Más survival, más horror
Resident Evil es uno de los mayores referentes del género survival horror, y aunque con el paso del tiempo la fórmula se fue distanciando del racionamiento de recursos, el terror ambiental y los escenarios cerrados, a favor de la acción desenfrenada, su nombre siempre estará asociado a este género gracias a las entregas clásicas. Sin embargo, en 2003, cuando dicho modelo clásico ya tocaba a su fin, con el remake del primer título de la franquicia como máximo exponente del mismo, Capcom lanzó un spin-off que volvía a virar hacia la supervivencia más cruda y exigente. Un título que reinventó el survival horror, y que se adelantó a su tiempo.
Resident Evil Outbreak llegó a PlayStation 2 en 2003 con una fórmula radicalmente diferente a lo que había ofrecido la franquicia hasta el momento, y dando más peso al ambiente y la sensación de supervivencia que a la trama u otros elementos argumentales. Para empezar, no había uno o dos protagonistas, sino un reparto coral de ocho personajes entre los que el jugador podía elegir. De hecho, en cada nivel iríamos acompañados de dos personajes controlados por la IA (o por otros jugadores en su secuela), y la ayuda de estos personajes era clave para poder tener éxito y completar el mayor porcentaje posible del nivel en cuestión. Sin embargo, su compañía podía volverse un arma de doble filo, ya que si queríamos lograr que sobrevivieran tendríamos que estar tan pendientes de su estado como del personaje que controlábamos. Cada uno de estos personajes se distinguía del resto en función de su profesión, e iban desde médicos a fontaneros, pasando por policías o periodistas. Dependiendo de su ocupación, cada uno tendría habilidades y objetos especiales que nos ofrecerían distintas formas de enfrentarnos a los enemigos o de progresar a través del escenario. Alyssa, la periodista, contaba con una ganzúa que le permitía abrir puertas que otros personajes tendrían que forzar de otras maneras, con el consiguiente gasto de tiempo. Yoko, la estudiante, lleva una mochila que amplía su inventario, lo que supone una gran ventaja teniendo en cuenta el reducido espacio que tenemos normalmente. David, el fontanero, dispone de un kit de herramientas con los que combinar y crear objetos muy efectivos. Siguiendo esta fórmula, cada uno de los ocho personajes ofrece posibilidades muy diversas que requieren mucho tiempo y práctica para aprender dónde son más útiles, pero que una vez dominadas nos permitirán lograr exprimir el juego al máximo y explotar todas sus posibilidades.
Como otro punto de distanciamiento con la saga, Resident Evil Outbreak se divide en capítulos independientes, en lugar de ser una aventura continua. Este carácter episódico obedece a la naturaleza de sus personajes, habilidades y exigencias, y es el que jugador tendrá que memorizar y dominar cada escenario, saber con qué personaje tiene más posibilidades según su estilo de juego, y que acompañantes prefiere llevar consigo. De esta forma podrá, en primer lugar, obtener el resultado óptimo en cada mapa y, por otro lado, explorar cada uno de los rincones de los distintos escenarios, ya que no todo es accesible de la misma manera con todos los personajes. Sin embargo, explorar en este juego es una cuestión de equilibrio perfecto, de medir nuestros tiempos con precisión y de mantener la calma, ya que tendremos que exprimir el tiempo y los recursos con mucho cuidado para poder completar nuestros recorridos sin morir en el intento. Y es que Resident Evil Outbreak nos obligaba a estar pendientes de distintas variables, y no solo de la vida que nos quedaba, como en el resto de la saga. El elemento más crítico y peligroso era el indicador de infección que teníamos que controlar en tiempo real, y que supondría una muerte inmediata al llegar al 100%. A diferencia del resto de entregas, en las que el virus de turno no era una preocupación real en lo que a jugabilidad se refiere, en Outbreak si que debemos vigilar que no lleguemos a infectarnos. Ya sea a causa del mordico de un zombi o por tocar una superficie impregnada de virus (como el suelo), entre otras causas, nuestro indicador de virus en sangre empezaría a subir, y al llegar a 100% moriremos inmediatamente, sin importar cuanta vida nos quede.
Una mayor cantidad de peligros implica que tendremos que recurrir a más diversidad de objetos con los que afrontar dichos peligros. Hay más tipos de medicinas que en el resto de la saga, incluso algunas podremos crearlas con las habilidades del médico. Así mismo, fue el primer juego de la franquicia que incluía armas cuerpo a cuerpo más allá del típico cuchillo de supervivencia, desde tuberías de hierro hasta lanzas improvisadas con un cuchillo de cocina y el palo de una escoba. Todo obedece a la máxima de aprovechar al máximo los recursos disponibles y escasos, si nos limitamos a usar solo las balas y armas de fuego clásicas no tardaremos en quedarnos sin municiones. Teniendo esto en cuenta y lo escaso que es el inventario, es clave mantener controlados a nuestros dos npc acompañantes, y valernos de sus inventarios para crear una reserva de objetos variada, de munición, ítems curativos y objetos clave, que puedan satisfacer todas las necesidades del grupo. Para potenciar aún más la sensación de supervivencia, realismo y dificultad, el inventario se abre en tiempo real, es decir, que la acción no se detiene cuando lo abrimos, y las amenazas seguirán moviéndose a nuestro alrededor. Esto nos obliga a encontrar un lugar seguro antes de detenernos a gestionar el inventario, a curarnos, o combinar objetos. Incluso el indicador vírico seguirá subiendo mientras estamos en el inventario, y en este aspecto encontramos otra de las claves que convierte a Resident Evil Outbreak en una experiencia tan exigente, tenemos que enfrentar todas las dificultades mencionadas anteriormente con la mayor presteza posible, para llegar al final del nivel a tiempo. Si nos detenemos demasiado tiempo en buscar una ruta segura y despejada de enemigos para llegar a nuestro destino puede que sea demasiado tarde, que nuestro indicador vírico se llene antes de que alcancemos nuestro destino.
Resident Evil Outbreak fue un título adelantado a su época, con premisas e ideas totalmente innovadoras para la franquicia y el género, pero que no brilló tanto como merecía debido, en gran medida a las limitaciones técnicas. Con una tecnología capaz de potenciar el juego cooperativo de manera mucho más fluida, como tenemos actualmente, y que elimine las largas pantallas de carga del juego, Resident Evil Outbreak lo tiene todo para triunfar. Ojalá Capcom retome el formato aún día y nos traiga una tercera entrega de este spin-off.