Dead Memories
Desde Chrono Trigger hasta The Legend of Zelda: Ocarine of Time, pasando por TimeSplitters, por Life is Strange y por Bioshock Infinite, el videojuego, como medio de expresión artística, siempre nos ha permitido explorar de diversas formas algunos de los temas más recurrentes y manidos de la ciencia ficción, ya explotados hasta la saciedad en otras artes como la literatura o el cine. Los viajes temporales, parte activa de dicho conjunto, no son algo nuevo para el fan de la narrativa de la industria, usualmente de gran bagaje audiovisual, y curtido en las más arduas batallas dialécticas. No obstante, en cierto modo, gusta ver cómo, de manera independiente a nuestra experiencia personal, hay títulos que consiguen impactarnos y engancharnos por igual, presentando un enfoque completamente nuevo de la situación que acaba obligándonos a tener el mando entre manos hasta que esos créditos, que horas atrás lucían lejanos, acaban desfilando por nuestra pantalla.
Dentro del panorama oriental, Steins;Gate es un fenómeno más. Quizás por ello asuste, o no apetezca; porque las modas y los fenómenos sociales, para el jugador hipster, rara vez se antojan como algo sobre lo que focalizar su atención. Sin embargo, cuando toca hablar de una obra maestra del género – como, a título personal, es la novela visual de 5pb. y Nitroplus, capaz de sentar cátedra y de brindar un espacio reflexivo entre la vorágine de shooters en la que periódicamente nos vemos inmiscuidos -, creo que merece la pena pararse en mitad del camino, avivar la hoguera, y escuchar.
Steins;Gate Elite – un remake del original, que presenta secuencias extraídas del anime en sus diálogos – llegó a nuestras Switch y PS4 hace poco más de un mes (el 19 de febrero, concretamente, si no me fallan las cuentas), dándome la excusa ideal para hablar de manera pública y desmedida sobre lo que hizo grande a la propuesta original. A decir verdad, no sé cuánto tiene de mérito el trabajo realizado por 5pb. y Nitroplus, pues se debe de tener en cuenta que el material original era una maravilla narrativa. Aunque dar detalles de su argumento sin recaer en spoilers es una labor ardua digna de admiración, la historia principal del título, que no es más que una adaptación directa de lo ya visto en la pequeña pantalla, empieza metiéndonos en la piel de Rintaro Okabe, un universitario de 19 años tan engreído y extravagante como inteligente y capaz, que si bien vive tranquilamente en el barrio de Akihabara, no puede dejar de pensar que una malvada organización secreta va tras él. Como no podía ser de otra forma, parece ser que él es el único que sabe de su supuesta existencia, por lo que se dispone a hacer todo lo que sea necesario para pararle los pies y, por qué no, salvar el mundo. Tal cual. Por los loles.
Cabe destacar que para cumplir esta importante misión afortunadamente Rintaro no estará solo, y es que fuera de su enorme laboratorio se verá las caras con diversas personas que cambiarán su vida para siempre. Este grupo de amigos, que goza de una profundidad y un realismo increíble que nos irá sorprendiendo con el paso del tiempo, se compone por seres únicos, memorables y anti-estereotipados muy diferentes entre sí, cuya evolución nos dejará con la boca abierta en más de una ocasión. Sin ir más lejos, el primero de sus descubrimientos colectivos – y el más importante, actuando como punto de inflexión en la historia – toma la forma de un microondas capaz de enviar SMS al pasado. Sin embargo, los viajes temporales aquí toman un rol fundamental, y por ello en ningún momento quedan como una incógnita, sino que se nos explica su lógica mediante un montón de teorías y explicaciones científicas. Nada es por arte de magia.
Debo admitir que su inicio puede hacerse muy lento y pesado debido a la gran información por segundo que se nos inyecta en vena, como bien ocurría en el clásico Persona 4. Más allá de eso, cada línea de guion, de principio a fin, es francamente sublime, transmitiendo un tremendo mensaje y dejándonos con más, y más, y más ganas de pasar al siguiente capítulo, donde probablemente descubramos algo completamente nuevo, se nos brinde un inesperado giro argumental o por fin se nos desvele ese detalle que tanto ansiábamos saber. Cada párrafo rebosa carisma, buen hacer, y cuenta con un gran trasfondo más allá de lo que a priori pueda parecer, que a su vez se encarga de abrir paralelamente nuevas subtramas con tal de evitar la linealidad.
Como buena novela visual que es, su filosofía jugable, casi inexistente, se basa en la única y repetida pulsación del botón X, que nos facilitará cada vez nuevos diálogos que nos destaparan poco a poco la trama. Asimismo, también toma tajada en este apartado la introducción de ciertos comandos a través de nuestra única herramienta, nuestro teléfono móvil, cuya suma nos llevará directamente a uno de los finales disponibles, a cada cual más impactante. Requiere poca interacción por nuestra parte, sí, pero en cierto modo, a pesar de que no exista un núcleo jugable como tal, resulta muy interesante ver cómo el simple hecho de escoger qué mensaje de texto abrimos primero o qué llamada decidimos rechazar repercute en el presente, tanto positiva como negativamente.
Por su parte, y casi de manera anecdótica, me gustaría destacar que Steins;Gate es, aún a día de hoy, sorprendentemente actual en términos técnicos, habiendo resistido de una forma inmejorable al paso del tiempo (nunca mejor dicho) y haciendo gala de un apartado artístico que nada tiene que envidiar a otras producciones. Sin alcanzar la perfección, los personajes, algo occidentalizados, están realmente bien dibujados, y sus expresiones corporales ayudan a comprender el mensaje que nos hacen llegar de una forma más sencilla. Las ilustraciones de escenarios sobre las que aparece el texto tampoco se quedan atrás, manteniendo un nivel notable bastante trabajado digno del manga original.
Poco más se puede decir su banda sonora; breve pero intensa. Durante la mayor parte de nuestro paso por Tokio solamente escucharemos sonidos ambientales, como el piar de los pájaros o el murmullo de determinados vehículos, pero cuando llega el momento de lucirse, la aventura saca a relucir sus mejores bazas con una variedad de temas preciosos a la par que profundos.
“Todo cuanto existe tiene un fin”
Habrá quien diga que Steins;Gate es un juego de culto. Quien asegure estar ante una aventura muy intensa, capaz de atrapar a cualquiera. Quien lo califique como una de las mejores novelas visuales que el País del Sol Naciente ha parido durante estos últimos años. Yo, sin embargo, prefiero referirme a él como un viaje, dejando a un lado todas aquellas connotaciones que pueda aportarle la acepción de ‘videojuego’. Una experiencia comparable a la grandeza de 428: Fūsa Sareta Shibuya De, y desde luego, uno de los mejores sleepers que nos dejó la pasada generación. Un producto redondo que encarecidamente recomiendo. A buen seguro, no gustará a todo el mundo, mas gustará mucho a quien tiene que gustar.