Religión y formas de afrontarla
Este texto incluye spoilers masivos de la trama de Silent Hill 3.
Cómo comentaba en la primera parte de este artículo, Silent Hill 3 es, en su conjunto, una representación y una metáfora religiosa, su desarrollo, la evolución de sus entornos y muchas localizaciones contienen mensajes implícitos referentes a ello. Sin embargo, en sus personajes encontramos una representación mucho más explícita de distintas visiones y posturas acerca de la religión.
Posturas evidentes para dejar claro el mensaje
Durante el transcurso de la aventura, Heather se mantiene firme en su visión y pensamiento acerca de lo que ocurre, y parece encarnar la idea del escepticismo religioso, como lo demuestra poco después de internarse por primera vez en la dimensión paralela, al decir lo siguiente: “Ni siquiera un niño podría creer en esto”. Sin embargo, como quien trata de inculcar su creencia a la fuerza sobre aquellos que se niegan a aceptarla, Claudia sigue tratando a Heather como una elegida divina, tratando de conducirla hacia lo que ella considera su deber profético. “Engendrarás a un dios y crearás un paraíso eterno”, afirma Claudia. Poco después, Heather vuelve a mostrarse como la personificación de la postura opuesta, como el escepticismo que condena la validez de justificar los medios por el fin, en lo referente a la religión, en este caso. “Me da igual Dios y el paraíso… Si ella cree en eso, pues muy bien. Pero no se librará de lo que ha hecho”, dice poco antes de ponerse en camino hacia Silent Hill, en busca de Claudia. El mensaje tras estas líneas es claro, casi explícito: No vale la religión para escudarse de cualquier acto.
Por otro lado, tenemos a Vincent, un personaje que representa la discordancia dentro de la propia creencia religiosa, el desacuerdo entre aquellos que comparten una misma fe, y que más adelante mostrará signos más evidentes de ello. Sin embargo, en su primera conversación con Heather nos dará la visión de aquellos que no están molestos ante el mundo influenciado por la religión. “¿No te molesta este lugar?”, le pregunta Heather refiriéndose a la “dimensión alternativa”. A lo que él contesta. “No, no me molesta en absoluto”. Con el elenco de personajes mencionado hasta ahora tenemos la representación de tres posturas claras y diferenciadas que muestran opiniones reales de la sociedad sobre la religión. Aunque sea de manera exagerada y magnificada por las connotaciones fantásticas de la obra, las posturas de Heather, Claudia y Vincent son reflejos de las conductas que la sociedad muestra hacia la religión y las instituciones derivadas de ella. Por un lado, está Heather, con su escepticismo crítico y agresivo, representando al no creyente que rechaza la religión por los efectos negativos que esta ha provocado en la sociedad. Claudia representa la fe más ciega, agresiva y vehemente, como contrapartida de Heather, y puede interpretarse como un reflejo de los fanáticos religiosos o incluso de los terroristas inspirados por este tipo de doctrinas, ya que durante el transcurso del juego comete verdaderas atrocidades en nombre de la religión. Finalmente, Vincent muestra esa faceta conflictiva dentro de la propia fe, una especie de protestantismo que puede entenderse como algo benevolente por el contraste con el fanatismo de Claudia, pero que también está impregnado con el dogmatismo y el uso de la religión como “escudo moral”.
Desviaciones dentro de algunas visiones
Este trío inicial es quizás el grupo de personajes más claros y evidentes, pero encontraremos otras posturas más específicas y excéntricas a lo largo del juego. Nuestra primera parada al llegar a Silent Hill es el hospital, donde conoceremos a Leonard, el padre de Claudia, y otra figura clave en la representación religiosa de esta obra. Leonard Wolf representa otra vertiente del fanatismo exaltado que vemos en Claudia, la de esa fe desmedida combinada con el sentimiento de mártir. Desde que mantenemos nuestra primera conversación con él, a través de una llamada telefónica, podemos ver como desprecia la idea perseguida por su propia hija. “¿La salvación de toda la humanidad?… Que sueño tan ridículo”, dice refiriéndose a los planes de su hija. Es incluso capaz de compartir y alimentar el odio de Heather por Claudia, dejando claro que no tendrá reparos en dañar a su propia hija con tal de preservar lo que él considera la pureza de su fe. Es un personaje que encarna, en cierta forma, el elitismo religioso, creyendo que solo él ejerce la fe de la manera debida. Es una muestra del fanatismo más puritano, y cuando nos enfrentamos a él en forma de jefe lo hacemos en un área que parece representar una especie de purgatorio, situado bajo un altar de sacrificios. El entorno que lo rodea y sus discursos conforman esa intención de mantener “pura” su fe, y destruir todo aquello que la “corrompa”, sin importarle que sea incluso su propia hija.
