El (dorado, insostenible y caro) elefante en la habitación
PlayStation Plus no está en su mejor momento… aunque bien es cierto que resulta un tanto tramposo hablar de un concepto así en los tiempos que corren. En su historia reciente, Plus nunca ha tenido tan siquiera un buen momento; muy atrás quedan ya los meses de suscripción donde, de manera totalmente complementaria a la experiencia común de todos los jugadores, la empresa ofrecía títulos que por entonces acababan de salir al mercado (como, recuerdo, Assassin’s Creed III) bajo una cuota mensual más que razonable, y cuyo único reclamo era el de brindarnos acceso a esta clase de propuestas mes tras mes, suponiendo incluso un gran ahorro para aquellos que gastasen un porcentaje considerable de su nómina mensual al ocio digital. Pero que el servicio esté de capa caída —no tanto por no haber dado lo que prometía, sino por haber mutado hacia un concepto mucho más similar a lo que tenía su competencia directa, pero también peor—, no es algo nuevo, ni algo que ni desde los medios ni desde la propia Sony se esté tratando de esconder, ya sea mediante adiciones al catálogo cuestionables o dando pie a odiosas comparaciones de las que rara vez sale vencedora.
Sony lleva años moviéndose por inercia. Una inercia inicialmente propulsada por el calor abrasador de una comunidad muy fiel, pero que con el devenir de los meses va tomando perspectiva de una situación que desde hace mucho le resulta adversa. Fruto de ello, PlayStation Plus, pese a poder sacar pecho de haber marcado un nuevo récord de ingresos (los cuales han aumentado un 10% como consecuencia directa de la unificación del servicio con PlayStation Now), ha perdido en el último trimestre fiscal [de julio a septiembre] nada más y nada menos que dos millones de suscriptores. La cifra es, ahora, de 45,4 millones de usuarios. Tampoco es desdeñable, todo sea dicho.
Lo más llamativo de esta pérdida, especialmente impactante si se tiene en cuenta el escaso margen temporal en el que ha sucedido, reside sin embargo en la justificación de una Sony que en lugar de dar un golpe sobre la mesa o de incluso elogiar y tomar buena nota de su competencia (a la que tampoco es que le vaya estupendamente, si bien pueden presumir de previsiones mucho más optimistas) ha preferido achacar tal déficit a “el menor uso que los usuarios están dando a PS4“, a “la falta de grandes lanzamientos” y, ojito pestaña, a que “la gente sale ahora más a la calle“. Bien Sony, bien. Ya veo por dónde vas.
No quiero menospreciar la existencia de estos problemas. Dichas excusas, citadas por otras compañías, en otras situaciones y/o apuntando hacia otros derroteros, podrían ser perfectamente válidas y comprensibles. Pero la compañía nipona sabe tan bien como nosotros (o mejor; de hecho, debería de saberlo mejor) que tiene un problemón con PlayStation Plus, y consecuentemente con una comunidad que ya no confía tanto en la marca como lo hacía antaño, y que cada vez necesita menos motivos para dar el salto a Series X | S, Switch o PC. La cuestión reside en cómo querrán afrontar dicho problema, y en cuándo decidirán hacerlo, puesto que nadie puede saber si la situación podrá sostenerse mágicamente (que es tal y como lo ha estado haciendo hasta ahora) durante unos cuantos años más. Va siendo hora de quitarse la venda, Sony. Antes de que alguien te la arranque de la faz.