Vislumbrar el Caos y abrazarlo
Ay, el oro, la fama, el poder, todo lo tuvo la saga que en su día se autoproclamó la reina de los JRPG, Final Fantasy. Mas sus últimas palabras no fueron muy afortunadas: ¿Mi tesoro? Lo tenéis todo allí, buscadlo si queréis, ojalá se le atragante al rufián que lo encuentro. Y todos los lobos de los siete mares zarparon rumbo a los últimos títulos, y así comenzó la gran batida. ¿Pero qué dirección toma esta odisea? Estos últimos años la cuestión entorno al rumbo de la franquicia se ha puesto en entredicho reiteradas veces, una costumbre que ha ido cogiendo fuerza, y que no ha parado hasta que la decimocuarta entrega, junto a todos los contenidos que se le han ido añadiendo, sirvió como punto de inflexión y reunión para los fans de la saga, tanto para los antiguos que en su momento se desengancharon como para los nuevos que decidieron darle una oportunidad a los anteriores. Sin embargo, parece que Square Enix vive en una burbuja algo alejada de la realidad, dando pie a títulos como Babylon’s Fall, muy alejado de lo que el público quería o esperaba. Este camino se acentúa con, por ejemplo, Balan’s Wonderland, habiendo entre estos dos juegos menos de un año. Pero ¿es tan malo darle al público algo que no quería/esperaba?
Obviamente para una empresa que busca solo rédito económico es malo, pues implica un menos número de ventas, y este tipo de fracasos puede acabar con las empresas más modestas, pero el tema del que toca hablar hoy es radicalmente distinto, pues es tan esperpéntico que da la vuelta sobre si mismo y convierte algo tan poco esperado en algo increíblemente bueno, capaz de romper con todo lo que implica una saga como Final Fantasy para llevarlo a extremos insalubres, capaces de hundir en la miseria a más de un fiel seguidor, de espantar por múltiples razones a nuevos jugadores, pero, gracias a dicho morbo, traer a sus huestes un ejército entero gobernado no por una persona ni por un ente físico, pues quien comanda a esta milicia de bárbaros y aficionados no es otro que Caos, aquel que gobierna con puño de hierro Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin, un tiránico señor que acabó con mil años de “gloria”, y en su lugar implantó….algo.
No, no es normal este tipo de movimientos, ¿pero en qué consiste este movimiento? ¿Realmente ha habido uno? No puedo dar respuesta a estas preguntas porque sencillamente no las tengo, desconozco hasta qué punto algunas decisiones se han tomado a propósito y cuáles solo han sido productos secundarios derivados de tomas de decisiones cuanto menos curiosas. Final Fantasy Origin es aquel disco experimental de tu grupo favorito que no terminó de calar; un disco que alejó a muchos seguidores, pero que tú, perteneciendo a un subgrupo más pequeño, has disfrutado como nunca. He de recalcar que mis conocimientos sobre la saga son limitados, sí que es cierto que he investigado más de un título, y hay algunos que están pendientes, pero conocimientos concretos poseo pocos, por lo que me consta que ha habido más de un detalle que me he perdido debido a ello, y que a los seguidores más acérrimos lograrán disfrutar, premiando de esta manera a los más fieles. Sin embargo, como he dicho, yo no estoy en ese grupo, pertenezco a uno que entró por mera curiosidad, ver de cerca este acercamiento a géneros más alejados de la saga principal, la cual a pesar de haber entrado en otras parcelas como los juegos tácticos, los de lucha o incluso de coche, ahora han hecho una pequeña incursión a los arpg con ciertos toques de hack and slash, todo mientras intentaban que el apartado RPG con elementos como los trabajos no se perdieran. Pero no, tampoco es eso lo que me ha llevado a esta entrega, es algo mucho más mórbido, algo como la curiosidad por ver cuánto estaban dispuestos a romper con el buque insignia de la saga, lo que la ha llevado tan lejos, el viaje del héroe.
