"El nuevo mejor juego de la historia"
Mis primeras 20 horas en The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom han pasado volando, literal y figuradamente. No hay mucho sobre el juego que os pueda decir que no hayáis leído ya por ahí o descubierto por vosotros mismos: desde Nintendo han construido una aventura maravillosa, en el más pleno sentido de la palabra, que apela a la curiosidad del jugador y le ofrece un montón de herramientas con las que explotar su creatividad a la hora de transitar espacios, resolver puzles y, en general, dar lugar a una abrumadora cantidad de situaciones divertidas por su propia ultramano. No seré yo, por ende, quien alce la voz en el último instante cuando el matrimonio entre este título y el premio al Juego del Año —que muchos ya se han aventurado a adjudicar pese a los trepidantes meses que restan por llegar— se esté forjando, de la misma forma que no pretendo, ni mucho menos, aguar la fiesta a nadie que esté disfrutando de sus vivencias en Hyrule. Pero sí, esto es una crítica.
Aunque no lo creáis, no son pocos los elementos que me están haciendo torcer el morro en Tears of the Kingdom. Ninguno de ellos es un fallo flagrante, más aún cuando juegan el partido al lado de una alineación de innumerables virtudes, como un vasto y atrayente mundo abierto que camufla y disimula el resto de carencias. Pero están ahí, bajo la alfombra, en un oscuro subsuelo. Desde un prisma analítico, achaco muchas de ellas a su naturaleza como secuela directa, y a lo que se podía esperar de ella. Porque Tears of the Kingdom es, de una forma bastante menos explícita de lo mostrado en sus escasos tráilers, una secuela muy continuista de Breath of the Wild, un hecho que no me gustaría que se malinterpretase intrínsecamente como algo negativo, pero sí que le hace heredar algunos de sus apartados más flojos —sistema de combate, estructura narrativa, etcétera—, los cuales no solo no ha visto necesario mejorar, sino que ha querido empeñarse en obviar.
Asimismo, el juego hereda casi todos los elementos de su predecesor, lo cual debería de llevar implícitamente una labor de reflexión y memoria: ¿qué estamos heredando? ¿Por qué lo heredamos? Y, especialmente, ¿cómo afecta esta herencia al nuevo esquema mecánico que se quiere introducir? Por poner ejemplo, las atalayas, puntos de control que antaño tenían total sentido, importancia y coherencia, quedan aquí relegadas a una relevancia anecdótica, pues gracias a las nuevas mecánicas de vuelo ahora podemos llegar a cada una de ellas en cuestión de unos pocos segundos, pudiendo desbloquear el mapa completo en las primeras 5 horas de juego.
Con todo ello, no niego que en muchos de los aspectos que componen a ambas propuestas Tears of the Kingdom pueda superar a Breath of the Wild, y una mitad de mí cree honestamente que lo hace, mas la otra recuerda todo lo que ya se podía hacer en la anterior entrega (que no era poco) y se siente algo triste al ver cómo el título original se está maltratando estos días en redes y prensa especializada. El reciente estreno es más grande, más denso, más ambicioso, más pulido, pero la inmensa mayoría de cosas en las que acierta (así como en las que erra) no son suyas, no le pertenecen totalmente. Pese a que las expectativas eran altas y la empresa nipona ha hecho todo lo que estaba en su mano para alcanzarlas e incluso rebasarlas (un hito que, al menos por cómo ha funcionado el juego en el mainstream, podemos dar por conseguido), sigue siendo más sencillo hacer una secuela como esta con unas mimbres tan, pero tan buenas, que lanzar hace seis años un título tan fresco y revolucionario como Breath of the Wild. Y entiendo el razonamiento de que, como producto y como suma de un todo, estemos ante una mejor iteración, pero con esa lógica en mano, ¿acaso lanzar exactamente la misma obra pero con un nuevo set de armadura o una mazmorra más no lo convertiría también en un mejor producto? ¿En un “nuevo mejor juego de la historia“?
Con esto dicho, mi mensaje es claro: disfrutemos de esta nueva infancia; de ver a los niños y a los mayores jugar con el gran juguete que es TTOK, de revivir nuestro viaje por Hyrule como si fuese la primera vez, pero no nos olvidemos de respetar a nuestros mayores, porque sin ellos no existiría nuestro mundo tal y como lo conocemos.