"Aquel que no es lo suficientemente valiente para ser mirado desde el otro lado del abismo"

Este artículo forma parte de la crítica-monográfico de Silent Hill 2 Remake. Aunque no es imprescindible, recomendamos haber leído los anteriores capítulos en orden antes de leer este. Podéis encontrar los enlaces a los diferentes capítulos de la serie al final de este mismo artículo.

Quien no es lo suficientemente valiente como para ser mirado desde el otro lado del abismo no es lo suficientemente valiente como para mirarse a sí mismo.

Esta es la sección de los spoilers. Si es que no han jugado a Silent Hill 2; tengan en cuenta que es una de las experiencias más únicas en el medio y, aunque su giro de trama es tan conocido como el hecho de que Darth Vader es el padre de Luke Skywalker, la experiencia entrega mucho más que sólo eso y no voy a contribuir a que nadie se la estropee a propósito sólo para luego arrepentirse. Considéralo tu última advertencia.

Comencé hablando sobre lo importante que es el detalle de que James no pudiese recordar a quién iba a buscar a Silent Hill a pesar de lo determinado que estaba en encontrar a su esposa al punto admitirle a Angela, como si ya lo hubiera internalizado hace tiempo, que no le importaba lo que le pasase con tal de encontrarla después de que la joven le advirtiera que el pueblo era peligroso, además de lo imposible que resultaba de creer que sería encontrarla con vida si supuestamente había muerto hace tres años. Y es que la respuesta salta a la vista: James no está bien mentalmente. Como ya todos los que lo hemos jugado, sabemos que éste mató a su esposa en un arranque de rabia egoísta tras años de sentir que ella, Mary, le había arrebatado su libertad y felicidad al punto de caer en el alcoholismo y quién sabe en qué otra espiral decadente.

James se justifica a sí mismo constantemente diciéndose a sí mismo que lo hizo por misericordia, que ya no podía ver a Mary sufrir tanto. Ella misma se odiaba y se desquitaba con todos a quienes amaba, especialmente con él. Mary abusaba verbalmente de James, usualmente cuando éste la iba a ver al hospital y luego se sentía horrible por haberlo hecho, lo que la condujo a un círculo vicioso depresivo por años. Y cuando ya fue finalmente desahuciada, le pidió a su esposo, en un momento de desesperación, que le quitara la vida. Pero también le dijo, aterrada y seguramente habiendo recuperado la cordura, que no quería morir, que tenía miedo, y le rogó a James que no la abandonara.

No queda mucho espacio, entonces, para la interpretación. James se aprovechó de las palabras de su esposa y decidió escuchar sólo lo que quiso escuchar y actuó en consecuencia. Pero nada es blanco o negro y James no es un villano que se retuerce los bigotes ante cada acto cobarde que comete; él de verdad amaba a Mary y fue tal el impacto de sus acciones que, seguramente al día siguiente o incluso antes, partió con su cuerpo sin vida en su auto hacia Silent Hill. Prueba de esto es que Laura, que compartió mucho tiempo con Mary en el hospital, la había visto por última vez tan sólo hace una semana antes de los acontecimientos del juego. Se puede asumir que James llegó al mirador del Lago Toluca frenando desesperado por cómo aparco el auto usando tres espacios de aparcamiento, dejando la puerta abierta del conductor para partir hacia el baño donde comienza el juego.

Ahora, el primer cambio clave entre ambas versiones parte aquí: la versión original nos muestra como primera toma a James ante el espejo, observando con atención su propio reflejo, pasando su mano por su cara, como tratando de reconocerse a sí mismo. En el remake, empero, vemos primero cómo se agarra una mano con la otra mientras ambas le tiritan, una clara señal de culpabilidad; un “qué he hecho” de manual. Y esta pieza, junto al no recordar a quién buscaba exactamente cuando habló con Angela en el cementerio, cimenta una pieza clave que nos dice algo sobre James Sunderland que lo diferencia en ambas versiones entre un hombre desesperado que cometió un acto horrible que lo terminó marcando para siempre al punto de romper su mente en mil pedazos de un hombre que cometió el mismo pecado y que trata de esconderlo de todos, incluso de él mismo, pero que sólo aparenta muy bien el no saber qué es lo que hizo, cuando en el fondo sigue estando consciente del acto.

Y aunque esto no cambia los hechos, sí que significa un cambio radical en quién es James Sunderland.

