'Fast Pass'
Desde que Nintendo y GameFreak nos hicieron poner los pies en la región de Alola en 2016, han pasado tres años hasta que nos han ofrecido la octava y nueva generación, Pokémon Espada y Escudo. Esta nueva generación llega por fin a la consola híbrida de Nintendo entre polémicas y grandes expectaciones, pues, dada la naturaleza remake de la primera generación que supuso Pokémon Let’s Go – que servía para rememorar los inicios de la saga pero con una mejora visual considerable -, pocos eran los fans que aún no sentían la imperiosa necesidad de ampliar su Pokédex y de explorar una nueva región como es Galar, inspirada en la Gran Bretaña de la época de la revolución industrial, donde pasaremos por paisajes muy diversos, bosques frondosos y modernas ciudades en plena revolución.
‘El mejor que habrá jamás’
Tal y como GameFreak, entidad responsable del desarrollo, nos tiene acostumbrados, el juego comenzará en una pequeña aldea. Allí viviremos con nuestra madre en paz y tranquilidad, teniendo como vecino a nuestro rival. Este rival no es otro que el hermano pequeño del actual campeón de Galar, y, compartiendo la ambición de su hermano, buscará ser el primero en derrotarlo para así convertirse en el nuevo Campeón de Galar. En los primeros compases del juego, asimismo, conoceremos a Lionel, que será el encargado de entregarnos la criatura inicial que nos acompañará a lo largo de la campaña tanto a nosotros como al citado hermano, y con este punto de partida, donde ademas se añadirá una sorpresa que no queremos desvelar, comenzará nuestra aventura.
Poco después, recorreremos una pequeña ruta hasta llegar al laboratorio de la profesora Magnolia, y será allí donde interactuaremos por primera vez con los Pokémon, dando lugar su aparición en estado salvaje a dos mecánicas diferentes: en una de ellas veremos a las criaturas correr, volar y perseguirnos por el mapa con intención de librar un combate, mientras que en la otra será la que Pokémon nos ofrecía en sus generaciones anteriores, donde tras varios pasos de repente saltará una exclamación – con el giro de que ahora dicha criatura incógnita podrá desplazarse a través de la zona de césped alto -. Sin lugar a duda, ser agradece el hecho de poder contemplar a nuevos Pokémon en libertad sin necesidad de entrar en combate en esta nueva aventura.
Cuando lleguemos al laboratorio, la profesora Magnolia y su nieta Sofia nos harán una breve introducción de la historia que guarda Galar, donde las protagonistas serán las Estrellas Deseo, unos objetos capaces de transformar a nuestros compañeros a una versión Dinamax donde sus estadísticas variarán durante tres turnos junto a su tamaño, o al efecto Gigamax donde su forma también se vera afectada. Esta nueva mecánica, sucesora de las megaevoluciones o los movimientos Z de la sexta y séptima generación respectivamente, no podremos activarla siempre y donde queramos, ya que la única localidad donde disfrutaremos de combates de gigantes será en los Gimnasios Pokémon o durante las raids en las Áreas Silvestres.
Como era de esperar, Inglaterra y el fútbol siempre han ido de la mano, y Pokémon ha sabido aprovechar esto. Los gimnasios en esta generación serán lugares enormes donde no solo disputaremos diferentes Desafíos de Gimnasio con sus respectivas temáticas antes de retar al líder, sino que una vez nos pongamos frente a él estaremos en medio de un campo enorme a ojos de miles de espectadores que habrán ido a contemplar el duelo como si de un partido de fútbol se tratase, donde nuestro querido y amigo Rotom retransmitirá por la televisión para que todo Galar disfrute del encuentro.
