Play has some limits
No entiendo qué está pasando en Sony. Que subiesen el precio de su consola no fue el primer indicativo de que algo no iba bien, pero sí uno más que relevante. La pasada generación se ha negado a morir al dar una propuesta más que sólida, porque si tus juegos más importantes son intergeneracionales, mejor me pillo la barata, que encima tiene un catálogo repleto de joyas. La recesión a la vuelta de la esquina no está ayudando, eso seguro, pero quiero ir un poco más allá. Microsoft ha ido de cara con su planteamiento: juega donde quieras, pero juega con nosotros. Puedes jugar en PC, en tu móvil a través de la nube, con un servicio de suscripción o desde una consola, pero juega. Las exclusividades no les importan tanto como que estés enganchado, incluso dando soporte a los títulos de su primera máquina. Por otro lado, Sony lo que te vende son esos títulos único, la marca PlayStation como concepto y, de forma involuntaria, que los títulos van a tener un rendimiento estable.
A estas alturas de la película, elegir una consola u otra es bastante trivial en el resto de temas, pero donde Xbox ha querido abrirse sin perder su identidad, PlayStation lleva sufriendo una crisis desde hace tiempo. Sacar tus licencias más gordas en PC, aquellas que parecían necesitar el SSD sí o sí para poder sobrevivir, se ve como un signo de debilidad en vez de acercamiento. Tienen miedo a perder lo que hace a la marca ser lo que es, pero PlayStation es mucho más que un electrodoméstico, o al menos deberían apuntar a ello. Ese miedo se nota aún más cuando pretenden venderte una experiencia de lujo, a precios que poca gente está dispuesta a pagar, y PS VR2 es un claro ejemplo de ello: sin retrocompatibilidad, a un precio desorbitado, única y exclusivamente para usarlo con la consola. Ahora se viene Project Q, una pantalla a la que le han pegado un DualSense a los lados, cuyo único propósito es el streaming de juegos de PS5 a través de Remote Play. No sabemos precio, ni si va a funcionar fuera de casa, pero lo más gracioso es que Remote Play está disponible desde hace bastante para móviles y ordenadores, incluso para PS Vita si hablamos de PS3 y PS4.
Hablando de PS Vita, me he comprado una hace poco y estoy, como dirían los jóvenes, dando volteretas. La cantidad de indies por metro cuadrado que tiene es apabullante, y que encima puedes seguir comprando junto a juegos de PSOne y PSP (te miro a ti, Nintendo), sin contar con second-party como Tearaway de Media Molecule, las reediciones de clásicos de PS2 o el ingente número de proyectos homebrew que permiten, entre otras cosas, transmitir desde tu PC lo que quieras. Podría haber sido una Switch, abrazando títulos menos potentes técnicamente con mucho orgullo para aquellos que no pueden permitírselo, un baluarte de la historia de PlayStation para los más curiosos y un soporte extra para los que tuvieran una consola de sobremesa. Pero Sony tuvo miedo. PSP fue muy pirateada, pero también una demostración de lo que la gente puede hacer si dispone de las herramientas necesarias. PS Vita repitió los mismos errores que su antecesora con ganas de rascar aún más de un barril vacío por el mercado móvil. Las desarrolladoras no se fiaron, y los usuarios, viéndose otra vez comprando tarjetas carísimas en las que te caben como mucho tres juegos, pasaron de largo.
Eso sí, tampoco hay que equivocarse. PlayStation 5 está vendiendo bastante bien y subiendo el ritmo, en parte gracias a recuperarse tras la escasez de componentes. No es tanto lo que ofreces como el cómo lo ofreces, y Sony ha optado por ser la nueva Apple sin estar demasiado convencida de su camino. Es una decisión como cualquier otra y a la inmensa mayoría de jugadores le da igual, es la máquina de los fifitas y el Fortnite. Lo que me intriga es cuánto van a poder mantener ese carácter antes de bajarse del pedestal. Vender la exclusividad a diestro y siniestro tiene como efecto secundario que, cuando desaparece, no te queda nada más que una pantalla con mando. Puedes vivir del nombre durante un tiempo, pero si muestras desconfianza constante y no estás a la altura de las alternativas la gente se acabará yendo; para muestra, PlayStation 3.