Uno –el original– se encuentra en un estado de fuga mental. Todo lo que le dice a otros personajes, sobre todo a María y Laura acerca de su esposa, lo dice con completa honestidad; él de verdad cree que Mary murió hace tres años de “aquella maldita enfermedad” y la busca desesperadamente porque la esperanza de que esté con vida es lo único que lo conecta al mundo, como una cuerda de salvamento de un buzo, al punto en el que la única manera en la que James salga vivo de Silent Hill es, o yéndose con una réplica casi exacta de su esposa, María, no habiendo aprendido nada, sino que pecando de codicioso y demostrando ser un hombre que sólo busca ser complacido, pagando el precio de tener que volver a vivir el trauma de ver a su ser amado pasar por la misma enfermedad que se la arrebató en primer lugar o bien adoptando –aunque esto último podría quedar abierto al debate– a Laura, cumpliendo así el último deseo de su difunta esposa. El tercer y último desenlace posible consiste en que James se hunda en el fondo del Lago Toluca junto a su vehículo y el cuerpo sin vida de su esposa, siendo sus últimas palabras: “Ahora podremos estar juntos”, justo después de preguntarse a qué le tenía tanto miedo.

Los finales en el remake son esencialmente los mismos, pero es tan irritante que lo sean cuando este nuevo James no pasó por lo mismo que el James original. El nuevo demuestra culpabilidad en la primera escena del juego, pero a la vez esto deja en evidencia que recuerda con demasiada claridad qué es lo que hizo; luego, no muestra señales de no sabe a quién busca –es decir, aún mantiene su lucidez–, es capaz de conversar naturalmente con otros personajes; es huraño e introvertido, sí, pero no está sumergido en sus propios pensamientos todo el tiempo; desea a María sexualmente de manera demasiado explícita, lo que le quita mérito al resto de los finales en los que se mantiene fiel a Mary; es muy empático con Eddie. Quizás son pequeñeces, pero son cambios que se van acumulando al punto en el noto a James lo suficientemente humano, lo suficientemente conectado al resto del mundo para que Silent Hill sea su infierno personal y el de nadie más, como al resto de los personajes que iban a lo suyo y no hacían ningún tipo de esfuerzo de hacer equipo a pesar de lo peligroso que era el pueblo. James tampoco lo intentó sólo porque debía seguir los pasos del Sunderland original porque así lo dictó Bloober y Konami; de nuevo, un remake tipo Funny Games, no Scarface.

Y si James realmente no se encontraba en un estado de fuga mental y una parte de él a un nivel semi consciente recordaba lo que le hizo a su esposa cambiaría todo el proceso de crimen, castigo y redención por el cual vive a través de los acontecimientos de Silent Hill 2. Cuando María es asesinada por tercera vez, estando encerrada en la jaula boca abajo y siendo penetrada una vez más por Pyramid Head, lo que lleva a James a decir que finalmente se ha dado cuenta de por qué necesitaba a su verdugo, resultaría ser una escena vacía, que bien podría haber ocurrido en su primer enfrentamiento o incluso, al demostrar que sabía lo que había hecho y que no se arrepentía lo suficiente de lo que hizo, quizás este monstruo ejecutor nunca habría existido en primer lugar, pues su función era castigarlo precisamente porque James sentía que merecía serlo.

El cambio que más prometía en los primeros compases del juego era el de María y, aunque el trabajo de la actriz de voz —Salóme Gunnarsdóttir— no estaba a la altura de la voz original —Monica Taylor Horgan—, lo compensaba con ser lo suficientemente diferente en su personalidad como para que las comparaciones de interpretación no le afectasen demasiado. Como mencioné anteriormente, sentí mucha más empatía por esta nueva María cuando fue asesinada por Pyramid Head en el pasillo del hospital, por muy mal ejecutada que haya estado la escena a nivel jugable dado que Bloober sintió la urgencia de gamificarla, convirtiéndola en una secuencia de escape de –imagino, según ellos– alta intensidad, en la que María va delante del jugador mientras gabinetes y demás obstáculos caen frente a James, quien debe saltar por ellos, mientras la distancia entre éste y Pyramid Head va disminuyendo más y más. Una vez terminada la secuencia, James inexplicablemente aparece por delante de  María y sube al ascensor y trata de mantener las puertas abiertas para que ella logre entrar, pero éstas no ceden a tiempo antes de que María resulte penetrada por el cuchillo de Pyramid Head y desaparezca de la vista de James. La cinemática original está mejor ejecutada, sí, pero a esas alturas no siento nada por la pérdida de un personaje que se siente tan caricaturesco como lo es ella.

E incluso en la escena en la que nos la encontramos tan sólo unos minutos antes, cuando James la confunde con Mary y, al darse cuenta de su error, suelta fríamente un: “Como sea, me alegro de que estés bien” a lo que ella le responde, iracunda, “¡¿Como sea?! No te ves muy feliz de verme ¡Casi muero allí afuera!”. En la versión original no puedo evitar soltar una risa burlona al ver la forma en la que María acumula ira por unos segundos antes de estallar frente a James, mientras que en el remake sólo siento lástima por la profunda pena que ésta expresa ante la indiferencia del hombre al que con tanta desesperación se trata de aferrar.

