La última oportunidad de redención del erizo
La época dorada de los videojuegos. Nintendo vs Sega. Super Nintendo vs Mega Drive. Mario vs Sonic. Enemigos por antonomasia que se retroalimentaban el uno al otro. Durante los 90 protagonizaron una batalla encarnizada por liderar un sector en pleno apogeo. Pero lejos quedan esos tiempos de confrontación. El alegre fontanero y el carismático erizo han alcanzado una tregua. Mucho más que eso. Los dos iconos de los videojuegos ahora son aliados, compañeros de plantel en muchos títulos. Pero el camino de ambos personajes hasta la situación actual ha sido muy diferente. Mientras que Mario siguió reinventando el mercado y se reafirmó como una de las mayores sagas de los videojuegos con el paso al 3D, Sonic aún no ha encontrado la fórmula mágica para que su característica velocidad encaje en un entorno en tres dimensiones.
Las desventuras de Sonic en un mundo tridimensional superan con creces a sus éxitos. Por esa razón que el jefe del Sonic Team, Takashi Iizuka, afirme que Sonic Rangers, el nuevo título del erizo, va a ser un «avance» dentro de la franquicia y que se va a erigir como un «buque insignia» de esta resulta cuanto menos ilusionante. Como ya se filtró hace unos meses, la nueva aventura de Sonic parece apuntar maneras para convertirse en un nuevo Breath of the Wild. Al menos aspira a suponer para su propia saga lo que Breath of the Wild a la de Zelda: una ruptura con los pilares ya establecidos —muy endebles, por otra parte, si nos fijamos en los títulos de Sonic en 3D—.
Sonic Rangers plantearía un mundo abierto con zonas que se desbloquearían a medida que avanzas en la aventura —al más puro estilo del DLC de Super Mario 3D World, Bowser’s Fury—. Así pues, si en el papel sí que supone un avance respecto a lo que ya nos ofrecen otros títulos del puercoespín, habrá que ver si la ejecución hace justicia a lo que los seguidores del maltrecho Sonic esperan de un juego tan especial como este. Sonic Rangers se anunció el pasado mayo coincidiendo con el 30 cumpleaños del erizo durante el evento digital Sonic Central. Además, como se conoció ayer mismo, el anuncio de este videojuego fue, según la propia Sega, «prematuro» en pos de calmar la inquietud de los seguidores de Sonic. Un soplo de aire fresco que bien le viene a la franquicia.
Sin ninguna duda Sonic necesita reinventarse. Porque sus mayores éxitos en la última década han sido juegos en los que el componente 2D clásico era crucial, a saber: Sonic Generations y Sonic Mania; o su más que decente película. Si lo comparamos con su añejo archienemigo, Mario no ha parado de crecer, de expandirse y, sobre todo, de vender bien en estos últimos años. Y ello lo ha conseguido mediante videojuegos que ofrecen tanto experiencias clásicas como innovadoras y gracias a los numerosos spin-offs que amplían el universo del fontanero. Esto denota la amplísima versatilidad del bigotudo y la mala adaptabilidad del puercoespín —o la incapacidad del Sonic Team para encontrar una fórmula que funcione—. Aunque, siendo sinceros, quizá la tridimensionalidad no está hecha para Sonic, o más bien él no encaja en un mundo 3D.
Recordemos que ya han pasado más de 25 años desde que los videojuegos abrazaron las tres dimensiones. Numerosas sagas que triunfaban en la bidimensionalidad supieron adaptarse correctamente a este nuevo paradigma, mientras que otras no consiguieron dar el salto y cayeron al vacío. Sonic aún está intentando recuperar su vieja gloria, y parece que este Rangers es la bala en la recámara del erizo azul con la que intentará recobrarse de un bache que dura ya muchos años. Si con este nuevo título no consiguen levantar cabeza, Sega debería replantearse el futuro de su mascota y reconducirlo a un camino más digno, en el que cada videojuego no desate la burla de la comunidad por su lamentable jugabilidad, su vergonzosa optimización o el injusto trato al inmenso legado del puercoespín. Y sí, estoy insinuando que Sonic se aleje del tortuoso camino del 3D y abrace y amplíe su leyenda en las dos dimensiones. No para siempre, pero sí hasta que den con una idea a la altura de la franquicia.