Stranger of Paradise: Final Fantasy Origin viene para romper un bucle de epicidad, de héroes en vueltos por luces y sombras, pero héroes al fin y al cabo, con objetivos de héroes, pero sobre todo que actúan como héroes. En el caso que nos atañe no es así, se abandona el viaje del héroe más digno para, en su lugar, tomar un camino más burdo, envuelto en soberbia por los cuatro costados, dando pie a personajes muy poco arquetípicos, pues rompen estos moldes con las manos desnudas. Hay un noble objetivo al frente, ya que al fin y al cabo exterminar a CAOS no es moco de pavo, eliminar a la representación física de la maldad es una labor tediosa y noble. Pero el camino que tomamos para ello no está envuelto por épicas batallas, personajes nobles que lidian de la mejor manera con los problemas ni nada parecido, son solo cuatro personas que se auto consideran los Guerreros de la luz y cuyas ganas de acabar con el enemigo final son tales que no las pueden quitar de su cabeza, ni de su boca, y mucho menos de la cabeza de los personajes que entablan una mínima conversación con el grupo, pues CAOS lo invade todo (posibles spoilers en este enlace). Seamos sinceros, la historia es un auténticos caos (va siendo hora de parar con la bromita), los personajes son insufribles pues su única razón para existir es acabar con su objetivo, y nos cortarán tajantemente como osemos preguntarles qué tal el día. Pero en este comportamiento bizarro, pasota incluso, hay cierto gozo, sobre todo por la manera mediante la que rompe con lo que venía siendo una saga mucho más centrada en la epicidad, en los personajes correctos que, con sus más y con sus menos, se comportan como modelos a seguir, un legado olvidado hace mucho y cuya decadencia da paso el CAOS. Oh no, lo he vuelto a hacer.
Cuando nos movemos a aspectos como la jugabilidad también contemplamos cambios muy significativos, pues podemos ver cómo se mezclan los trabajos típicos de entregas anteriores con un sistema de combate frenético, y cuya mezcla solo suma al resultado final. Aunque en ocasiones cansino, las ingentes cantidades de loot que caen nos ayudan a personalizar el personaje completamente, pues tendremos cien piezas distintas para cada clase, una cifra que no deja de aumentar al menos que pongamos freno a este CAOS y vayamos controlando con qué armaduras y armas nos quedamos. Un marco amplio de herramientas junto a una buena cantidad de trabajos, con sus pasivas y movimientos exclusivos, da pie a un sistema de combate que perfectamente puede ir cambiando conforme vayamos avanzando, pues al no haber una rama de puntos que subir, quedando relegado al equipo y su nivel, perfectamente podemos pasar de un Ninja a un Mago con solo tener las piezas adecuadas, facilitando de esta manera la rejugabilidad. No todo pueden ser buenas decisiones, de hecho, estoy seguro que llegados a este punto alguno de vosotros, lectores, si habéis tenido la oportunidad de darle aunque sea un par de horas, estaréis en desacuerdo aunque sea en un punto conmigo, y creedme cuando os digo que os creo y que posiblemente estaré muy de acuerdo con vuestro punto, pero es que no me puede gustar más lo que se ha hecho con este juego. Más de un usuario lo ha acusado de apresurado, de ser un juego sin pulir cuyo apartado técnico está desactualizado para el contexto actual, y que el jugable sufre más o menos de lo mismo, pero qué queréis que os diga, me he metido en la cabeza de Jack, nuestro protagonista, y ahora mismo solo pienso en una cosa… pero ya no volveré a decirlo.
Un trabajo experimental
Antes de dar las últimas pinceladas, debéis de ir advertidos sobre lo que os vais a encontrar en esta caótica travesía, pues ni de lejos podéis esperar un nuevo Final Fantasy, ni de lejos, de hecho posiblemente lo encontremos en las antípodas, como ese disco experimental de un grupo que amas, pero que suena radicalmente distinto a lo que se espera de ellos. Stranger of Paradise da la vuelta al viaje del héroe, y más que hacerlo suyo, coge lo que le interesa y se deshace de ello como si de un trapo se tratase, trayendo al frenetismo y al sinsentido a la palestra para darles un papel de actores principales que jamás tuvieron, pues en este título han encontrado su hueco, y no para hacer una mala actuación precisamente.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para PlayStation 4 cedido por Koch Media.