Ambas versiones de María funcionan muy bien para cada Silent Hill 2. El problema no viene sino hasta que el desenlace es idéntico para ambas, aun cuando la versión original es una súcubo que trata de seducir a James para su beneficio propio desde el inicio hasta el final –lo cual se ve reforzado con el capítulo extra Born from a Wish que no dudo que si llega a salir como DLC para el remake, Bloober copiará shot por shot sin pararse a analizar si deberían cambiar algo dada su nueva interpretación del personaje–, la otra luce como una mujer solitaria e insegura que sólo busca su aprobación y compañía. Resulta claro, entonces, que matar a una de las dos se siente mucho más como un acto de misoginia pura y, por qué no, un acto de repetir lo que le hicimos a Mary; de no haber aprendido absolutamente nada tras pasar por el Limbo que es Silent Hill y de haber tenido la escena revelación cuando James admite su propia debilidad antes de la última confrontación con los dos Pyramid Head y, que con una nueva resolución surgida de haber aceptado sus actos, decide dejar atrás la necesidad de tener un verdugo personal y enfrentar sus actos personalmente.

Y no es que no hayan podido hacer estos cambios y tener el mismo desenlace sin hacerlo funcionar. De hecho, podría hasta haber funcionado de maravilla si hubiesen manejado, por ejemplo, mejor la icónica escena de María detrás de la celda, cuando James se encuentra con ella después de haber sido asesinada por Pyramid Head la primera vez, cuando oscila entre Mary y María y un ente tercero, frío y cruel que sólo quiere herir a James (“No soy tu Mary”). En la escena del remake la actriz de voz de María actúa muy plana, su cuerpo yace sentado sin moverse, como si hubieran sentado allí a su cadáver –y quizás ésta era la intención, pero no se transmitió del todo bien– para hablar con éste, el cómo pretende ser María, primero fingiendo que no recuerda qué pasó en el pasillo del hospital, reduciendo lo ocurrido a que “sólo se habían separado”, luego pasa a ser Mary y menciona la cinta de video que grabaron en el hotel al otro lado del Lago Toluca y que James olvidó llevarse, preguntándose si todavía seguirá allí.

Toda esta escena no logra impactar como la original porque la actuación plana y la iluminación clara no añaden nada extra al misticismo icónico de ésta, sólo teniendo como único aliado al infalible Yamaoka en el apartado sonoro para inundar la escena de misticismo. En la versión original Mary/María/Ente Desconocido se encuentra sentado y levemente inclinado hacia delante, la luz le llega desde atrás y sus rasgos faciales se oscurecen parcialmente; no se puede descifrar por completo cuáles son sus intenciones hasta que por fin se convierte definitivamente en María. Pero antes de eso, la escena es tensa, el ente es capaz de intimidar y, de nuevo el “No soy tu Mary”, al menos a mí, me eriza la piel cada vez que vuelvo a jugarlo, aún después de veintitrés años de su lanzamiento y es que todo el desarrollo previo ayuda a que esta escena pegue mucho más fuerte. En el remake, sin embargo, ésta cae sin impacto alguno.

Si se hubiera visto a esta María cruel del original con James en el remake después de haber sido tan humana e indefensa, el cambio habría sido tan discordante que no sólo podría haber tenido el potencial de pegar más fuerte emocionalmente que incluso en el original, sino que además pudo haber salvado el desastre que fue el tener que matar a María al final del juego.

A Angela la prefiero a partes iguales en la versión original como en el remake: me gusta que sea una joven tan avejentada en el original –si hasta la actriz de voz (Donna Burke) estaba en sus cuarentas cuando la interpretó–, pero a la vez me gusta que represente más su edad en el remake y así sea más fácil ver todo el daño que se le ha hecho a alguien de tan corta edad. Aun así prefiero que sea el jugador quien tenga que buscar la empatía por sí mismo en el original en vez de que el juego sea quien tenga que facilitar la empatía hacia el personaje, tampoco es que sea un caso de forzar la empatía como en The Last of Us Parte II donde se llega a métodos tan paupérrimos como obligar al jugador a matar perros con Ellie para luego jugar a lanzarles la pelota como Abby para así torcerle el brazo para hacerle sentir empatía por esta última.