Mientras avanzamos para convertirnos en el nuevo campeón, la historia de Galar y los héroes que una vez lucharon contra la noche oscura irán cobrando un protagonismo que tal vez se pueda llegar a ver afectado, incluso, por la nueva Área Silvestre, donde el juego pondrá un freno temporal a la historia principal. En el Área Silvestre, y como bien hemos ido adelantando en las novedades que avanzaba GameFreak, contamos con la primera localidad de Pokémon donde podremos variar la cámara y rotarla en 360 grados. Se trata de una zona muy extensa situada en el centro de la región, donde aparecerán criaturas de todo tipo, debido a las variadas localidades por las que se compone y sus climas. Pero el Área Silvestre no es solo una gran zona safari gratuita donde poder conseguir compañeros fuertes, sino que además toma la forma de una zona cooperativa donde podemos conectarnos con nuestros amigos. Además, y seguramente cogiendo la idea de Pokémon Go, podemos disfrutar de la aparición de las primeras raids en un juego de Nintendo, donde junto a tres amigos o NPC nos tocará encarar las versiones Gigamax y Dinamax de diferentes Pokémonm cuya ubicación sabremos localizar fácilmente gracias a un halo de luz morado que se disparará hacia el cielo. Si trabajamos en equipo y vencemos a la criatura, todos tendremos opción a capturarlo.
Volviendo a nuestra misión principal de convertirnos en Campeones, y donde poco a poco irá saliendo a la luz lo que esconden las Estrellas Deseo, encontraremos una Liga Pokémon totalmente nueva, y a nuestro parecer, una liga que por fin tiene sentido. La liga tendrá dos fases: en la primera tendremos que conseguir una plaza venciendo a los entrenadores que junto a nosotros han ido consiguiendo las medallas para ganarse el encuentro con Lionel, y en la segunda, una vez nos hayamos hecho con nuestra plaza, tocará volver a una fase eliminatoria pero esta vez compuesta por los demás líderes de Galar, que al igual que nosotros quieren convertirse en Campeones y destronar a Lionel.
Tras una Liga que se ve afectada con la historia principal de Galar – y que, por supuesto, no desvelaremos en esta ocasión -, nos convertiremos en el nuevo Campeón de la Región, poniendo así fin al juego principal. Pero como es obvio, tal y como GameFreak nos tiene más que acostumbrados, Pokémon Espada y Escudo contiene un post-game la mar de satisfactorio y original, donde deberemos demostrar que somos el Campeón que Galar necesita.
El lema de “si no está roto, no lo arregles” ya está pecando de antiguo
Estamos cerrando la segunda década de este milenio y a estas alturas va sobrando el mencionar que Nintendo suele pecar un poco en demasía de no arriesgar mucho con sus IP’s más importantes. Pero si algo vimos en 2017, con el surgimiento de la híbrida Switch, fue una reformulación de las otras dos propiedades más grandes de la gigante nipona, con Super Mario Odyssey y The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Ambos títulos demostraron el gran potencial que tiene Nintendo de reinventarse y crear títulos que marquen un antes y un después en franquicias que llevan más de 30 años con nosotros. Es por eso mismo que la mayoría de los fanáticos de Pokémon esperábamos un tratamiento similar a la saga, y de ahí que hayan nacido polémicas con el recorte de la Pokédex Nacional – también conocido como Dexit – o con el apartado gráfico, entre otros temas.
Y es que, en cuanto a novedades se refiere, Pokémon Espada y Escudo no logra contentar del todo a aquel ajeno a la comunidad acérrima conformista. Dado que el último juego “generacional” de la saga salió en la portátil 3DS, se esperaba que la saga diera un salto grande y significativo aprovechando la potencia de Switch y este aparente nuevo paradigma de Nintendo de reinventarse. Lamentablemente no ha sido el caso, y las novedades más notorias son las formas gigantescas Dinamax y Gigamax que, afrontémoslo, desaparecerán para la siguiente generación, mientras que el resto de cambios, si bien de parte de un seguidor ávido de la franquicia se agradecen – como el saltarse el tutorial para atrapar Pokémon , la desaparición casi total del grindeo en la historia principal gracias al repartir experiencia, el ganar experiencia en campamentos o a través de los Pokétrabajos, especiales para aquellos Pokémon que han quedado relegados en la caja pero que aún así quieres que suban de nivel, entre otros cambios -, no impiden extrañar una reformulación de la saga; algo que cambie estructuralmente el cómo funciona la historia o el combate si se quiere. En cambio, solo tenemos un paso adelante que, sin ser insignificante, no deja de ser más que anecdótico, pues se perderá de vista con futuras entregas.
