Acercando el Ray Tracing y el DLSS
Ayer pudimos acudir al evento de presentación de algunas novedades de NVIDIA, ya adelantadas en el pasado CES de las Vegas (como el anuncio de la nueva tarjeta RTX 2060, o los primeros portátiles con tarjetas de la última gama de la compañía), con algunos modelos a nuestra disposición para comprobar el funcionamiento de las últimas tecnologías que la empresa ha llevado al mercado de consumo de primera mano. Tras una pequeña presentación en un tono algo más formal, en la que nos mostraron datos puros de las nuevas tarjetas en comparación a modelos previos (con la esperada mejora correspondiente en tareas de todo tipo, incluyendo renderizado de vídeo, emisión en directo, modelado, etc… no solo limitado a rendimiento en juegos) así como una explicación del funcionamiento de las tecnologías que aplican a estos últimos, como el DLSS o el Ray Tracing, que tan de moda está últimamente, además de dar información sobre la nueva especificación G-Sync que han implementado.
La primera de ellas, basada en una aplicación de la Inteligencia Artificial, permite calcular, en los servidores de Nvidia, la mejor manera de aplicar cada frame para asegurar un mejor rendimiento, pasando luego el resultado a los drivers que instalamos en nuestros equipos, mejorando progresivamente el rendimiento en todo tipo de títulos, mientras que la segunda permite obtener reflejos, iluminación y sombras mucho más realistas gracias al trazado de rayos, que da nombre a la tecnología. En los modelos disponibles, como el Razer Blade, pudimos jugar en resolución 4K gracias a su RTX 2080, mientras que otros como el MSI GS65 estaban preparados para ejecutar Battlefield V en ultra sin apenas inmutarse, al margen de la temperatura del dispositivo, consecuencia directa de la potencia manejada.
Sin embargo, lo que más me sorprendió fue la demo de Atomic Heart, título del que os hablamos hace poco, ejecutada en tiempo real desde la gráfica de uno de los portátiles, con la posibilidad de ir alternando las tecnologías propias de al gama RTX para notar de inmediato el efecto. Evidentemente, se trataba de una demo preparada, sin control para el usuario más allá de parar la imagen o controlar los efectos, sin apenas elementos que afectaran al rendimiento como control de cámara, enemigos o similares (y a pesar de ello se notaba en ocasiones alguna ralentización a la hora de volver a poner en marcha la demo, lo cual era prueba al mismo tiempo de que no era un vídeo).
En cualquier caso, y a pesar de que de cara a la versión final tendrán que recortar prestaciones en algún sentido, lo cierto es que de primeras la sensación que tuve fue extraña, cercana al conocido Valle Inquietante (excesivo realismo), y que una vez acostumbrado, cumple con lo prometido, una aproximación mucho más realista en todo lo relativo a la iluminación, haciéndolo mucho más orgánico.
En términos generales, y sin ser un experto en hardware, lo cierto es que prácticamente desde la introducción de la teselación no ha habido grandes avances tecnológicos en el apartado gráfico, y aunque estas nuevas soluciones tienen aún margen de mejora (especialmente a la hora de llegar a todos los públicos, pues la RTX 2060, el modelo más barato por el momento, parte de los 369 euros, que si bien de cara a un ordenador para los próximos 5 o 10 años según el nivel de exigencia no resulta elevado), no puede competir en precio con alternativas como la Xbox One X, o las futuribles consolas de nueva generación. Sin embargo, como toda novedad, irá llegando poco a poco a cada vez más usuarios (una vez se pula más a nivel de rendimiento) para que tengan una experiencia que, de aquí a unos años, esperemos que sea el estándar.