Un valle inquietante como respuesta a la libertad que siempre quisimos
Pese a mi tremenda predilección por las propuestas de corte narrativo y – cada vez más – por aquellas que parecen renegar de cualquier esquema jugable preestablecido, o que tan siquiera se paran a concebir unas mecánicas satisfactorias que exprimir durante las decenas de horas de juego que puede llegar a durar un peregrinaje propio de cualquier triple A, Hideki Kamiya siempre me pareció un genio; un absoluto referente que, entre irrisorios bloqueos de Twitter y sacrificadas noches en la oficina, ha logrado parir, no sin la más que encomiable ayuda de otros grandes artistas e ingenieros a su altura, obras de la talla de Devil May Cry, Resident Evil 2 y The Wonderful 101. Quizás por ello siempre haya aprovechado la más nimia oportunidad para reivindicar no solo su trabajo, sino también su envidiable devoción ante una industria rezumante de toxicidad que cada vez parece dar menos motivos para ilusionarse por su avance. Y quizás por ello siempre me haya hallado ojo avizor ante las más novedosas actualizaciones en el desarrollo de las obras firmadas con su apellido, que siempre he demandado en mayor cantidad y ante las que jamás he podido evitar sentirme vulnerable, tanto como desarrollador y periodista como jugador. ¿Significa ello que debería de sentirme feliz ante un aparente flujo mayor de estos? ¿Qué precio social y artístico podrá conllevar un cambio de dichas dimensiones?
Tan solo un puñado de días atrás la compañía del creativo nipón revelaba el ambicioso proyecto que tenía entre manos. Platinum 4 era una iniciativa mediática con la que la también creadora de Vanquish, MadWorld yMetal Gear Rising: Revengeance buscaba realizar en este primer trimestre de 2020 cuatro anuncios de presentación relativos a algunas de sus antiguas o nuevas IPs, pudiendo estas revelaciones tomar forma de nuevas e inexploradas propuestas, como el recientemente desvelado Project GG, o de secuelas/spin-offs/remasterizaciones, como el rumoreadísimo The Wonderful 101: Remastered que erigiéndose como el primero de estos cuatro anuncios oficiales. Siempre con un halo de impuridad a su alrededor, la propuesta nace, a priori, como una respuesta a las posibles presiones tanto por parte del público fan como de la propia industria que han podido derivar lanzamientos como Scalebound, Bayonetta o Star Fox; marcas que – al menos de manera parcial, en función de su modelo de financiación – no se encuentran completamente en su mano, y que, por tanto, dependen de otras entidades para hacer funcionar nuevos desarrollos y/o para mutar la fórmula que provoca que funcionen de una manera ya establecida y más que estudiada.
El motor de Platinum 4, así, se encuentra en la independencia, en el anhelo de una mayor libertad creativa, y de esta manera se explicitaba en el mismo Kickstarter del ya citado port de Wii U, que por méritos propios se coronaba como toda una declaración de intenciones. Por ello resulta lógico que, ante la ambiciosa premisa que supone la autopublicación, se haya decidido evitar cualquier evento (tales como E3, Tokyo Game Show, Gamescom) que pueda llegar a opacar alguna de las informaciones reveladas. No obstante, el modelo perseguido por PlatinumGames acaba planteando muchas, muchas más dudas de las que uno actualmente se podría aventurar a dirimir, conformando un arma de doble filo en la que la presión social vuelve a jugar el rol del verdugo, relegando, ante este estimulante oasis en el páramo de la próxima generación, toda su atención en los anuncios restantes. Y al resto de dudas, protagonizadas por los fondos de inversión utilizados, por las vías de comunicación empleadas para la promoción y por la internacionalización de sus productos, se debe de añadir la responsabilidad de la reputada desarrolladora en la contemporaneidad del medio: ¿se utilizará, de cara a futuros desarrollos, el crowdfunding como herramienta eficaz y coherente de financiación? ¿En qué papel dejaría tal puñetazo sobre la mesa a los estudios más pequeños, que encuentran en Kickstarter la única opción factible de salir adelante?
Sea como fuere, se me antoja difícil el pensar que, con la reputación conseguida, desde Platinum dejen de realizar encargos para compañías como Sony, Nintendo o Microsoft; más aún habiéndose constatado en numerosas ocasiones la buena relación existente entre las entidades. Esto no me va a impedir, por supuesto, pedir a bombo y platillo un merecidísimo y muy justo remake de NieR para el mercado actual, de la misma manera que espero que los jugadores de PS4, Xbox One y PC puedan catar algún día las maravillas que son Bayonetta 2 o Astral Chain. Hasta entonces, solo podemos cruzar los brazos, encender una vela y soñar; tanto con ese retorno de la singularidad de Yoko Taro – que cada vez parece más probable, y que definitivamente determinaría como uno de esos grandes anuncios que se desvelarán durante estas semanas – como con la consecución de la inherente misión del estudio como empresa de entretenimiento artístico: la trascendencia.