Una apuesta interesante, pero incompleta

Ayer tuvimos la oportunidad de asistir a la presentación de Black Shark en Madrid, con motivo del lanzamiento de su nuevo buque insignia, el Black Shark 2, su nueva apuesta por teléfonos móviles centrados en los videojuego, cuyo auge ya comentamos en este artículo, y parece que la tendencia sigue su curso. El evento, dirigido tanto a empresas como prensa, contó con la presencia de David Li, VP de la compañía y aunque estuvo más centrado en la perspectiva técnica (como por otro lado, era de esperar), dejó algunos detalles interesantes. Además de hacer el correspondiente repaso a la historia de la compañía – con algunos de sus fundadores (Harrison Luo, Peter Wu) siendo reconocidos en la industria móvil en China (además de ser jugadores declarados) – y además de dejar clara su independencia de Xiaomi – compañía que es inversora de Black Shark, pero con la que no comparte tecnología ni desarrollo – dejaron muy claro que sus prioridades, más allá de las tendencias del mercado (como pueden ser ahora las cámaras múltiples o los teléfonos plegables), están marcadas por su comunidad, como dejó claras de cara a las mejoras que incorpora este segundo modelo.

Como en todo teléfono enfocado a aplicaciones que implican un alto rendimiento, las temperaturas son un problema evidente, y esta nueva iteración continua mejorando el sistema de refrigeración (con más planchas que relajen la temperatura de la CPU), además de la inclusión de una funda que ayuda a la ventilación del terminal, que podíamos probar físicamente allí, y lo cierto es que cumplía con lo prometido, e incluso sin ella, en comparación con dispositivos como el Samsung Galaxy S10 o el iPhone XS Max, salía bastante beneficiado en términos de temperatura (como es obvio, no iban a mostrar datos que los perjudicaran). De igual manera, la batería es otro de los aspectos cruciales para este tipo de teléfonos, han mejorado la carga rápida superando ya a algunos modelos de ordenadores portátiles, detalle que da cuenta de la potencia que han alcanzando las nuevas generaciones.

En otros aspectos, tal vez menos notables, han mejorado la cobertura mediante la inclusión de más (y mejor colocados) receptores de señal, han declarado ser el teléfono con menor latencia de respuesta (sumado a una pantalla de 240 hercios de refresco), además de contar con chips independientes para sonido e imagen, que ayudan a repartir mejor los esfuerzos al hardware y permitir que los juegos, el verdadero protagonista de este Black Shark 2, puedan tener toda la atención posible. Lo que sí me pareció realmente interesante, y a lo que creo que podrían haber destinado algo más de atención, es al hecho de que la manera de reconocer la interacción con la pantalla no funciona igual que el 3D Touch de Apple o las alternativas de la competencia, sino que han dividido las secciones para “representar” dos sticks en la pantalla y mejorar la recepción en dichas zonas, de cara a mejorar aún más la experiencia, no solo para el usuario habitual, pero también para los más exigentes (jugadores de alto nivel de títulos como Clash Royale o Arena of Valor, sin ir más lejos). Por último, dedicaron un pequeño espacio a las funciones adicionales del dispositivo, como la capacidad de poder emitir contenido desde un PC (con las ventajas a nivel técnico que ello conlleva) conéctandolo a través del cable USB incluido. De igual manera, e imitando de forma demasiado similar a Nintendo Switch, podemos pasar el contenido a un televisor a través de un cable HDMI o sumar dos controladores clásicos enganchándolos a los rieles como si de 2 Joy-Con se tratara.


Y con eso podríamos resumir a grandes rasgos la presentación, que luego junto a las unidades de prueba que había disponibles en el recinto, deja patente que, desde luego, la tecnología para poder disfrutar de títulos exigentes en móviles ya está entre nosotros, pero ahora lo que falta son los títulos. Conversiones de Fornite o PUBG no me parecen un motivo de peso como para empezar a retirar el estigma que tienen los teléfonos como plataforma de juego, pero desde luego es un paso en un largo camino. Desde luego, la apuesta de Black Shark es cuanto menos admirable, pero considero que obtendrían un mayor efecto en sus potenciales consumidores si dedicaran recursos a los títulos en vez de (tanto) al hardware.