All-in Olli
Hay pocas cosas que me gusten más en un videojuego que la jugabilidad medida al milímetro. Sí, las historias están bien y poder transmitir a través del gameplay es la evolución del medio en términos de narración, pero la parte de jugar como tal no puede dejarse atrás. Los juegos arcade son los que más explotan esto segundo, principalmente por nacer en un momento en el que contar historias era complicado. Rollerdrome sabe sacarle partido a su gameplay uniendo dos de las cosas más atrayentes en el medio: el movimiento continuo y suave y el arte de volar cabezas.
Estamos en un futuro bastante regulero en el que el deporte rey es el rollerdrome. Este consiste en dar piruetas y volteretas en patines mientras sobrevivimos y eliminamos a ingentes cantidades de enemigos. Somos Kara Hassan, una de las participantes del torneo anual, y por una razón misteriosa queremos llegar al final. Rollerdrome es primero un juego de amasar puntos y ser los más guays del campeonato y después un cuento de lo jodido que puede llegar a estar el mundo. Combinando volteretas y agarres iremos haciendo piruetas que recargarán nuestra munición dependiendo de la complejidad de la misma. Con esa munición y con hasta cuatro armas a escoger nos iremos cargando a aquellos que vienen a por nosotros. Hay varias clases de enemigos: francotiradores, bateadores que nos darán al estar por el suelo, lanzacohetes con seguimiento, láseres… Todo en Rollerdrome está pensado para que no llegues al final, para que memorices los cambios de enemigos y los pequeños pero intensos mapas.
A esto se le junta que puedes entrar en tiempo-bala para apuntar mejor, y menos mal que hay un sistema de fijado para algunas armas porque si no sería una fiesta. También hay un botón de esquiva para que te dejen de apuntar algunos enemigos, y si paras el tiempo tras hacer una esquiva perfecta harás aún más daño. Hay muchos enemigos que mueren de un tiro, y saber qué es efectivo contra quién y cuánto van a aguantar es crucial. Habrá un momento en el que estarás hasta arriba y tendrás que optimizar, ir uno por uno intentando que el resto no te revienten. Cada vez que estás en el aire puedes quedarte vendido si no calculas bien y, pese a que no hay tropiezos de ningún tipo (y menos mal), la caída en un mal sitio puede ser fatal. Todo esto tiene el objetivo de recolectar todos los puntos posibles, y se irán multiplicando con un combo de muertes: si pasa mucho tiempo o te dan demasiado el combo termina y obtienes dichos puntos. Para incentivar esto hay unas pequeñas fichas esparcidas por el estadio que subirán tu combo directamente u otras que te darán más puntos en función del truco que hagas cerca de ellas.
No pares de moverte
El movimiento en Rollerdrome es exquisito, Kara se mueve estupendamente y no vas a sentir que te deje vendido. Si la lías es tu culpa, pero el juego es bastante permisivo en según qué cosas. Romper el movimiento sería fatal para una experiencia en la que lo principal es deslizarse sin parar, un círculo de matar y bailar constante en el que lo peor que puedes hacer es pararte. Esto no es Doom Eternal, en ese lo principal es matar y luego moverse; aquí haremos lo contrario y eliminar enemigos es una escusa para que te dejen seguir saltando. A medida que avancemos iremos desbloqueando fases nuevas, enemigos más complicados y alguna que otra arma, cada uno funcionando de formas distintas. Si a esto le sumamos un estilo gráfico pensado para que leer el entorno sea lo más sencillo posible tenemos una experiencia más que redonda. Si acaso, el único punto flojo del juego es la historia, y eso que me ha tocado en cierta manera.
Rollerdrome se sitúa en un futuro distópico en el que un gobierno corrupto está vendido a las grandes corporaciones. Hay un grupo rebelde local que asoma de vez en cuando y quiere ponerse de resistencia, pero nosotros somos un agente externo. Se habla de manipulación televisiva, de asesinatos políticos y que la mejor manera de llevar acabo un deporte tan extremo es con gente desesperada. Ni tu ni tus enemigos queréis estar ahí, sabéis que solo uno puede quedar vivo, y ese es el punto que más me ha afectado.
Los enemigos de vez en cuando pegan un grito de dolor, salen algunas gotas de sangre y se ve que están confusos. Cuando terminas un nivel tienes un primer plano del último enemigo abatido recibiendo tu disparo, y te acuerdas de que es una persona al igual que tú. Sin embargo, si tu eres el que mueres recibirás un grito de Kara, un zoom al enemigo que te ha abatido y un mensaje por megáfono de que has sido descalificada. Definitivamente te hace sentir como Kara, que el mundo está jodido pero que es lo que hay y nada va a cambiar. El final me ha dejado bastante frío porque no ocurre nada, ganas y ya está. Has cumplido tu objetivo, felicidades, desbloqueas un modo difícil y tirando. Es rollo Black Mirror porque el sistema es tan grande que tiene la última palabra, pero no sientes que haya merecido la pena pasar por todo. Si la protagonista no tiene motivación, tú tampoco vas a tenerla.
Rollerdrome es simple en sus mecánicas y no expande más de lo necesario porque no lo necesita. Es un juego en el que jugar bien es muy distinto a pasarte una fase, y si sois como yo lo prioritario será lo segundo para pasar a lo primero. Hay objetivos en cada uno de los mapas, y para pasar de fase tendrás que completar cierta cantidad. Todos ellos están enfocados en que aprendas a moverte bien, ser eficiente a la hora de acabar con enemigos y enseñarte que lo importante no es llegar sino el camino. La curva de aprendizaje es rocosa, pero muy satisfactoria al notarse los frutos instantáneamente. Pasarse por las primeras fases estando ya casi al final es un cambio brutal, sobre todo para notar que ahora eres una apisonadora. Eso sí, conseguir las mejores puntuaciones lleva trabajo, sobre todo porque es muy fácil dejarse llevar y hacer siempre los mismos trucos para recargar rápido.
Nunca pares de moverte
Si quieres ser bueno, tienes que improvisar, y quitando que algún que otro truco cuesta pillarle el tranquillo se convierte en practicar, practicar y practicar. Con todo, hay opciones de accesibilidad por si queremos entrenar, el reto nos viene algo grande o simplemente lo necesitamos. Al ser un título exigente pero muy bueno sería una pena que tanta gente se quedase atrás. No esperaba nada de Rollerdrome, ni malo ni bueno, y se ha convertido en uno de mis juegos favoritos de lo que llevamos de año. El equipo es el mismo que los de Olli Olli y han conseguido crear otro juego eterno, de los que da igual cuando cojas, va a impactar como la primera vez. Por si no ha quedado lo suficientemente claro lo recomiendo con creces, te gusten o no este tipo de juegos. Entrar en armonía con un movimiento tan gratificante es hermoso y da un gustito en el coco tremendo. Nos vemos en la arena.
Esta crítica se ha realizado con una copia de prensa cedida por Private Division para Steam.