"Listen to my story... This may be our last chance"
Agosto de 2013. Un chavalín granadino, inexperto en esto del jugar y virgen en aquello de escribir, acudía a su GAME más cercano tan solo unos meses después de haber convencido a sus padres para adquirir una PlayStation 3 junto a Uncharted 3: La traición de Drake para reclamar la reserva de su cuarto o quinto juego para la plataforma. Se trataba nada más y nada menos que de Saints Row IV… y en su edición para coleccionistas (a.k.a. Super Dangerous Wub Wub Edition). ¿Cómo no ir a por ella si Saints Row: The Third había sido uno de los mejores mundos abiertos de la generación y si, ante todo, incluía una réplica en miniatura de la puta dubstepadora?
Lo que ese chaval no podía imaginarse, más allá de que tal desembolso le imposibilitaría hacerse semanas después con otros esperadísimos estrenos como Grand Theft Auto V o Battlefield 4 (algo de eso sí que se olía), es que el juego por el que tanto había apoquinado esperado no solo quedaría, en su humilde opinión, lejos del legado proporcionado por la tercera entrega numerada (probablemente, enterrado por su propio afán de ser más grande, más bizarro y más alocado, sin atender a cualquier otra necesidad de su público), sino que también supondría un punto de inflexión para la saga, y, por qué no decirlo, el comienzo de un declive que acabaría por extinguirla tal y como la conocimos. Tras lanzar el excesivo y monótono Gat out of Hell tan solo año y medio después y probar suerte en 2017 con un sucesor espiritual olvidado como fue Agents of Mayhem, no ha habido port o remaster que le haya permitido levantar la cabeza a una franquicia antaño fresca, alocada y hasta revolucionaria en su parcela, siendo necesario un golpe sobre la mesa que, en forma de reboot, llegará este viernes a las tiendas de todo el mundo para PS5, PS4, Xbox Series, Xbox One y PC. Más de siete años después.
Por ello, es poco menos que obvio que Saints Row, entendiendo el nombre a partir de este momento como una referencia al último capítulo anunciado de la saga, es un título importante. Para sus hermanos mayores, para una Volition a la que debe de hacer justicia; para los fans, para sí mismo. Pero también pienso en él como algo más: como una oportunidad de oro para traer de vuelta a una saga que como jugadores necesitamos, y como un último estertor para los juegos divertidos en el más pleno sentido de la palabra. Para aquellos títulos que no se toman en serio a sí mismos, que nos permiten esbozar más que una sonrisa y reírnos a carcajadas, y a los que bajo ningún concepto me gustaría darles sepultura.
Las mimbres, hay que reconocerlo, son buenas, y aunque un servidor tiene que reconocer que estaba totalmente aterrizado tras comprobar la seriedad aparente que dejaba entrever el primer tráiler, todo aquel que hasta el momento ha tenido la oportunidad de catarlo —como nuestro compañero Enrique de Eurogamer— reconoce cómo la serie, si bien ha modificado drásticamente su tipo de humor haciéndolo algo más sofisticado, ha sabido mantener su esencia, creciendo consecuentemente con nosotros. El resto de mortales, incluyendo a los más precavidos y escépticos, podremos salir de dudas este mismo viernes. Voy poniendo una vela.