Acepto estas galletas
¿Os acordáis cuando se anunció Xbox One que dijeron que Kinect estaría registrando nuestros movimientos y grabando el audio todo el rato? Qué tiempos, ¿verdad? Nuestro sentido de la privacidad ha cambiado mucho en las últimas décadas tras la llegada de grandes compañías como Google, Facebook o Amazon. Todos sabemos que el micrófono de nuestro móvil nos graba constantemente, nos sorprendemos de que aparezcan anuncios demasiado acertados sobre nuestros gustos y sin embargo aquí seguimos, porque es eso o nada. Cuando se descubrió que TikTok es básicamente un recolector de datos con un reproductor de video nadie dijo nada; miento, sí que se dijo, pero la noticia de que Trump quería prohibirlo en Estados Unidos por ser un “peligro para la seguridad nacional” lo eclipsó por completo. Estoy seguro de que era más una decisión política y que quiere ser el único en espiar a sus ciudadanos, pero a la gente le dio igual porque una aplicación grabando todos tus movimientos ya es lo más normal del mundo. No voy a hablar de Amazon Alexa porque entonces me pongo a llorar.
Hace un par de días se descubrió que si consigues un trofeo en PlayStation 5 el micrófono se activa durante unos segundos para grabar tu reacción. Esto me resulta muy gracioso, porque aparentemente nadie había reportado esta característica antes (solo se había mencionado que guardan un pequeño video del juego) e implica que tu mando te está grabando todo el rato. Sin avisar. Para terminar con la broma, algunos usuarios comentan que si quieres apagar el micrófono del mando o de los cascos, tienes que hacerlo siempre que vuelvas a encender la consola. Me esperaba un aluvión de comentarios negativos en el post original, y lo único que he encontrado es a gente viendo esto como algo positivo. ¿En serio vemos un trato justo que te estén grabando durante horas a cambio de un clip de 15 segundos gritando por derrotar a un boss? Pues parece ser que sí.
Hay muchas bromas con esto de la privacidad, que si la NSA está yendo a por ti en concreto o que sueles gritar tu número de tarjeta de crédito, y aunque sean meras exageraciones es minimizar un problema bastante serio. Las empresas no van a espiarte a ti porque quieren robarte, eso ya lo harán los hackers de esos mismos dispositivos, lo que quieren es crear un perfil sobre ti. Todas las búsquedas que hagas, las páginas que visitas, las cookies, la gente que sigues, el GPS… Todo eso son datos aislados, pero que juntos crean una imagen muy firme de un individuo, y puede ser todo lo anónimo que quieras pero acabarás metiendo tu nombre y número de teléfono en algún sitio. No estoy diciendo que nos convirtamos en amish, pero hay que ser muy consciente y consecuente con lo que uno hace. Sony debería haber comentado que esto existe y poner menos palos en las ruedas, porque si me he gastado 580 euros por una consola y un juego lo mínimo que pido es mantener la configuración que yo quiera y saber qué estoy comprando.
El cambio de privacidad por comodidad es uno muy peligroso y hay que saber cuando algo es pasable y cuando no, porque nos reiremos mucho de las neveras con Wi-Fi, pero si se siguen vendiendo es porque alguien las compra. No podemos pretender que no pasa absolutamente nada y luego sorprendernos de que todo salga terriblemente mal. La semana pasada se descubrió que una aplicación en la que leer el Corán y otras muy populares entre la comunidad musulmana estaban siendo utilizadas por el ejercito de Estados Unidos para espiar a sus usuarios. Sorprendentemente, esta vez era a través de una empresa intermediaria, pero la excusa ha sido la misma de siempre: seguridad nacional. Por supuesto. Con esto de la pandemia los ciberataques cada vez son más frecuentes, y flipamos cuando podemos ver una descripción detallada de un personaje de Watch Dogs cuando pasamos a su lado, pero qué divertido es leer en el periódico que un juguete con cámara ha sido hackeado y que la empresa responsable mandaba todas las fotos y videos a sus servidores. A estas alturas no sé si quiero que llegue el día que rompan el anticheat de Valorant.