Durante nuestro enfrentamiento con él nos deja claro que no desprecia la idea de salvación de su hija por no creer en dichos conceptos religiosos, sino porque tiene su propia idea de la salvación y de quién la merece. “¿Por qué debemos recompensar incluso a los infieles? […]Solo a aquellos que escuchamos la voz de Dios nos serán entregadas las llaves del Paraíso”. Ante esta idea, Heather muestra desprecio una vez más, y deja claro que no comparte dichas creencias. Leonard acusa a Heather de hereje, y pasa de considerarla una aliada a una enemiga en cuestión de segundos, tan solo por no compartir sus creencias. “¡Muerte a todos aquellos que le dan la espalda a Dios!”, dice. Teniendo esto en cuenta, queda clara la intención de reflejar en Leonard el fanatismo religioso más exaltado y la búsqueda de la destrucción de todo aquello que no predique con la propia fe. Podríamos ver a Leonard como una representación del terrorismo religioso actual.
Tras el combate con Leonard presenciaremos una escena en la que Vincent y Claudia discuten sobre dicho enfrentamiento y su desenlace, y en esta escena se abordan varias ideas importantes sobre la visión que el juego arroja sobre la religión. Por un lado, Vincent deja entrever que se aleja del fanatismo acérrimo, e incluso se burla de la religión, en cierta forma. Claudia amenaza a Vincent con la negación de un paraíso eterno tras la muerte, a lo que Vincent contesta que los placeres del mundo real son los únicos conocidos, y que prefiere hallar su felicidad mientras viva en el mundo terrenal, cargando así contra la idea de sacrificarse en vida para ser recompensados en la muerte. Por otra parte, carga contra Claudia, y contra los orígenes de su fe, evidenciando otro de los rasgos más comunes de la religión en nuestra sociedad: la concepción de esta como un mero refugio para evadirnos de nuestras desgracias.
De esta forma, el juego nos lanza un mensaje claro, y es la idea de que la religión no es más que una respuesta a la desesperación del ser humano ante el dolor o el miedo. Sin embargo, va un poco más allá de esta idea, que por sí sola resultaría inocua. A través de Douglas, Silent Hill 3 carga contra los poderes reales que se ocultan tras las instituciones religiosas, y que se valen de esa fe humana para justificar sus propias acciones, para ganar poder e influencia. “Un paraíso para borregos castrados, tal vez”, contesta a uno de los discursos de Claudia. La postura de Douglas hacia el fanatismo religioso evoluciona a lo largo del juego, pasando del escepticismo más pasivo a una respuesta combativa que se manifiesta cerca del final, durante una conversación con Heather. “Si es así como actúa un dios misericordioso no quiero saber nada más de él”, afirma. Poco después, cuándo Heather le da la espalda, Douglas se plantea matarla mientras le apunta con la pistola. No lo hace por placer ni nada similar, sino para acabar con la pesadilla que los rodea, planteando la idea de que destruir los símbolos e ídolos de un culto es la única manera de erradicarlo. Pero, finalmente es incapaz de hacerlo.
Durante una conversación entre Heather y Vincent, este último refuerza el rol de su personaje, el de la división interna y el cuestionamiento de la fe. “No es extraño que la gente adore al mismo dios y siga discrepando”, dice. Luego cargará directamente contra la idea de una persona o institución que pretenda encarnar la voluntad de un supuesto dios, criticando así la posición ostentada históricamente por la iglesia para ejercer el poder en nombre de la fe. Y poco después Heather lanza el que probablemente sea el mensaje de crítica hacia la religión más claro y necesario de todos los que escuchamos en el juego. “¡Pero un Dios nacido del odio nunca podrá crear un paraíso perfecto!”, le dice a Claudia. La idea aquí es clara: a lo largo de nuestra historia, la religión y quienes la controlaban han clamado actuar en busca del bienestar de las personas y de la paz, pero solo han alimentado odio y guerras con la intención de imponer su creencia sobre las de otros, que normalmente hacían exactamente lo mismo. Esta visión se remata con la representación siguiente de Dios como enemigo final del juego, que se expone ante el jugador como un ser monstruoso, oscuro y retorcido, simbolizando la visión que el hombre ha creado de dios al utilizar su idea para fines atroces.
Con todo esto, Silent Hill 3 se conforma como la crítica más dura y extensa que he visto hacia la religión en un videojuego, y elabora un mensaje adulto y profundo tras la cortina del terror paranormal que es común a toda la saga. Sin duda es una experiencia terrorífica que puede ser entendida y disfrutada independientemente de estas ideas, experimentando su historia como una ficción aislada. Pero lo más maravilloso de este título es que si queremos podemos extrapolar todas sus ideas y personajes al mundo real para entender el juego desde un prisma totalmente distinto. Suele decirse que los videojuegos son arte y cultura, que son vehículos comunicativos capaces de transmitir mensajes políticos e ideológicos de toda clase, y muestras como esta dejan claro que es totalmente cierto.