Está tan confuso que se hirió a sí mismo
Ha llegado un punto en el que creo que deberíamos establecer una 'Escala de valores Pokemon'.
Unos buenos gráficos en Pokemon serían como un 6 en cualquier otro juego. Una buena historia de Pokemon es que no se caguen encima los personajes y suma y sigue https://t.co/Stt0ul3R9H
— Garrus (@SrGarrus) November 18, 2022
Hace menos de un año, a finales de enero, escribía mi visión sobre la situación de Pokémon tras el lanzamiento de su primera apuesta por los mundos semi abiertos y las tres dimensiones con Leyendas Pokémon: Arceus. De esta manera mostraba mi enfado ante la pasividad con la que el equipo de The Pokémon Company trata a sus nuevos títulos, ofreciendo el mínimo mimo posible en aquello que entregan al público. Con ello, se presentaban por primera vez un gran número de nuevas mecánicas, muchas pedidas por los seguidores continuamente, pero envueltas en un apartado técnico cuestionable y una narrativa casi inexistente.
Pues bueno, como podéis imaginar, esta situación provocó en general un revuelo descontrolado en todas las redes. De estos sucesos quedó claro que The Pokémon Company se preocupaba por sus seguidores infinitamente menos de lo que estos lo hacen por la franquicia. Si un nuevo juego tiene delante la palabra Pokémon, no hay duda alguna de que va a convertirse en un nuevo éxito de ventas. Independientemente de la situación. Los márgenes de calidad se rebajan hasta la exaltación cuando hablamos de un juego de la saga. Tal y como dice Garrus, unos gráficos mediocres en cualquier juego podrían fácilmente ser una joya audiovisual en Pokémon y una narrativa simplona pero capaz de mantener su lógica, haría llorar a Spielberg.
Desde Nintendo son conscientes de esta situación por lo que una vez más, han decidido invertir una ínfima cantidad de dinero en el nuevo título principal de una de las sagas más rentables de la industria de los videojuegos. El viernes salieron a la venta Pokémon Escarlata y Purpura, entrega cuya fama proviene del hecho de introducir por primera vez el mundo abierto en sus bases y además, de inspirarse en España. Pokémon Españita, no lo tiene difícil para arrasar en los medios en forma de meme. Más allá de valorar su apartado jugable y/o narrativo, tarea propia de la futura crítica del título, es imposible girar la vista y no mirar a los numerosos errores técnicos y artefactos que la comunidad ha compartido a lo largo de este fin de semana.
Sprites cuasi estáticos, bajas resoluciones y poco detalle que tampoco sirven para mantener una fluidez mínima… mirar el estado inicial del título es mirar el desastre, pero uno que avanza exitosamente sin que nadie pueda pararlo. Hace pocos días de las nominaciones para juego del año y se cuentan por decenas las discusiones sobre que juego es inferior en base a su apartado gráfico. Somos tremendamente estrictos al hablar de la distancia de renderizado en Horizon Forbidden West o los tiempos de carga de God of War Ragnarök y sonreímos al ver un Pikachu a 360p. Es cierto que una porción del público de Pokémon no consume muchas producciones AAA de otros sistemas y las regiones de Paldea son todo lo que tiene para comparar, pero sigue siendo algo que no deja de chocarme.
Creo que de esta discordancia general es posible colocarse en un saludable punto medio. Un pequeño oasis en mitad de la guerra en el cual sentarse a mirar, mojito en mano. La finalidad última por la que vamos corriendo a la tienda a hacernos con una copia de nuestro juego favorito es el disfrute. No se trata de ser demasiado permisivos y dar carta blanca a la reducción de los estándares de calidad, pero si hay gente disfrutando como niños de esta nueva entrega de Pokémon, es que detrás de todo ese amasijo de problemas hay algo bueno, algo capaz de entretener. Si esto sucede aquí, el mismo ejemplo puede aplicarse a la gran mayoría de producciones. Miremos otra vez ese juego que tachamos de injugable, ¿tan malo era de verdad? O ese giro de guion que nos fastidió la experiencia ¿merece de veras que no lleguemos al final? Esta visión todavía se amplifica más cuando se enfoca con un ángulo analista dentro del medio. Podría decir que ya no disfruto los juegos igual, la mayoría de las ocasiones. Tengo que forzarme a mirar de otro modo, a desarrollar una lectura más elaborada que la que sacaría jugando por mi cuenta. Es algo que me gusta, desde luego, pero es una peligrosa deformación profesional que se va extendiendo poco a poco, amenazando con colocarnos en el cinismo más absoluto.
Pokémon Escarlata y Púrpura es cuanto menos un desastre en la gran mayoría de sus partes, pero a la vez es muchas otras cosas. Es Pokémon España, una oportunidad de ver nuestra tierra representada en paellas mal hechas y edificios a medio renderizar. Es el primer juego de la saga que cuenta con un mundo abierto de verdad, es un cambio de ángulo para la cámara, que abandona la perspectiva isométrica. Me gustaría pensar que con esta entrega se sientan las bases de lo que puede ser un gran título futuro, pero lo cierto es que lo más probable es que la próxima entrega adolezca de las mismas taras. Pero mientras haya alguien que pueda disfrutarlo, no dejará de tener sentido.