La prueba definitiva de que dar poder a la comunidad no suele ser una buena opción
Desde el pasado viernes 19 de octubre, los aficionados al género de la lucha en dos dimensiones ya pueden disfrutar de SoulCalibur VI – aunque, bueno, ciertamente creo que la definición más acertada para este caso sería la de ‘lucha 2.5’ -. Tal y como os adelantábamos hace un par de meses en el avance que realizamos en base a lo que pudimos probar del juego en Gamescom, la propuesta ha traído consigo un montón de mejoras, alzándose, a nivel técnico y jugable, como uno de los capítulos más redondos de toda la franquicia. No obstante, como ya viene siendo costumbre en la industria, no es oro todo lo que reluce. Id a por un café, sentaos y dejad que os explique la situación.
Una de las características en la que los chicos del equipo Project Soul han invertido, al parecer, gran parte de su tiempo y de sus recursos no reside en otra modalidad que no sea el editor de personajes del título. Se trata de una posibilidad que nos lleva acompañando, si no me falla la memoria, desde SoulCalibur III, y que con el paso del tiempo ha ido brindando más y más herramientas al jugador hasta convertirse en uno de los principales alicientes del conjunto jugable. SoulCalibur VI, como no podía ser de otra manera, lleva dicha personalización a otro nivel, alcanzando unas cotas de libertad inimaginables que permiten al jugador responsable crearse un luchador tremendamente completo y detallado. Lo que nunca imaginamos fue que esto, a tan corto plazo, pudiera tener repercusiones tan negativas.
Tal y como nosotros mismos hemos podido comprobar a través de ingentes cantidades de streamings, vídeos en diferido y capturas de pantalla, una enorme parte de la comunidad dedicada de la aventura está haciendo un uso malicioso de esta herramienta, transformando el apartado visual del personaje sin modificar su hitbox y haciendo, así, que el rival sea incapaz de predecir los ataques que se lanzan – usualmente, de forma feroz e implacable -. Se trata de una práctica que, más allá de poder ser graciosa en una primera instancia, no puede llegar a ser considerada como una broma más, pues su uso se está comenzando a expandir a nivel clasificatorio. Una benigna trampa de cuestionable remedio, que, imposibilitando disfrutar de una de las principales características del juego a una enorme cantidad de usuarios, me lleva a preguntarme cómo Bandai Namco piensa arreglar el estropicio que ellos mismos, ayudados por su buena fé, han generado.
Realmente, y aunque suene algo contradictorio, me parecería muy injusto que castigaran o penalizaran mínimamente a estos hackers de tres al cuarto. No por nada en concreto, sino porque, desde un punto de vista teórico, únicamente son jugadores que están haciendo un uso lícito y normal de las herramientas que tienen a su disposición, sin la necesidad de tocar el código del juego o de ‘romperlo’ de alguna forma. Son características que están ahí, y que, por tanto, pueden y deben de ser aprovechadas por los usuarios que así lo deseen. Y sí, supongo que una forma sencilla de atajar el problema sería limitar el uso de estas creaciones personalizadas en las partidas online, pero ¿acaso no sería eso contraproducente, eliminando uno de los grandes atractivos en los que se basa el producto?
El hecho de que piense que Bandai Namco no debe de castigar a esta multitud no quita, claro está, que nos encontremos ante un boceto extremadamente pesimista de la industria actual. Una caricatura que saca lo peor de una comunidad que, con el paso del tiempo, ha ido normalizando esta clase de ‘trolleos‘ y de bromas pesadas hasta el extremo, difuminando los límites entre lo que es claramente denunciable y lo que no. Una clara prueba de que no se nos puede dejar solos; de que dar poder al fan no suele ser buena idea, y de que, por mucho que nos quejemos, en ocasiones es mejor no jugar a ser Dios, disfrutando únicamente de propuestas lineales que no den lugar a la experimentación ni a la sorpresa. ¿Es ese, realmente, el futuro que queremos para la industria? Supongo que no, pues prácticamente ninguno de los grandes lanzamientos de cara a la campaña navideña cumple dicha normativa – lo cual no deja de decir mucho sobre el target al que apuntan -. Por el bien del desarrollo y del avance del noveno arte, espero que algún día, probablemente lejano, aprendamos a diferenciar las bromas inofensivas de los ‘trolleos‘ que solo hacen reir a unos cuantos, mientras provocan el enfado de muchos.
Supongo que, como a SoulCalibur VI, todavía nos faltan unas cuantas actualizaciones para brillar.