▮▮▮▮▮ Vida o muerte del periodismo de videojuegos ▯▯▯▯▯
Tengo envidia de LOOP. No me avergüenza dar nombres y apellidos: tengo envidia de Fernando Porta, de Ezequiel Sona, de Jonathan Prat; de la amplia mayoría de nombres que firman sus páginas, ya rebosen estas prosa de calidad u auténticas obras de arte pictórico. Tengo envidia del precioso proyecto que tienen entre manos, pero también del legado que cargan a sus espaldas y del espíritu de lucha que prácticamente la plenitud de su plantel ha demostrado albergar y cuidar durante los últimos años; llámalo resiliencia. Tengo envidia por su capacidad para copar los medios de comunicación desde la independencia, la humildad y el buen hacer, pues aun reivindicándose como una apuesta muy concreta, casi de nicho, ha conseguido la atención de los grandes titanes mediáticos dentro y fuera del sector, y a día de hoy ignorante es aquel que no conoce su existencia y que no espera, expectante, su desenlace. Por supuesto, tengo envidia, como director de HyperHype, de su total transparencia, de sus tarifas (qué más me gustaría a mí que poder presumir de remunerar a mi redacción como Dios manda), de su valiosísimo contenido y de su arrojo a la hora de presentar una publicación que no tiene miedo a exigir atención y capital al usuario interesado. Sobra decir que, como redactor, también tengo envidia de su equipo, tanto de sus condiciones de trabajo como de su obvio talento y profesionalidad; ojalá me hubiese demorado unos años en introducirme a la prensa del videojuego y hubiese optado por un camino más cercano al suyo, pues a día de hoy no se me ocurre un hogar más digno para cualquier texto que las páginas de LOOP. Pero, ante todo, tengo envidia como lector, porque mataría por tener la suficiente pasión como para criticar sus críticas, diseñar sobre sus diseños, estudiar sus estudios; mataría porque el periodismo de videojuegos me siguiese interesando tanto como lo hacía hace unos años.
Aunque difícilmente vaya a sacar tiempo para devorar sus obras de la manera en la que me gustaría, y por mayores celos que pueda sentir hacia todos y cada uno de los integrantes que han hecho del proyecto algo suyo, tengo un interés desorbitado en que LOOP salga adelante. A 5 días de la conclusión de su campaña de crowdfunding en Verkami, el equipo de Fernando Porta ha conseguido recaudar más de 21.000€, lo que está muy cerca de suponer el 85% de la financiación objetivo (la cual comprende los dos primeros números de la revista, lanzada semestralmente). Y si bien la cosa no pinta mal —por aquí tenemos especial confianza en que el concepto obtenga un boost de apoyo durante los últimos días, tal y como ocurrió el pasado año—, a poco que hayáis participado o seguido de cerca una de estas campañas de micromecenazgo sabréis que aún queda un duro camino por delante. Es nuestro deber, entonces, como amantes del medio y preservadores del periodismo de videojuegos, actuar, e implicarnos con la causa de las más variadas formas, tanto como nuestro impacto social y nuestro bolsillo nos lo permita.
Rezaba el párrafo introductorio de su primer Verkami que “LOOP es, sobre todo, amor por el videojuego“. Y, tras haber disfrutado de su primera edición, no podría estar más de acuerdo, pues LOOP no solo aprecia la superficialidad del producto videolúdico, sino que no teme recrearse en sus pautas y procesos; en sus monstruos y traumas. No encuentra problemas a la hora de investigar, de contrastar, de reposar; de hacer periodismo. Quizás por eso mismo, y por su naturaleza como buque insignia de la prensa más intimista, reflexiva y personal, creo que apoyar a LOOP implica mucho más que participar en el lanzamiento de una nueva revista de videojuegos: significa apoyar a toda la industria independiente, y por eso os pedimos, desde HyperHype, que le deis todo el cariño que hasta ahora jamás os hemos pedido. Porque, desde el prisma más egoísta que tengo a mi alcance, pienso que LOOP tiene que salir adelante, pues si no lo hace tampoco lo harán el resto de proyectos que vienen detrás. No dejemos sin luz a la prensa independiente; no nos despidamos aún de ella, cuando tiene más (y mejores) cosas que contarnos que nunca.