¿Paso en falso, o definitivo?
Desde el lanzamiento de Mass Efect Andromeda (que para variar, estuvo rodeado de polémica debido a numerosos problemas de corte técnico), la supervivencia de Bioware no parecía asegurada más allá de Anthem, proyecto anunciado a bombo y platillo como la gran nueva licencia de Electronic Arts. Tal y como acabó llegando a las tiendas, la situación no invitaba al optimismo en torno al estudio, que podría haber seguido el camino de Maxis y otras tantas compañías que han caído ante la falta de éxito, acentuado con la elevada exigencia de editores tan potentes como Electronic Arts. Sin embargo, y por complicado que pueda resultar de cara al futuro de Anthem (planeado como un servicio, más que un juego, con una esperanza de vida de 10 años), parece que se están empezando a destinar recursos al desarrollo de Dragon Age 4 (tras el buen resultado de la última entrega, Inquisiton), que podría suponer una nueva oportunidad de resarcirse para el estudio.
Pero no todo apunta al optimismo, ya que los problemas de desarrollo que llevan sufriendo en Bioware durante años (y que si bien no se reflejaron en Dragon Age Inquisition, pero sí han salido a relucir en Anthem) podrían estar afectando al nuevo desarrollo, y según los rumores, estaría siguiendo el camino de Diablo 4 y habría sufrido ya un par de reinicios como proyecto, lo cual deja ver que la estabilidad del estudio es inexistente, cuanto menos, fruto de posibles presiones por parte de Electronic Arts, así como del escaso éxito que han tenido los dos títulos antes mencionados, y el traslado de personal entre proyectos ya está teniendo lugar, según han comentado desde ComicBook, en el que se menciona que Jonathan Warner (Lead Director), Michael Gamble (Lead Producer) y Mark Darrah (Productor Ejecutivo) ya están manos a la obra con la nueva entrega del RPG.
@BenIrvo and @crobertson_atx are your dudes to follow.
— Michael Gamble (@GambleMike) 1 de mayo de 2019
De igual manera, también hay motivos para el optimismo con la nueva obra. Para empezar, y aunque esta nueva entrega (aún sin nombre definitivo) se anunció de forma oficial en la pasada gala de los Game Awards, no tiene plazos marcados de cara al público, algo que en Anthem supuso múltiples problemas, por plazos de entrega, sumado a los ya de por sí evidentes problemas de dirección, que enlazados con lo relativo a lo técnico (y eran los últimos en recibir soporte técnico en todo lo relacionado con Frostbite) dan lugar a un combo perfecto para que nada pueda salir bien.
Sin embargo, y más allá de todos los problemas que ha pasado Bioware con Anthem (desde diseño, por pasar a un género el cual no dominan, por falta de trabajo previo, a los técnicos con el motor gráfico, pasando por plazos, incluidos los internos entre las secciones del estudio), creo que lo peor va a ser la presión de tener que enfrentarse a un posible cierre, y más teniendo en cuenta los recortes que ya ha realizado a nivel de personal, puede ser el hecho de tener que adaptar el proyecto a las sucesoras de PlayStation 4 y Xbox One, con las correspondientes expectativas por ser parte del catálogo inicial de ambas, y a la vez la necesidad de tener que producir nuevo contenido para Anthem para que no muera prematuramente, de forma a similar al primer Destiny, que tras el boom inicial empezó poco a poco a caer en el olvido, y se ha subsanado con una nueva entrega, camino que posiblemente Electronic Arts quiera mantener como última opción en todo momento.