Hay interacciones que prefiero con esta Angela más joven: cuando reacciona con miedo y casi nos ataca con su cuchillo, para luego ponerse a llorar y decir que lo siente y que ha sido mala antes de salir corriendo; cuando James se la encuentra en el parque y le pregunta por “una niña pequeña” refiriéndose a Laura, lo que hace que salten todas las alarmas en la mente de Angela e inmediatamente en su mente –o por el poder del pueblo– James se transforme en su padre, pues le dice que no debería estar ahí, para luego salir huyendo.

Pero cambiaría todos esos momentos con tal de que la escena de la escalera –mi escena favorita del juego y una de mis escenas favoritas de todos los videojuegos en general– estuviese mejor ejecutada. En el Silent Hill 2 original Angela se encuentra varios escalones más arriba que James; todo está en llamas y aun así éste sube para alcanzarla. Angela se da vuelta e, ilusionada, pone sus manos en la cara de éste, contándole todo lo que estuvo “buscándola” y que por fin podrá descansar, sólo para darse cuenta de que no era su mamá; sino sólo el hombre con el que se topó unas cuantas veces desde que llegó a Silent Hill.

Vuelven a la distancia de poder en la que Angela está a suficientes escalones más arriba para que la jerarquía de la interacción esté clara. La conversación que sostienen es capaz de destrozar el corazón de cualquiera y hace pensar que Angela fue a Silent Hill buscando a su madre para asesinarla, no para estar con ella y, por lo poco que menciona sobre la mujer que le dio la vida, la verdad es que se lo tendría merecido. Angela le suelta con sarcasmo y con la teatralidad que la caracteriza a James un soliloquio preguntándole si se creía capaz de salvarla, de amarla y curar todo su dolor. Todo siendo retórico, por supuesto, pues no busca un caballero de brillante armadura. Sólo quería que James dejase de lado su farsa de héroe. Tras esto, la joven da media vuelta y comienza a subir la escalera, sin inmutarse lo más mínimo por las llamas que comienzan a consumirla y que se vuelven cada vez más voraces. “Hace un calor infernal aquí”, dice James. “¿Lo ves también? Para mí, siempre es así” dice Angela, siendo éstas sus últimas palabras –ésta es, quizás, mi frase favorita de todo el medio del videojuego– antes de ser consumida completamente por las llamas. Aquí el jugador recupera el control de James, quien, si así lo quiere, puede intentar entrar en el fuego, pero el calor lo herirá e impedirá que avance; teniendo sólo la opción de morir allí junto con ella o desistir e irse.

En el remake, por otro lado, la jerarquía de las escaleras es inexistente, Angela se encuentra recostada en los escalones por lo que James se ve por encima de ella en casi todo momento. La joven recita la serie de preguntas sobre si James sería capaz de amarla sin mirarlo a los ojos, sin ningún tipo de entonación que demuestre propósito; lo hace sólo porque el Silent Hill 2 original lo hace. Tras esto el desenlace es el mismo, con la diferencia de que James sale de la habitación por sí mismo, impidiendo que el jugador pueda estar en la habitación, sin que pueda tratar de hacer algo, sin que pueda estar parado mientras asimile todo lo que acaba de presenciar. En cambio, la escena acaba y es hora de seguir moviéndose.

Ambos juegos epilogan con Mary recitando la versión completa de la carta que le escribió a James para que leyese una vez falleciera y que Laura guardó consigo cuando escapó del hospital. Mientras Mary monologa por cinco minutos y medio –que fueron un poco acortados en el remake; uno de los peores crímenes del remake, si me preguntan a mí–, en la versión original el juego nos deja a reflexionar con una imagen estática relacionada directamente con el final que hayamos sacado: en el final In Water el still será bajo el agua, mientras que en Leave es en el cementerio del inicio del juego y así sucesivamente. En el remake, en cambio, decidieron ir mostrando distintos lugares del pueblo, casi como si fueran tarjetas postales o lugares en los que cualquier jugador se detendría para sacar un pantallazo. Quizás pensaron que necesitaban retener la atención de los jugadores a punta de lugares bonitos de mirar; ya saben, las “sensibilidades modernas” y todo eso.

Ya mencioné que la actriz de voz original hizo un trabajo muy superior a la del remake, por lo que ya de por sí esta escena pega mucho más fuerte en el Silent Hill 2 original. Y si le restamos al remake el hecho de haber quitado parte de la tan icónica carta y de no dejar reposar la mente del jugador en la nada que es una sola imagen, hace de este epílogo un todo muy inferior, un intento de dinamizar algo que estaba pensado para ser reflexivo, un microcosmo de lo que es este remake: más movimiento, más sonido, más imagen, menos reflexión, menos introspección.

kofi

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  • Crítica-monográfico ‘Silent Hill 2 Remake’

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