Sobrevivir es conocer
El reino animal es ejemplo de una despiadada sucesión de jerarquías que obliga a las especies a sobreponerse para su propia supervivencia. Hay animales que, una vez deben abandonar su lugar de nacimiento y la cercanía de sus progenitores, tendrán que ser capaces de adaptarse al entorno, ciertamente hostil. Perpetuar la especie no será, por tanto, cosa sencilla. Sus padres, además, no pudieron ofrecerles herramientas para todas las experiencias, aunque sí inculcaron instintos a través de la genética y pudieron enseñarles lo básico.
De un modo parecido, Rain World nos coloca frente a un (poco compasivo) mundo lleno de recovecos, misterios y, por supuesto, peligros. Encarnamos a un “slugcat” que, si bien se traduce como gato babosa, parece más bien un hurón regordete. Podemos elegir entre varios individuos a la hora de comenzar una partida, pero hablaremos de esto más tarde.
En cualquier caso, suponiendo que iniciemos con el slugcat blanco, alias El Superviviente, estaremos completando la campaña “estándar”. En la cinemática inicial vemos cómo este pequeñín se ha separado de su familia por accidente y ahora deberá buscarla. Durante las primeras pantallas, un extraño ser, a caballo entre lo orgánico y lo sintético, emite ciertos hologramas que nos guiarán hasta un refugio. Por el camino aprenderemos a comer, ya sean algunas bayas o ciertos seres voladores similares a los murciélagos de nuestro mundo. La gestión del alimento se convierte en nuestra principal preocupación, ya que es la única forma que tenemos de superar los ciclos, algo así como los períodos entre lluvias. Porque sí, como bien expresa el título del juego, en este mundo llueve mucho. Lo hace de forma torrencial, arrasando con todo a su paso cada poco tiempo. Por suerte, podemos ver cuánto queda hasta la siguiente lluvia si pulsamos un botón, que además nos mostrará el mapa que llevamos recorrido, así como los enemigos que tenemos relativamente cerca y que sentimos gracias a una buena percepción.
Llegar al refugio a tiempo es clave si queremos sobrevivir, pues estas lluvias acabarán con nosotros sin dudarlo. La muerte en sí misma no parece tener una consecuencia evidente en un principio. Simplemente, un símbolo que parecía progresar con cada ciclo desciende un nivel, en lugar de aumentarlo. Mi recomendación es que intentéis mantenerlo alto sobreviviendo al entorno y llegando sanos y salvos a un lugar donde descansar. Y sí, como podéis intuir, no entro a comentar mucho acerca de ciertos temas, pero es que Rain World es críptico y mucho más profundo de lo que parece, por lo que evitaremos aquí cualquier posible spoiler sobre su trasfondo. Lo que sí podemos comentar es que, aunque hayamos dominado el hábitat que nos rodea, seguiremos siendo frágiles como en el primer momento, solo que más capaces de evitar el desastre gracias al conocimiento y la destreza. Como sucede en Outer Wilds (aunque de forma distinta), esto va de progresar como jugadores, no en base a estadísticas.
Si las lluvias no acaban con nosotros lo hará algún que otro depredador. “Siempre hay un pez más grande” decía nuestro querido Qui-Gon Jinn en las precuelas de Star Wars. Bueno, aquí somos uno de los más pequeños, así que tocará huir, esquivar, aturdir y, en líneas generales, buscarnos cualquier técnica posible para evadir un fatídico destino en las fauces de un lagarto violeta que nos perseguirá por cualquier recoveco. Por suerte, podemos empuñar lanzas y utilizar pequeños objetos del entorno para distraer y golpear. No sirve de mucho, pero Rain World nos da numerosas herramientas que podemos utilizar según nos convenga y sobre las que tenemos cierta capacidad de decisión. Cómo emplearlas correctamente es cosa nuestra y, en cierto modo, es agradable descubrirlo por nosotros mismos. Eso sí, preparaos para manejar al pequeño slugcat por intrincados conductos a toda velocidad mientras que os persiguen y arrinconan. Rain World no es un juego de terror, pero a veces tiene poco que envidiarle al género.
