El mar ha despertado

A simple vista Still Wakes the Deep -la más reciente obra de The Chinese Room (Dear Esther, Everybody’s Gone to the Rapture)- no tiene nada de especial; es un walking simulator de terror más. En éste encarnamos a un trabajador de una plataforma petrolífera en medio del mar llamado Cameron McLeary. Cameron, o mejor conocido entre sus amigos como Caz, se lleva muy bien con casi todos los trabajadores de la planta con excepción de su jefe, quien lo odia particularmente. Ya sólo en los primeros minutos somos llamados a su oficina para ser despedidos por un drama con la policía tras haber tenido un altercado en tierra firme con un sujeto que aparentemente se le insinuaba a nuestra esposa, con quien tenemos dos hijas, siendo esta la razón principal por la que tomamos el trabajo en altamar en primer lugar. Tras ser despedidos, nos dirigimos al helipuerto donde nos espera nuestro viaje de vuelta a casa. Como necesitamos que los eventos del juego ocurran, justo antes de que nos subamos al vehículo aéreo ocurre una explosión que sacude toda la plataforma, al punto en que, tras tratar de salvar a un hombre de caer al mar, terminamos cayendo junto a él. Despertamos mientras algunos compañeros nos acarrean tras salvarnos del océano y después de levantarnos y enterarnos que sólo nosotros sobrevivimos al impacto en el agua, hechos inexplicables comienzan a ocurrir. 

Voy a evitar seguir describiendo la historia a este nivel de detalle y sólo resumir en que el grueso del juego ahora consistirá en ir de aquí para allá dentro de la cada vez más decadente plataforma petrolífera tratando de salvar tanto a nuestros compañeros como a nosotros mismos de la muerte de innumerables desperfectos que se presentaron después de que el taladro que perforaba el suelo marítimo aparentemente impactara con un extraño objeto -o quizás ser- que se expande inexplicablemente y se hace con la plataforma por completo, transformando a la mayoría de la flota en monstruos lovecraftianos que, si bien no causan demasiada impresión al verlos, tienen un detalle que los hace peculiarmente destacables y es que estos aún conservan una parte significativa de su humanidad. Cuando te encuentras con ellos los puedes escuchar hablar; puede que balbuceen el último pensamiento que tuvieron cuando aún eran humanos; algunos pedirán ayuda; otros nos perseguirán con odio, insultándonos; otros tendrán miedo o bien puede que aullen o giman de forma inhumana. De todas formas, cada uno de ellos, los cuales no son demasiados y cuyos encuentros no serán tan frecuentes como para que se llegue a generar una fórmula cansina en el transcurso de cinco horas que toma completar el juego, es único y fácilmente diferenciable y, aunque sea fácil evitarlos ya que poseen una inteligencia artificial cuestionable y las medidas para evitarlos sean tan básicas como lanzar objetos en dirección contraria a donde queramos ir para distraerlos, siguen siendo interesantes gracias a el cómo están retratados.

Una experiencia sobre rieles

El gameplay es, si cabe, incluso más sencillo. Como mencioné anteriormente, Still Wakes the Deep es un walking simulator con un gran énfasis en su narrativa y con “puzzles” que no son puzzles realmente, sino más bien consisten en ir a un lugar, activar una palanca o abrir una escotilla y luego ir a otro lugar y repetir. En cierto sentido me recordó a Alien: Isolation en su fórmula jugable; todo lo que puede salir mal, sale mal. Tendremos objetivos que se verán interrumpidos por otros objetivos debido a inconvenientes imprevistos y así sucesivamente; todo mientras resolvemos problemas que nos encargan personas que deberían estar mejor capacitadas que nosotros para resolverlos y todo esto mientras evitamos criaturas que nos pueden matar de un solo descuido. Aunque a diferencia del xenomorfo de Isolation que nos perseguía “aleatoriamente” gracias a una inteligencia artificial que siempre rondaba cerca de nosotros y que aparecía ante ruidos fuertes u otro tipo de altercados.

En cambio, aquí las oportunidades en las que tengamos que enfrentarnos a nuestros colegas transformados en criaturas horripilantes están totalmente preestablecidas. Y es que Still Wakes the Deep quiere que todos los jugadores tengan la misma experiencia. Un espectáculo sobre rieles que finge darnos más control del que nos da, preocupándose en todo momento de que no nos perdamos demasiado; tendremos siempre guías visuales como la famosa pintura amarilla por todos lados incluso para quienes somos más comprensivos con este recurso del diseño de ambientes y en cualquier momento podremos pulsar un botón que nos indicará exactamente hacia dónde debemos ir.

still wakes the deep

Hace unos años no me hubiese molestado para nada este tipo de enfoque a la experiencia, pero mis gustos han cambiado drásticamente y, desde aquel artículo sobre Uncharted que escribí en mi blog personal por allá por 2018 -con el que terminaron reclutándome aquí en HyperHype- en el que mencioné que esta era una de mis sagas favoritas -Dios, cómo cambian las cosas-, ya cada vez me gustan menos los juegos en los que nos toman demasiado de la mano y controlan en demasía nuestra experiencia. Pero si a pesar de todo esto me gustó un montón la última obra de The Chinese Room fue por su narrativa. Me es difícil explicar el porqué una historia es buena cuando la premisa en sí puede ser muy sencilla a primera vista.

Cómo decir lo maravillosa que es, por ejemplo, la escritura de Disco Elysium cuando la premisa va de un detective ebrio con amnesia, sin destripar la trama. En el caso de Still Wakes the Deep, puede que el ser un electricista en una plataforma petrolífera que súbitamente se llena de seres monstruosos -que bien podría ser una secuela espiritual de Dead Space basado sólo en la base narrativa- no llame demasiado de buenas a primeras, pero hay personajes memorables, hay momentos que golpean muy fuerte por muy sencillos que parezcan al ser descritos y el juego sabe cómo jugar sus cartas pues es cuando pone más énfasis en lo bonito que puede llegar a ser visualmente y lo efectiva que puede resultar la banda sonora.

Marca de la casa

still wakes the deepThe Chinese Room es un estudio que ha hecho dos de mis juegos favoritos de todos los tiempos y uno de los peores juegos que he jugado también. A medida que iba avanzando por Still Wakes the Deep pensaba que esta vez la moneda caería de canto, no siendo ni de lo mejor ni de lo peor, sino que un punto justo en medio y, aunque no esté ni de cerca en mi top personal, sí que ha conectado conmigo de una forma que deseaba que lo hiciera pero que no esperaba demasiado que ocurriera.

Es un walking simulator de terror más, sí. Pero uno con el sello de The Chinese Room.

kofi

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Esta crítica ha sido realizada con una copia digital para Steam adquirida por la propia redacción