hunger Games
Está siendo un año extraño. De hecho, “extraño” puede ser una palabra que se quede corta para describir, en muchos casos, 2020. Si habéis vivido bajo una piedra desde enero, permitidme que os ponga al corriente: un virus ha desencadenado una pandemia global que ha forzado a las sociedades de casi todos los países a confinar durante semanas a sus ciudadanos, evitando todo tipo de contacto para prevenir un mal mayor.
Dicho así suena un poco dramático, sí, pero es lo que hay, al fin y al cabo. Esta situación ha afectado a absolutamente todos los ámbitos de nuestras vidas: desde cómo percibimos nuestro alrededor y a nosotros mismos, hasta llegar a poner en jaque espacios tan simples como el entretenimiento (¿hace cuánto que no vas al cine?). Por supuesto, los videojuegos no iban a ser menos, y es que esta nuestra querida industria ha tenido que ajustarse como buenamente ha podido a los tiempos que corren, siendo uno de los mayores damnificados el evento más importante del mundillo del entretenimiento virtual: el E3 anunció su cancelación hace ya algunos meses. Pero para no dejarnos huérfanos de novedades, algunas compañías capitaneadas por el icónico Geoff Keighley, han unido fuerzas para presentar el Summer Game Fest, una especie de megaevento digital extendido a lo largo de todo el verano que, si bien no cubre las necesidades que nos ha dejado la ausencia del E3, sí nos ha permitido emocionarnos con algún que otro anuncio de esos que quitan el aliento.
Toda esta situación me ha llevado a pensar en cómo la comunidad está respondiendo a estos eventos en línea dispersos a lo largo de cuatro meses, y hay que decir que dicha respuesta deja, en ocasiones, mucho que desear. Porque en un mundo como el del videojuego, en el que el noventa por ciento del tiempo damos y recibimos “hype” por novedades y productos aún a medio hacer, parece que los jugadores nunca nos demos por satisfechos. Porque si hay algo que ha demostrado este festival virtual es que el E3 ha sido tan efectivo durante tantos años gracias a su corta duración. Durante unos cuatro días, las compañías se encargan de llenarnos las barrigas con conferencias a tutiplén que prometen futuros brillantes para los estudios y los jugadores. El E3 es tan breve como intenso, por lo que el “tren del hype” no descarrila en ningún momento, y mantiene a sus seguidores pegados a la pantalla a la espera del siguiente gran anuncio.
Por desgracia, y por motivos más que evidentes, el Summer Game Fest, desde su mismo planteamiento, falla en lograr tal objetivo. ¿Su problema? Desde luego, su extensa duración. Un evento de cuatro meses de duración no puede sostenerse en un nivel alto como sí lo hacen los eventos anuales de escueto desarrollo. Por supuesto, hemos tenido momentos de ilusión, como la conferencia de PlayStation 5 en junio, el Inside Xbox de mayo o el Ubisoft Forward de hace algunos días. Pero, como era de esperar, son los pequeños streamings sin demasiadas florituras los que están ocupando la mayor parte de este megaevento online – streamings a los que los jugadores parecen no responder con el mismo entusiasmo.
El último ejemplo claro de ello ha sido el más reciente directo de Nintendo, de una duración casi fugaz – 10 minutos – y sin demasiados anuncios. Por supuesto, y aunque sin ningún tipo de base fundamentada, los fans esperaban novedades sobre la secuela de Breath of the Wild, quizá un nuevo Pokémon… y no han recibido nada de ello. Porque, como digo, no todos los eventos tienen por qué ser épicos y grandilocuentes; y sí, entiendo que la comunidad espere grandes cosas de Nintendo, sobre todo gracias al enorme problema de comunicación con los fans que han demostrado en los últimos tiempos. Pero llevamos unos tres meses de Summer Game Fest, y no todo van a ser bombazos.
Hay motivos para ilusionarse. Hoy mismo, Xbox celebrará su gran conferencia online presentando los títulos que acompañarán a su próxima consola. Tendremos Halo Infinite, y novedades respecto a los nuevos estudios que ahora pertenecen a Microsoft. No todo son conferencias de compañías independientes sin anuncios espectaculares, pero… ¿por qué no iban a ilusionarnos esas también? En una industria gobernada por el hype, por la expectación y la expectativa exacerbada, tanto las compañías como los jugadores deberíamos pisar el freno, pararnos y respirar de vez en cuando. El E3 volverá el año que viene, y sí, el Summer Game Fest no es lo mismo. Pero es algo nuevo, y las novedades, aunque no siempre traigan consigo presentaciones casi divinas, merecen ser apreciadas.