En general andamos bastante perdidos. Es normal y, bajo las premisas del juego, deseable. Podemos seguir ciertas indicaciones proporcionadas por ese ser que mencionábamos anteriormente, pero es difícil situarnos. Solo sabemos que comenzamos en las afueras, pero no sabemos si son las afueras de una ciudad en concreto, si tenemos que ir a algún sitio determinado, etcétera. Esto, junto a la facilidad con la que podemos morir, convierten a Rain World en un juego cuya curva de aprendizaje es extremadamente pronunciada. Terminar una primera campaña con El Superviviente nos dotará de suficiente habilidad y conocimiento para que las campañas de los demás slugcats sean más asequibles. Pero claro, hasta entonces puede llegar a pasar un sorprendente puñado de horas que pueden suponer varias decenas, según nuestra habilidad a los mandos (y lo rápido que conectemos con el mundo y sus reglas).
Hablábamos antes de que existen varios slugcats. No destriparé nada de sus correspondientes campañas, pero sí es interesante mencionar que en el juego base tenemos tres posibles individuos. El Superviviente, equivalente al modo normal; El Monje, algo así como un modo “fácil”, que de fácil solo tiene la capacidad de descansar necesitando menos comida, enemigos menos agresivos y algunas comodidades extra; y El Cazador, que equivaldría a un modo “difícil” y está restringido a terminar una partida con alguno de los otros.
En cualquier caso, la supervivencia sigue siendo extrema con cualquier bichejo que escojamos. Y ¿para qué repetir con otros slugcats? os preguntaréis. Pues bien, aquí viene el toque especial de Rain World: para conocer el trasfondo. Tenemos por delante un juego críptico, que no indica demasiado y tras el que podemos quedar bastante fríos si simplemente completamos una partida. Sin embargo, su trasfondo es mucho más complejo de lo que parece en un inicio y todo está muy relacionado entre sí. Lo que encontremos en nuestro camino puede tener muchas implicaciones y existen formas de averiguar mucho solo con nuestra partida inicial si utilizamos ciertos objetos y hablamos con ciertos individuos, algo que escasea en una aventura tan solitaria.
Con algunos seres podemos ir por las buenas o por las malas. Es importante, como decíamos, intentar valorar cómo pueden servirnos los seres que habitan este mundo y qué utilidades tienen más allá de ser cazados o cazadores. Quizás, en lugar de afrontar un ataque directo, podamos sortear un grupo de enemigos aparentemente inteligentes si utilizamos otras estrategias. O puede que podamos convencer a algún depredador de que nos ayude en algún momento, todo con tal de seguir adelante. La suerte, por su parte, es un factor importante. La aleatoriedad no está presente en los escenarios en sí mismos, que están colocados a mano por los desarrolladores, pero sí en la frecuencia de aparición de comida, enemigos, su disposición en diferentes salas dependiendo del ciclo en que nos encontremos, etcétera. El entorno es hostil y en ningún momento se acomodará a nosotros, salvo que tengamos la suerte de recibir comida pronto por bendición de la deidad RNG a la que he rezado en alguna que otra ocasión a pocos minutos de que llegaran las lluvias.
Exploración y comunidad se unen para dar sentido a un intrincado trasfondo
Rain World es un gran juego. Sin embargo, es un juego complejo al que muchos no estarán dispuestos a dedicar tiempo. No cabe duda que muchos jugadores se quedaron en el camino debido a la mencionada curva de dificultad, o bien a su poca explicitud. Yo mismo lo dejé algunas veces a lo largo de estos años y este ha sido mi tercer o cuarto intento con la obra de Videocult, teniendo como meta llegar al contenido de Downpour. Solo diré que si sois fans de estructurar en vuestra cabeza el trasfondo de las cosas, este juego ES para vosotros. Aunque cueste. Cada slugcat tiene su aventura en diferentes momentos, pero todo tiene que ver entre sí. El argumento tiene sus bases en un rollo sci-fi extremadamente interesante que, de forma parecida a como ocurre con Hollow Knight o los Souls, tendremos que ir escudriñando aquí y allá. ¿Por qué llueve así? ¿Qué ha llevado a este mundo a la decadencia? Todo ello y un final críptico en la primera campaña (que se complementa con las demás, como ya hemos dicho), convierten a Rain World en el juego perfecto para que la comunidad prospere. Y así ha sido, dando forma a un DLC que ha acabado formando parte del título. Por suerte, los menos atrevidos con este mundo que ya hayan intentado acabar pero no hayan sido capaces pueden recurrir a numerosos contenidos creados por la comunidad, siempre que no crean conveniente utilizar tantas horas para averiguarlo solos. Al fin y al cabo, la comunidad está para algo.