Por otro lado, el apartado visual, si bien no llega a alturas como Breath of the Wild, tampoco está tan mal resuelto como ciertos sectores de Internet han querido demostrar. Sí es cierto que hay fallos técnicos como el popping – o aparición espontánea – de objetos o personajes en áreas muy extensas, pero esto tampoco influye muy negativamente en la experiencia, quedando relegado a detalles que hacen sentir a la entrega como un producto algo apurado en salir, con cierta falta de pulido. Pero como no todo es malo en esta vida, también hay lugares específicos que son simple y llanamente lindos o en los que se nota el mimo. Casos como estos son el pueblo inicial – se me viene a la mente el caminito con el que nos topamos apenas salimos de casa -, el bosque Lumirinto con sus hongos luminiscentes que cambian de color al tacto del personaje y el diseño de los nuevos Pokémon que, a nuestro parecer, es el mejor desde la quinta generación.
Dentro de todas las polémicas a las que se ha visto enfrentada esta nueva entrega de Pokémon, sin duda la más remarcable es la eliminación de la Pokédex Nacional. ¿Qué significa esto? Pues, en palabras simples, que ya no están todos los Pokémon existentes disponibles dentro del juego. No es que lo hayan estado nunca en efectos prácticos, pero se podían transferir de generaciones pasadas o bien recibir por medio de eventos especiales. En el caso de Espada y Escudo, esto resulta imposible dado que la información – o los datos, si prefieren llamarlo así – de estas criaturas simplemente no está allí, haciendo imposible transferir Pokémon de generaciones pasadas. Lo que ves en el juego es lo que hay.
Y no es por querer llevar la contraria, pero personalmente estamos de acuerdo con esta decisión. Ya hemos superado las 900 criaturas y simplemente hay Pokémon que no tienen ni sentido lógico ni jugable dentro de estas entregas. Nadie realmente necesita un Plusle, un Bouffalant o un Dunsparce en su equipo, ya sea para vencer al campeón o para el competitivo. El recorte, por la razón que haya sido, ha ayudado a que el juego se centre en la selección que han hecho, y poder construir en base a esto. Si bien hay Pokémon que todos extrañaremos, esta falta también ayuda a hacer que experimentemos más con las nuevas criaturas y no armar al mismo equipo de siempre. Que parte de la experiencia de cada nueva entrega es ver qué nos tiene a ofrecer la nueva región, con sus diseños sólidos, elegantes, disparatados o tiernos. Todos tienen una oportunidad, ahora más que nunca, a ser partícipes de nuestras partidas.
Un juego para los fans
Ha de sonar como una frase cliché, pero pocas hay para definir mejor a Pokémon Espada y Escudo. Un juego que no arriesga mucho, pero que tampoco comete fallos graves. Una franquicia que encontró su fórmula ganadora y que se rehúsa a salir de ella cueste lo que cueste. A nuestro parecer, el juego ha limado muy bien las peores asperezas de los títulos anteriores, como son el grindeo, el uso de bloqueos poco integrales para evitar que el jugador entre en zonas avanzadas -usualmente a través de MOs- y ha agregado detalles muy bien recibidos, como el tutor que recuerda movimientos esté disponible en todo centro Pokémon y el retiro de un catálogo excesivo de legendarios a los que sólo se podía acceder bastante medios bastante puntuales. Aún así, queda el sabor amargo de una entrega que pudo haber dado mucho más de sí, especialmente si miramos a sus hermanos The Legend of Zelda y Super Mario. Pero quien sabe, quizá ese tan ansiado cambio que no llegó hoy, pueda llegar en un futuro no tan lejano.
Este análisis ha sido realizado con dos copias físicas para Switch adquiridas por los miembros de la redacción.