El animé fue un error

Este texto contiene spoilers de Saya no Uta

Cada adaptación que se ha hecho de Lolita, la opus magnum del escritor ruso Vladimir Nabokov, no sólo no ha entendido el mensaje central de la obra, sino que lo ha pervertido completamente al punto de que llega a ser casi opuesto a lo que trata de decir. Pasa de ser una historia de un pedófilo criminal y manipulador y del cómo abusa reiteradamente de una niña de doce años en estado vulnerable tras la muerte de su madre, cuya vida termina arruinando por completo a prácticamente la historia de una femme fatale de dieciséis años que seduce a un hombre hecho y derecho y lo lleva a la perdición.

Son muchos los factores que influyen en esta grotesca deformación del mensaje de fondo en cada adaptación cinematográfica de Lolita. Una de estas está mayormente afectada por la misoginia de Stanley Kubrick y la otra por los más que cuestionables fetiches de Adrian Lyne. Ninguna es capaz de hacerle justicia a una historia que no vale la pena ser contada solamente por ser una obra muy buena, sino además porque toca temas tabú de forma cruda pero que son importantes de tratar, sobre todo por la forma valiente y sin tapujos en la que es narrada.

Soy de la firme creencia de que no deberían existir límites sobre qué se puede tratar o no en el arte, aunque con un gran pero: si se van a tratar temas tan sensibles como la salud mental, el racismo, la homofobia o, en este caso, la pedofilia, se debe hacer con responsabilidad y con mucho cuidado de que dicho trato no sea dañino, y ojo que con esto no me refiero a herir sensibilidades, sino a ser derechamente problemático. Sí, hay muchas obras buenas e importantísimas que, en efecto, tratas este tipos de temas de mala manera, pero su estatus de obra clásica o de culto ni los escuda ni debería escudarlos de las críticas.

Romantización y fetichización

Y aquí es donde entra Saya no Uta (o The Song of Saya), la infame obra de Nitroplus. Si hiciéramos una lista de temas tabú a tratar en la ficción y marcáramos todos los que usa esta novela visual, nos quedaríamos con una lista cortísima… de los que NO trata. Abuso sexual, pedofília y canibalismo son los palos que más toca la trama central y todos retratados en el mejor de los casos como puro shock value y en el peor romantizándolos y/o normalizándolos.

El meollo del asunto es que Saya no Uta es un eroge y, aunque la fetichización del sexo no sea su único foco, el hecho de que lo sea ya condena a la obra a no ser capaz de tratar estos delicados temas de forma correcta. No porque un eroge no sea capaz de contar buenas historias o tratar temas sensibles de manera responsable, sino porque los usa como medio de satisfacción sexual para el lector.

La historia trata, a grandes rasgos, de que un joven llamado Fuminori Sakisaka despierta tras un accidente automovilístico en el que sus padres perdieron la vida y él quedó gravemente herido con una percepción grotescamente distorsionada de la realidad, literalmente; todo parece estar cubierto de una grotesca capa de carne y vísceras y a los demás seres vivos los ve como monstruos deformes que hasta cuya voz es una mera parodia del lenguaje humano. Fuminori vive por tres meses en esta constante tortura, tiempo en el que, si bien se acostumbró a sobrellevar la situación -y con sobrellevar me refiero a que aprendió a no enloquecer y fingir ante los demás que todo estaba bien- llegó a odiar a todos quienes lo rodeaban, especialmente a sus amigos de la universidad. Todo cambia, para el bien de Fuminori y para el mal del resto del mundo tanto ficticio como real, cuando conoce a Saya, una joven que no debe de representar más de catorce años de edad -siendo generoso-, quien captura completamente la atención de éste al ser la única humana que no luce grotesca como el resto, sino que a sus ojos es hermosa.

Cuento corto, ambos comienzan una relación amorosa y sexual que no es cuestionada en ningún momento por ningún personaje ni por el desarrollo de la trama en sí, sino más bien no sólo se trata como algo normal en todo momento, sino que además -y como mencioné anteriormente- representa un porcentaje importante de las escenas sexuales claramente hechas para satisfacer sexualmente al lector. El resto incluyen en su gran mayoría violaciones tanto individuales como en grupo y siempre con Saya presente, ya sea como víctima o como perpetradora.

Saya no Uta

Como cuando invitas a tus amigos a comer 🥰

Por mi propia sanidad mental dejaré de hablar de pedofilia y seguiré con el canibalismo y es que Fuminori no sólo ve el mundo de una forma deformada y grotesca, sino que además su sentido del olfato y el gusto también se vieron afectados al punto que toda comida le parece asquerosa y fétida. Supongo que ya imaginan hacia dónde voy y es que el protagonista ve a Saya como una persona normal pues ella es un monstruo y, dada su misma distorsión cognitiva, hace que la perciba como tal (esta lógica binaria de deforme/normal no me convence para nada, pero el nivel del discurso alrededor del juego está tan bajo que para profundizar en éste necesitaría adentrarme en la fosa de Antofagasta). Este monstruo llamado Saya se alimentaba de seres vivos pequeños como gatos y perros hasta que conoció a Fuminori y, tras la inesperada intrusión de una de las amigas -Omi- de éste a su casa, es que Saya cambia su régimen alimenticio y ataca mortalmente a Omi y procede a comérsela. Fuminori se encuentra a Saya comiéndose los restos de lo que solía ser su amiga y, de nuevo gracias a su vista distorsionada del mundo, no sólo no ve las vísceras humanas como tales, sino que además les siente un olor y sabor apetitoso. Así es como tanto Saya como Fuminori comienzan una dieta basada un cien por ciento en humanos, principalmente aquellos con quienes tienen problemas durante el transcurso de la historia.

Cerrando que es gerundio

No seguiré indagando en la historia, que ya cumplí las novecientas palabras mínimas para hacer un artículo en HyperHype y sinceramente prefiero no seguir recordando la horrible experiencia que fue Saya no Uta. Pero cerraré reiterando que esta obra en ningún momento culpa a los protagonistas por sus horrendas fechorías y aunque si bien sí que son cuestionados por otros personajes, la trama los trata como los héroes malentendidos; como las únicas personas cuerdas en un mundo que simplemente no los entiende.

También quiero reiterar que es posible tratar todos estos temas de forma responsable. Lolita habla sobre la violación y la pedofilia de forma cruda y explícita y, aunque de buenas a primeras pudiese parecer que no las condena, basta tener un poco de alfabetización mediática para captar que, en efecto, sí lo hace. Bones and All es una historia romántica sobre dos caníbales y, aunque esta obra es mucho más permisiva con su tema de fondo que Lolita con los suyos al punto de que se podría decir que lo romantiza, no deja libre de consecuencias a ninguno de los involucrados y mantiene su brújula moral bien calibrada hasta el final de la historia.

Saya no Uta no hace ni lo uno ni lo otro; fetichiza la pedofilia y la violación y usa el canibalismo como shock value porque o bien no tiene la suficiente confianza en sí mismo como para contar su historia sin recursos baratos ni morbo de por medio o bien porque nunca fue nada más que un eroge mal hecho y cuyos autores deberían ser puestos en una lista de observación por la policía.

kofi

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