Duelo, puzles técnicos e IAs sarcásticas
Estar varado en un faro espacial, con la única compañía de una especie de Iguana y una Inteligencia Artificial que goza de exasperar a su compañero humano no es algo que describiría como una experiencia placentera. Si a esto le sumamos la necesidad de reciclar la orina para convertirla en agua para poder beber café o prepararse un plato de verduras en el microondas de la estación todo se vuelve aún peor.
Pues en esta premisa se basa exactamente Still There, un point and click desarrolllado por GhostShark, disponible desde el 20 de noviembre tanto en Steam como en Nintendo Switch. En esta aventura gráfica encarnamos a un astronauta que trabaja en la estación espacial Bento, una especie de faro espacial, donde deberá realizar diversas tareas día tras día que varían entre encontrar la estrella que más energía emita dentro de una constelación especificada, hacer conexiones entre antes de baja o alta fidelidad con un módem en un jumper y, pues, reciclar su orina para poder prepararse una taza de café.
Still There, no obstante, va mucho más allá. Presentándonos desde el principio a un protagonista que se ha encerrado emocionalmente tras una grave pérdida en su vida que lo cambió para siempre y, en el camino, mostrándonos una historia sobre la compasión, la redención y teorías tiempo/espaciales que se mezclan elegantemente en un gameplay muy bien conseguido pero que, lamentablemente, espantará a más de alguno por la complejidad de sus puzles y lo obtusas que llegan a ser las instrucciones para superarlas. Un ejemplo de esto es crear una conexión entre una antena de alta fidelidad con un módem.
Para esto tenemos un Jumper dentro de un panel de control repleto de botones, perillas, palancas e interruptores, de los cuales no se nos da ninguna explicación de su uso de forma directa, como lo harían la mayoría de los juegos. En cambio, Still There nos da un manual técnico que resulta muy convincente a la hora de parecer un verdadero documento de instructivos para las máquinas que operaremos y, en base a éste, deberemos aprender a realizar las tareas que diariamente se le asigna a nuestro protagonista su compañera de Inteligencia Artificial Gorky, con quien tiene una relación de amor/odio fuertemente guiada por frases sarcásticas.
Puzles obtusos y tareas engorrosas; un mensaje potente
Sin embargo donde creo que el juego tiene sus momentos más obtusos es en aquellas tareas que deberemos realizar y que no se encuentran en el manual. La segunda “misión” que tuve en el juego fue alimentarme. Suena fácil, ¿a qué no? Pero para esto tuve que encontrar la bolsa de comida polvorizada, saber dónde estaba el bol para llenarlo de agua y mezclarlo con ésta para luego ponerla en el microondas y comérmela. Y si les parece que he traído ya mucho a colación lo de reciclar la orina es porque el suministro de agua de la estación alcanza sólo o para una porción de comida o de café, luego tendremos que orinar, tirar la cadena, activar el sistema de reciclaje de orina, sacar la bolsa de orina de éste, dejarla dentro del tarro de reciclaje, encenderlo y recién tras todo esto, tendremos agua nuevamente. Seguramente ahora suena a que el juego es aburrido o que está lleno de tareas tediosas, pero les aseguro que, al menos lo primero es totalmente falso. El juego en ningún momento llega a ser aburrido si es que se le da la oportunidad de recibir el mensaje que está transmitiendo. Las tareas tediosas también son parte de esto y, hacia el final del juego, cobran aún más sentido. Y el mensaje que Still There nos quiere transmitir es que, al final de cuentas, no es fácil encontrarse varado en una estación espacial. Nada debiese ser demasiado simple o sino aquella sensación de estar en una situación ardua se perdería en unas mecánicas más lúdicas.
Y es difícil seguir hablando del juego -especialmente de lo que lo hace tan único y el por qué lo recomiendo encarecidamente- sin hablar, aunque sea un poco, de la trama de éste. Still There trata sobre un hombre que perdió a su hija y cómo esto le afectó a tal punto que se encerró en su propio mundo al punto de aislarse del resto del mundo, incluso separándose de su esposa y aceptando el trabajo en la estación espacial Bento para poder estar completamente solo. Pero el sufrimiento sigue por sobre todos a quienes escapan de él, haciéndolo que sueñe constantemente con su hija y su vida pasada. Y todo comienza a cambiar cuando, en un típico día de rutina, recibe la llamada de una nave que está varada en el espacio. Una llamada de auxilio.
Una experiencia conmovedora que no debiera pasar desapercibida
En 2017 jugué Firewatch. Fue uno de los primeros videojuegos altamente narrativos que tuve la suerte de probar. Y mentiría si dijera que Still There no me recuerda a Firewatch, más que nada por la singular relación entre sus protagonistas. Como ambos, sin llegar a conocerse físicamente, entablan una relación muy cercana y personal. Ambos con un pasado doloroso, encontrando asilo en las falencias del otro. Still There no es un juego para todos, pero para quienes sean capaces de ver sus grandes virtudes, perfectamente puede ser un juego que se les grabe en la retina y del cual no se podrán olvidar en un buen tiempo. El juego dura lo justo para optimizar la experiencia y no se anda con rodeos. Tampoco suaviza las cosas ni nos entrega a personajes carentes de defectos. Para ser un juego que se centra tanto en la desolación y el aislamiento del resto de la humanidad, es uno de los títulos más humanos y cercanos a los que he jugado en mi vida. ¿Qué tan lejos es suficientemente lejos?
Este análisis ha sido realizado con una copia de Steam adquirida por la propia redacción.