Vuelta a las calles
Streets of Rage 4 no lo tenía fácil; llevar veintiséis años de espera y expectativas de jugadores sobre tus hombros no es algo sencillo de soportar. Heredera de una saga cuyos títulos han marcado a los jugadores de los noventa, la obra de Guard Crush Games, Lizardcube y DotEmu es consciente de su responsabilidad, y vaya si lo es. Aun así no debemos confundir Streets of Rage 4 con una vacua oda a la nostalgia, sino que debemos valorarlo como lo que es, exponente de un género que puede estar tan vigente hoy en día como lo estuvo en su momento y que nos ofrecerá horas de diversión rondemos los cuarenta o los diecisiete.
Esta cuarta entrega mantiene los valores que hicieron excelentes a sus antecesores y el principal es lo medida que está su jugabilidad. Golpe a golpe y combo a combo nos iremos dando cuenta de cómo todo encaja a la perfección, de lo estudiado que está el “timing” de cada movimiento y de cómo cada ración para recuperar vida está situada en el punto correcto. A diferencia de otros beat’em ups clásicos que venían de los salones recreativos la saga Streets of Rage nació para consolas domésticas, por lo que no tenía esa necesidad de exprimirnos el bolsillo en busca de monedas y en consecuencia su dificultad está mucho más ajustada, cosa que en esta entrega se mantiene. Tan ajustada está que cada vez que perdamos una vida sabremos que es por nuestra culpa y que no es el juego el que nos está haciendo trampas, algo que nos motivará a repetir fases una y otra vez para hacerlo mejor en cada partida.
El combo aquí es la clave y poco a poco vamos aprendiendo la cadencia necesaria de los golpes para acabar con los enemigos sin darles opción a responder. Es un ritmo muy de juego de lucha, muy satisfactorio, y notamos el peso y la fuerza de cada golpe que damos. La fórmula es la clásica, con ataques normales, en salto, un ataque especial que nos restará algo de vida al usarlo y un ataque todavía más poderoso que usaremos empleando unas estrellas que vamos recogiendo por el escenario. Una buena adición al conjunto es la posibilidad que nos brinda el título de recuperar la vida que perdemos tras el uso del ataque especial si encadenamos varios golpes sin recibir daño. Esta mecánica aporta un plus de estrategia que nos permitirá asumir riesgos para obtener ese extra de salud o por el contrario jugar de una manera más conservadora.
Estas son sus bases, nada más y nada menos, pero lo cierto es que funcionan como un reloj; si tuviera que definir el combate de Streets of Rage 4 con una palabra, esta sería, y me repito, satisfactorio. El juego premia el encadenar ataques pues durante un lapso de tiempo irá sumando cada golpe que le demos a los enemigos, lo que se traducirá en más puntos, que contribuirán a la cifra que obtendremos al terminar cada fase, la cual podremos medir con nuestros amigos o en marcadores online. También gracias a los puntos obtendremos vidas extra y el juego nos irá avisando de cuantos nos faltan para conseguir la próxima, todo un aliciente para aguantar en la lucha y dar ese poquito más que nos falta para sobrevivir.
Las puntuaciones, el poder jugar la campaña en solitario o en cooperativo y la variedad de personajes que tenemos disponibles hacen que la rejugabilidad se multiplique, siendo un juego que no nos acabaremos solamente una vez, serán unas cuantas, y esto, unido a las bondades jugables que he mencionado, conseguirá (y si, estoy haciendo de vidente) que podamos volver a este Streets of Rage 4 en diez o quince años y siga siendo igual de divertido, algo que pasa con la segunda entrega de la saga, claro referente del título que nos ocupa.
Comenzaremos con cuatro personajes y el plantel se irá ampliando a medida que avanzamos en la historia, desbloqueando personajes extra, incluso sprites sacados directamente de Mega Drive. Cada contendiente cuenta con sus propias características para abarcar todos los arquetipos del género, con personajes más rápidos que incluso pueden correr y otros más lentos o de agarre. El juego es lo suficientemente solvente como para jugarlo solos, pero como es habitual en el género la diversión se multiplica con amigos, y para ello tenemos la opción de jugarlo en cooperativo tanto local como online.
Estéticamente muestra unos diseños dibujados a mano en todo el conjunto que componen estampas realmente bellas, tanto de manera estática como en movimiento; sí es cierto que pierde ese aspecto más punk y sucio de las entregas anteriores en favor de un estilo mas de dibujos animados, pero sin duda le sienta bien y se deja ver el gran trabajo de los desarrolladores en este aspecto y el cómo ha ido evolucionando desde las primeras imágenes mostradas hasta llegar a lo que vemos ahora. Los escenarios albergan todo lujo de detalles y aunque algo inconexos presentan una notable variedad y su diseño es excelente; no podía faltar el paseo urbano por Wood Oak City, pero de ahí saltaremos a localizaciones tan dispares como la cubierta de un barco o una galería de arte. Siendo lineales, como es lógico, encierran unos cuantos guiños y secretos que poco a poco iremos descubriendo.
No estaríamos hablando de Streets of Rage si el apartado gráfico no fuese unido a una gran banda sonora; en este caso las composiciones nos llegan de una amalgama de autores, algunos tan representativos como Yoko Shimomura o el estandarte de la saga Yuzo Koshiro, todo ello bajo la dirección del compositor principal, Cyrile Imbert. Aún con altibajos las melodías están a un nivel excelente, y siguen las pautas de música club que Koshiro impuso en anteriores entregas y que sientan tan bien a nuestros violentos recorridos callejeros. Quizá este sea uno de los puntos que más se ha puesto bajo la lupa dado el legado, pero sin duda se ha resuelto de gran manera y algunas tonadas resonarán en nuestra cabeza durante días.
Streets of Rage 4 ha sabido, a base de respeto y buen hacer, traer de vuelta un género clásico y hacerlo de la mejor manera, superando (algo lógico por el paso de los años) a sus referentes, a base de mantener lo que ya funcionaba y darle una pequeña vuelta de tuerca a unas mecánicas más que probadas. Con un nivel tan alto en todos sus apartados es indudable el meticuloso trabajo de estudio y aprendizaje que han llevado a cabo los desarrolladores de este título.
Respeto por lo clásico y consciencia del presente
Por una jugabilidad tan sólida, su apartado audiovisual llamativo y cuidado, la cantidad de posibilidades que ofrece en forma de modos de juego y, sobre todo, por el gran trabajo que hace empujándonos a jugar una y otra vez para hacerlo mejor, estamos ante el que es para mi uno de los juegos del año, que ha sabido superar el estigma de mero instrumento nostálgico. Como decía en un inicio sus múltiples virtudes harán que guste, o espero que así sea si le dan la oportunidad, no solamente a los que vivieron la época de Mega Drive, sino también a los jugadores más jóvenes.
Este análisis ha sido realizado con una copia para Nintendo Switch adquirida por la redacción.