(O el porqué debemos dejar de escuchar a quienes más fuerte gritan)
Suelo confiar más en las críticas más duras sobre los videojuegos, especialmente cuando se trata de juegos lanzados recientemente. No es por la negatividad en sí -aunque debo admitir que ésta suele ser más atractiva para nosotros como seres humanos por nuestra naturaleza que su contraparte positiva, hasta el punto que incluso los algoritmos de las redes sociales nos enganchan en base a publicaciones odiosas, dado que aumenta más el engagement que por sensaciones agradables- sino porque creo fuertemente en que el sesgo positivo en favor de lo actual suele funcionar como anteojeras para caballo, impidiendo que miremos hacia los lados y haciendo que nos centremos sólo en lo que tenemos al frente. Además que suele ser inevitable que una crítica nos llame más la atención por haberle dado un seis o un siete a un juego inundado de nueves y dieces, así como también puede ser al revés, aunque esto ocurra con mucha menos frecuencia.
Y aunque no niego que un factor no menor que influye en esto es que nos hace sentir intelectualmente superiores el que no nos guste el juego en boga o porque digamos que equis clásico es, en realidad, sobrevalorado o derechamente malo. Pero lo que más influye en mí a la hora de ver una crítica como valiosa o no es que si tantos juegos se puntúan de ocho hacia arriba, significaría que son especiales y si tantos juegos son especiales, ninguno realmente lo es.
Argumentos ante todo
Iba a comenzar este texto hablando sobre cómo una cantidad más que significativa de youtubers, streamers o influencers en general infectan el pozo de la conversación sobre una obra tanto por pasarse de incisivos en sus críticas así como también acusan a otra gente que por tener una opinión diferente están equivocadas o, incluso, de estar compradas. Pero decidí no apuntar con el dedo a nadie en específico ya que o si no estaría cayendo en el mismo error de a quienes menciono.
Hay varios factores que hacen que deje de escuchar inmediatamente a un vocero y descarte su opinión como algo que no me aportará nada. Por un lado, a la primera que alguien hable de “maletines” en la prensa videojueguil, dejaré de tomarles en cuenta; está más que demostrado que, quizás con una que otra excepción más que extremadamente puntual, la prensa del medio comprada no existe y si bien hay factores como la escasez de tiempo para analizar un juego para sacar una crítica a tiempo -que las métricas disminuyen increíblemente tan sólo pasados unos días después de lanzado un juego y de las métricas vivimos- que influyen en la opinión, argüir que frente a toda crítica positiva de un juego que no nos guste haya dinero de por medio no sólo es producto de un complejo de superioridad preocupante, sino también de una desinformación peligrosa.
El otro factor determinante es si una crítica comienza con una declaración tajante e incendiaria del tipo: “este juego es una mierda”. Estas afirmaciones comúnmente hiperbólicas pertenecen a situaciones como en conversaciones con amigos o cualquier otro tipo de entorno no oficial. Si quiero ver la crítica de alguien sobre un juego que no conozco que me interese y escucho un reclamo de este calibre soltado como si nada, sin mayores argumentos para respaldarlo, sé inmediatamente que aquella crítica no tiene nada de valor que entregarme.
Comprenderán entonces el porqué mencioné a los youtubers como mi objetivo inicial; son muchos, y a veces los más famosos, los que exclaman -a través de gritos inclusive- el cómo la prensa tradicional está toda comprada y cómo todos los juegos actuales son una mierda, cuando ellos mismos no se atreven a rebuscar por su cuenta juegos que no sean de las mismas franquicias de siempre o del mainstream para encontrar obras valiosas. Quizás lo más agravante para mí, es cuando denostan a los desarrolladores, acusándolos de ser vagos o incompetentes, ya que ell cien por ciento de las veces que un juego sale roto o incompleto es por decisiones de puestos más altos jerárquicamente y presiones de los inversionistas; ningún desarrollador que se respete querrá sacar un juego roto, sobre todo porque son los primeros perjudicados cuando esto ocurre.
