Un postgame entretenido con varias lecturas
El primer DLC de Pokémon Espada y Escudo llegó hace una semana, configurando una nueva forma de hacer pasar a los jugadores por caja, en una clave algo más actual y renegando, así, de un tercer juego con contenido expandido, como llevamos experimentando desde tiempos inmemoriales. Esta primera parte del Pase de Temporada, La isla de la armadura, nos traslada a una isla dentro de la región de Galar, una isla donde habitan nuevas criaturas y donde la aventura extiende su postgame de una forma necesaria (que habríamos agradecido en el juego base), pero que, aun con ello, todavía dista de lo visto en entregas como Blanco y Negro 2. Cabe suponer que el segundo DLC que llegará en otoño ampliará el contenido hasta llegar, al menos, a su nivel, si bien de momento nuestra única opción es centrarnos en conocer más sobre esta región.
Puestos a comentar lo que Game Freak nos ha ofrecido, este DLC, como ya viene siendo costumbre todo lo relacionado a la saga, ha tenido su parte de aceptación por el público y, por supuesto, su parte de hate, una constante tediosa en esta franquicia. En una nota positiva, lo que La isla de la armadura nos ofrece es algo similar a lo ya experimentado en el Área Silvestre, ya que esta zona es, en base, un pequeño mundo abierto donde podemos conectarnos a internet para hacer raids con nuestros amigos, donde la cámara permite movimiento 360º y donde las rutas han sido omitidas, algo que se agradece. Por su parte, la ínsula está conformada por 16 zonas, las cuales van desde las praderas, costas, bosques o cuevas hasta humedales; zonas donde habitan pokémon que encajan bien en su ecosistema, especialmente en el clima, limitando las criaturas a su entorno de una manera coherente, como bien comente en el análisis del juego. No tiene sentido ver un Exeggutor Alola en una región fría, así dejemos un poco el fandom de lado y seamos racionales; en ocasiones como esta, los recortes pueden llegar a ser positivos.
Algo típico en los juegos de la franquicia siempre ha sido su forma de guiar al jugador de la mano constantemente, sin darnos un control real sobre la historia; no son pocos los títulos en los que vemos cómo algunas rutas que decidimos tomar de repente eran invadidas por arbustos que frenaban nuestro paso, o bien por criaturas como Snorlax y Sudowoodo, algo que en lo personal no resultaba especialmente molesto – sobre todo, al ser más pequeño y tener menor consciencia -, siendo una manera sencilla de dar una falsa sensación de libertad mientras se impedía al jugador perderse. No obstante, con el paso de los años y con tantos juegos a la espalda, creo que actualmente nos hallábamos en un muy buen momento para que Game Freak experimentase ofreciendo una generación sin freno, con libertad de movimiento y de decisión. Puede que sea precipitado, pero tal vez el Área Silvestre o estos DLCs sean la puerta de entrada hacia un nuevo mundo Pokémon, si bien su apuesta, de momento, es demasiado comedida como para tan siquiera permitir formular valoraciones.
En este postgame la historia nos invita a conocer a Kubfu, un nuevo legendario, en una aventura divertida en líneas generales, pero siempre lejos de la quinta o segunda generación. Aquí conoceremos a quien fuese Campeón de Galar y entrenador de Lionel, Mostaz, y al antagonista y rival Sofora/Dreo (dependiendo del título de tu pertenencia). Si queremos pasarnos rápido la aventura, con 4 o 5 horas será más que suficiente, si bien os recomiendo que os toméis con calma la misma y que disfrutéis de lo que esta isla nos ofrece y de las criaturas que lo habitan. Poniendo un punto negativo al texto, bien es cierto que la dificultad que ofrecen deja algo que desear, ya que el nivel máximo de nuestros rivales será el 60, y, siendo sinceros, cualquiera que se haya pasado el juego y echado un par de horas muertas tendrá a su equipo por encima de este reto, lo que hará de la experiencia un paseo muy ameno.
La forma Gigamax, desencadenada
El Dojo, donde girará parte de la historia, es el lugar donde nos encontraremos con Mostaz, un entrenador que nos preparará un nuevo objeto, la Maxisopa, que nos permitirá darle la forma Gigamax a aquellos compañeros que no la tengan. Para que este objeto funcione, eso sí, deberemos de superar una especie de desafío, al igual que el de encontrar Diglet que comentaré más tarde. Si queremos que nuestra Maxisopa tenga energía, deberemos hacer raids en bosques y cuevas de la isla para que las Maxisetas crezcan al lado. Una nueva moneda de cambio son los Duralium, que ganaremos al hacer raids y que podremos intercambiar por Voltios, pero cuyo uso principal será aprender nuevos movimientos.
En cuanto al desafío de Diglet, al iniciar el DLC nos encontraremos con un entrenador que llega de la región de Alola con un Diglet de esta… y con otros 150 amigos, que se han esparcido por la isla y que deberemos de encontrar. A priori podría tener similitud con el desafío de las pegatinas que encontramos en Pokémon Sol y Luna, ya que al igual que en esta, conforme aumente el número de Diglet que encontremos cada vez que visitemos al entrenador nos dará unas recompensas más y más jugosas.
Inmutable en lo visual, para bien y para mal
Algo muy comentado con la llegada de Pokémon Espada y Escudo fueron sus limitaciones visuales comparado con otros títulos de la consola portátil, algo que la prensa especializada y el público lapidaron a partes iguales. Es obvio que Game Freak podría haber ofrecido un resultado mucho más llamativo, al igual que The Legend of Zelda: Breath of the Wild y Super Mario Odyssey, pues sus equipos responsables trabajaron duro para tomar la vanguardia artística y técnica en esta nueva era. Tanto el juego como el DLC, a mi parecer – y como jugador que ha vivido todas las generaciones -, se ve bastante bien en términos generales; cierto es que las comparaciones son odiosas, y que en ocasiones puede parecer no aprovechar del todo la fuerza bruta que ofrece Switch, pero está claro que la prioridad en un título de estas características no reside en su acabado visual. Al menos, la iniciativa ya comentada de transicionar hacia el mundo abierto, dentro y fuera del DLC, podría adelantar el cambio que los fans esperan.
Una transición agradable
La isla de la armadura me ha dejado un buen sabor de boca, con una localización nueva a explorar, repleta de quehaceres y nuevos amigos por conocer. Ha sabido llamar mi atención de nuevo y hacer que dedique parte de mi tiempo a volver a una obra que muchos ya daban por muerta. Claro está que sus contenidos podrían ser más generosos; que su duración puede ser algo ajustada para los que busquen centrarse en su historia, y que podríamos haber esperado alguna mejora técnica perceptible, pero es de justicia admitir que la franquicia se ha adaptado a los tiempos actuales de manera encomiable, lo que me alegra considerablemente. Deseo la llegada de la segunda parte del Pase de Temporada, ya que a buen seguro, por mera temática, su contenido será más de mi agrado, pero podéis estar seguros de que mientras espero la llegada de otoño para encontrarme con las tres aves en forma Galar me montaré en mi bici y recorreré los secretos que trae esta isla sonrisa en boca.
Este análisis ha sido realizado con una copia para Switch adquirida por la propia redacción.