Como mencioné anteriormente, es parte de nuestra naturaleza el preferir escuchar críticas negativas y también puede llegar a ser bastante entretenido ver a una persona gritonear y usar hipérboles para describir lo mucho que les disgusta un juego, pero este tipo de crítica poco aporta más allá de lo divertido y, si queremos que el videojuego por fin sea tratado como arte -que lo es-, necesitamos tener un análisis más profundo de las obras, sosegado y con tiempo suficiente de reposo para absorber la experiencia como corresponde y así deshacerse todo lo posible del sesgo en favor de lo actual.
Responsabilidades compartidas
Mucho se crítica a los medios especializados en el videojuego sobre lo poco críticos que pueden llegar a ser a la hora de evaluar un juego, lo suaves o permisivos al hablar de una obra, ya sea para mantener una buena relación con los publishers o para no pecar de ser arrogantes o maleducados. Y todo esto en una gran mayoría de veces es cierto, un montón de medios -y de los más grandes- son los que más fácilmente caen en este tipo de trampas. Y como gremio deberíamos poner mano dura con todo tipo de obras y, si nos unimos en esto, los publishers no tendrán más opción sino que seguir entregándonos copias anticipadas de juegos para tener cobertura sin importar cuán duros podamos ser al criticar una obra. Necesitamos dejar de ser tan avasallados sólo por la necesidad de sacar las críticas a tiempo y mantener las métricas a nuestro favor.
También sería valioso sacar a colación juegos antiguos, aunque sea de tanto en tanto. Hablar de qué lo hizo importante, lo que hizo que fallara, de algún aspecto específico de la obra o simplemente para babear encima de él y explicar sinceramente el porqué nos parece un juego tan bueno. No sólo lo más reciente importa y tampoco necesitamos de remakes o remasters para que una obra recupere relevancia, sólo importa que sea jugable en alguna plataforma que sea accesible para el público general. Y mejor aún si hacemos críticas de juegos menores aún si salieron hace un par de meses o, por qué no, hace un par de años.
Pero no todo depende de nosotros los críticos. El público es lo que nos da de comer y ellos también necesitan comenzar a priorizar a medios serios que cumplan con lo que mencioné recién para que podamos surgir y mantenernos a flote sin tener que estar cubriendo la actualidad en todo momento.
También, como público, hemos de dejar de escuchar a quienes más fuerte gritan, aquellos que acusan a la crítica de estar vendida y de que sólo ellos, y quienes tengan las mismas opiniones, tienen la razón. Por mucho que un youtuber o un streamer no tenga un jefe al que responderle por hablar inflamatoriamente o derechamente deshonesta de un videojuego, esto no significa que no posea un sesgo a la hora de criticar. De partida la crítica objetiva no existe y todos tenemos sesgos de un tipo u otro que, al final, son los que terminan formando nuestra opinión alrededor de una obra. Además, el influencer de turno sí que tiene a alguien a quien responderle y ése es su público. Y estos voceros están conscientes de esta situación, haciendo que tengan que dar su crítica moldeada por la preconcepción que tiene su audiencia de qué es lo que dirá acerca determinada obra..
Nadie está libre de sesgo ni tiene las manos completamente desatadas para dar una opinión completamente honesta y sin ningún tipo de tapujos. O, mejor dicho, no hay mayor libertad de la que brinda un público sosegado en sus expectativas y un crítico que, a su vez, responde de igual manera.
Exigencia y seriedad
Hay crítica especializada de un gran nivel, lo sé porque la he visto con mis propios ojos. Todos los días salen decenas de textos, video ensayos, columnas de opinión y críticas sobre videojuegos de gente que se para a pensar en estos y otorgar su propia perspectiva tanto a una obra como un todo, como a sólo un aspecto e incluso a una temática que resuene entre varios títulos. Existe todo tipo de “contenido” -cómo odio esa palabra- para todos los gustos. Es cierto que a la prensa aún le falta madurar muchísimo, asimismo al público. Pero para cambiar esto debemos dejar atrás a las cuentas que farmean likes a punta de gritos y despotriques o bien tomarlas como lo que son: contenido fácil de digerir y sin mayor profundidad. Y si queremos más exigencia debemos apoyar a quienes son exigentes. Nosotros como público somos los que moldeamos la escena de los críticos y apoyando a quienes menos fuerte gritan y que hablan con calma y aportan opiniones valiosas, entonces la crítica se volverá más sosegada y, porqué no, madura.